CAPÍTULO 16

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LA REACCIÓN ANTE LA NOTICIA FUE DEVASTADORA. Sansa se arrodilló a su lado en el suelo para poder consolarla, pero no había mucho que pudiera hacer. Cassana no dejaba de llorar a tal grado que el pecho comenzó a dolerle a cada sollozo. Tyrion la miraba con pena, y detestó ser quien le llevara la noticia, Cersei seguramente anhelaba comunicárselo y prefirió decírselo él primero para que el golpe no fuera tan fuerte.

La muerte de Renly traía consigo un cambio drástico en la guerra que afectaba incluso al Rey en el Norte. Su alianza estaba más que asegurada y ahora se quedaba sin nada nuevamente.

— Lo lamento mucho, mi lady. —dijo el león con voz suave.

— ¿Quién fue? —cuestionó— ¿Quién fue el cobarde?

— Aún no hay respuesta a eso, hay muchos rumores pero según mi experiencia no es bueno fiarse de ellos.

— Stannis. —murmuró, convirtiendo su dulce voz en una áspera— Estoy segura que él planeó todo.

— ¿Cómo lo sabes? —se sintió curiosa Sansa.

— Todos saben que los hermanos Baratheon nunca se han llevado bien. —contó— La muerte de Robert y la disputa al trono no hicieron más que dar una excusa para que se enfrentaran. ¿Quién se beneficiaba más con la muerte de Renly que el propio Stannis?

Tyrion no se negó ante la idea. Y si eso era cierto entonces Stannis no tardaría en marchar a la ciudad con un grandioso incremento en sus filas. Todos en Desembarco del Rey peligraban y con seguridad morirían en el momento en que el Baratheon pusiera un pie en la capital.

Por otra parte, Cassana no dejaba de culparse de no haberse despedido propiamente de él, por haber traicionado la imagen que Renly tenía de ella. Cuánta decepción debió haberle causado. Por un tiempo, Cassana continuaría creyendo que el ciervo menor murió despreciándola.

Vagaba por los pasillos sin rumbo alguno, con los ojos rojos e hinchados.
Era horrible el siquiera pensar en resignarse a que nunca podría irse. Que Cersei haría de ella lo que quisiera por quien sabe cuánto tiempo. Y le aterraba.

Comenzó a creer, que involucrarse con Jaime Lannister pudo ser su más grande error. Antes de él, la vida era más sencilla; antes de él, la muerte parecía lejana.

Una irritante y familiar voz resonó en su cavidad auditiva, así que cerró los ojos con fuerza preparándose mentalmente para lo fastidiosa que sería la siguiente conversación.

Lady Cassana. —canturreó el que antes fue escudero de su tío— Qué honor encontrarme con usted. La estaba buscando, en realidad. Quería ofrecerle mis más sinceras condolencias. Debe sentirse terrible.

Cassana se cruzó de brazos con una ceja alzada. La hipocresía y la falsa empatía eran notorias. El rubio era verdaderamente irritante cuando se lo proponía, y más cuando quería quedar bien frente al rey.

— Lancel, seguramente tienes mejores cosas que hacer en vez de molestarme. —refunfuñó la muchacha, y se giró dándole la espalda.

— ¿Molestarla? —el rubio se mostró falsamente ofendido— Mi lady, esa nunca ha sido mi intención.

— Si, bueno. Yo si tengo cosas de las cuales debo ocuparme, así que si me disculpas...

No era la primera vez que pasaba por algo así. Lancel solía ser bastante irritante cuando quería y fastidiarla se había convertido en un pasatiempo para él. No era algo tan grave si lo comparaba con Joffrey, pero preferiría mil veces escuchar de nuevo lo enamorada que Sansa estaba del ahora rey, que seguir soportando los comentarios nada agradables y tontos de Lancel.

— Se decían muchas cosas de Renly Baratheon. —comentó con cierto tono de burla— Muchas de ellas eran desagradables. Así como se habla de mi lady por los corredores, acerca de su relación con Ser Jaime.

La Tyrell bufó, y por mucho que trato de contener sus emociones a punto de explotar, fue algo inevitable. Cerró los puños y lo enfrentó cara a cara, de tal forma, que hasta el caballero se sorprendió y retrocedió unos pasos.

— ¿Desagradables? —repitió con una ceja alzada— Bueno, eso depende de la opinión de cada quien. Unos considerarían las preferencias, muy personales de Renly, como algo desagradable. Otros, por el contrario, no lo verían tan grave, considerando qué hay quienes se acuestan con su propio hermano, o su primo, en un caso más reciente.

El joven caballero balbuceó palabras sin sentido con las que trató de defenderse. Se notaba avergonzado, y quizá con algo de culpa, incluso Cassana pudo llegar a sentir algo de pena y arrepentirse de fastidiarlo, pero él mismo se lo busco.

— Si, Lancel. También se habla de ti en los corredores. Es increíble de cuantas cosas te puedes enterar si pones atención.

El rubio refunfuñó.

— No tienes pruebas de nada. —masculló con fuerza.

— Tienes razón. —concedió— Pero, ¿Qué tan fácil sería para ti negarlo, una vez que seas cuestionado al respecto? A Lord Tywin le complacerá mucho saber lo que su inútil sobrino hace cada noche en la habitación de su hija.

La expresión de vergüenza cambió rápidamente a una de terror con tan sólo escuchar el nombre del temible león.

— Lord Tywin te ordeno que obedecieras a su hija en todo, ¿no? ¿Eso también incluía acostarse con ella cada vez que te lo pidiera? —lanzó una pregunta tras otra sin esperar respuesta— Me gustaría escucharte decir que ha sido una tortura, pero en realidad no creo que sea así. Alto cargo en la corte, título de caballero, las piernas de Cersei se abren para ti por la noche. Oh, si, debe ser terrible.

Lancel Lannister alzó una mano, apuntándola con su dedo, seguramente queriendo amenazarla en respuesta o siquiera advertirle lo que era capaz de hacerle si lo delataba, pero ella no mostró ni el más mínimo temor ni una sola pizca de arrepentimiento.

— No te metas conmigo, Lancel. —habló con dureza— Mantente alejado
de mí y de Sansa, y yo me aseguraré de que tu cabeza permanezca en su sitio.

— La reina lo sabrá. —fue lo único que pudo decir para defenderse.

— Anda, dile. Y si yo muero, te aseguro que tú vendrás conmigo, eso puedo asegurártelo.

𝕷𝖎𝖔𝖓 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙 PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora