𝕷𝖎𝖔𝖓 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙 PAUSADA

CAPÍTULO 18

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LOS MOMENTOS MALOS SE VOLVIERON UNA RUTINA. Por si no fueran suficientes las heridas de aquel día, Joffrey se encargaba de castigarla aún más, sobre todo siempre que intentaba interceder por la pelirroja Stark.
En algún momento, los golpes simplemente dejaron de doler, dejó de torturar su mente tratando de encontrar una forma de escapar. Se limitó a ver los días pasar con sus esperanzas completamente desgastadas.

— No debiste hacer tal estupidez. —reprochaba Shae ya desde hace unos días cada vez que atendía sus heridas para que éstas no se infectaran— Creí que te matarían.

— ¿Tan malo sería? —habló al aire, y la mujer que más que su doncella se había convertido en su amiga la miró mal— No podía dejar a Sansa sola.

— Ya lo sé. Eso es lo peor. —tomó el paño retirando el exceso de agua y lo colocó nuevamente sobre su mejilla— Siempre piensas más en otros que en ti misma. Piensa en ti primero, la vida es más segura así. Eso incluye a Jaime Lannister.

A pesar de que sus palabras la tomaron por sorpresa, no lo demostró. Se mantuvo tranquila, en silencio, sólo recordando los fugaces momentos con el caballero de capa blanca.

— Todo lo de Jaime fue una tonta fantasía. —dijo, queriendo convencerse de que así era— Todo ese cuento de la doncella y el caballero fue una tontería. Cersei tiene razón, él sólo quería una cosa y yo se la di. Fui una estúpida fui al creer que él de verdad me quería. Soy patética, porque a pesar de eso aún espero que regrese. Y me gusta pensar que seré la primera a la que él busque cuando es obvio que correrá a los brazos de ella.

Por un momento, Shae creyó ver un brillo en sus ojos y no precisamente uno de felicidad. No se dio cuenta del momento en que las lágrimas ya no corrieron como ríos y no recordaba con claridad la última vez que la escuchó sollozar. Pero ahí estaba frente a ella, serena, pero con una mirada melancólica.

Eso era peor que verla llorar, porque cuando lo hacía al menos podía saber lo que sentía o pensaba. Temía que toda emoción estuviera por abandonarla.

— No eres patética, mucho menos estúpida. —alcanzó a decir— Tú lo quisiste de verdad, tus sentimientos fueron sinceros, no hay nada de malo en eso y eso es todo lo que necesitas para que puedas seguir adelante.

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Con la mayor parte del ejército Stark exigiendo su cabeza, empezaba a creer que ésta sería la última noche que podría admirar. Los hombres estaban furiosos, y con la cantidad de alcohol que llevaban encima, no le sorprendería que lograran invadir su celda y llevárselo a rastras.

Tuve una buena vida, al menos. Decía para consolarse. Y en parte era cierto, siempre vivió su vida sin ningún arrepentimiento a pesar de sus pecados, errores, lo que sea. Aunque en realidad, si llegó a tener un arrepentimiento, y se descubrió a sí mismo añorando esa sonrisa risueña, unos simples ojos cafés y un cabello largo y castaño en vez de unos ojos azules, una sonrisa calculadora y un cabello rubio.

Maldita sea Cassana Tyrell y todas las emociones que ella le provocaba.

La presencia de Catelyn Stark lo tomó por sorpresa y su nostalgia se vio reemplazada por su característico cinismo.