CAPÍTULO 24

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ESA MAÑANA EL SOL BRILLABA CON MÁS INTENSIDAD, la habitación era envuelta por un manto cálido que les brindaba tranquilidad, una sensación de paz que hace mucho habían perdido. Jaime repasó los sucesos que acontecieron luego de su llegada a Desembarco; después de encontrarse con Cassana y aclarar ciertas cosas con ella, buscó a Cersei porque era lógico.
Pero no fue la bienvenida que estaba esperando, básicamente lo había rechazado, le había dado la espalda sin querer hablar con él.

Supo entonces que no se había equivocado al buscar a Cassana en primer lugar. Le ayudo a cambiar el vendaje ya sucio que cubría denotaba la ausencia de su mano derecha sin mostrarle desagrado, lo ayudó también a asearse, a lucir decente de nuevo; había cambiado pero seguía siendo el mismo. Todo a la vez.

Esa noche fue la más tranquila, no sólo porque estaba de regreso en su hogar sino también porque una hermosa mujer se hallaba a su lado. La joven se encontraba entre sábanas las cuales sólo mostraban su espalda desnuda, con el cabello desordenado cayendo por su rostro y sus labios entre abiertos. Para el Lannister, esa imagen lo valía todo. Cuando fue el prisionero de los Stark ella era la única razón que lo mantenía sujeto a la cordura, todo lo que tuvo que vivir había valido la pena para volver a tenerla entre sus brazos de esa forma.

Cuando la castaña abrió los ojos, lo primero que se encontró fue al rubio caballero contemplándola como si fuera una obra de arte. Ella, sintiéndose examinada de una forma intimidante, sonrió y ocultó su rostro contra las almohadas. Jaime rió, le parecía bastante curioso que después de lo sucedido anoche ella aún se mostrará tímida, especialmente cuando estaba en su cama desnuda, sólo con las finas y delgadas telas cubriéndola.

— No te queda la timidez, ¿sabes? —le dijo con una sonrisa estampada en el rostro— No después de anoche, y las veces anteriores.

— ¡Cállate! —masculló— Tu mirada me intimida, eso es todo.

Cassana se sintió más confiada y se alzó lo suficiente para dejar parte de su cuerpo al descubierto y Jaime no perdió detalle de esa vista. Quiso quejarse cuando el cuerpo femenino volvió a esconderse pero se detuvo cuando se dio cuenta de sus intenciones. Cassana ahora estaba parcialmente sobre él, lo suficiente para poder mirarlo a los ojos y repartir besos por todo su rostro. Era una sensación completamente diferente, se sentía amado, valorado. Los Siete Reinos podían gritarle Matarreyes, un hombre sin honor, pero si  esa bella flor estaba a su lado nada más le importaría. Sólo la forma en que ella lo mirara.

Entonces Jaime tomó valor ésta vez.
Tomó el pequeño rostro de la joven entre sus manos y así fue bajando por su cuello y hombros hasta llegar a sus brazos, acariciando con toda la suavidad que sus ásperas manos se lo permitían. Cassana se tensó, las heridas más llamativas ya habían sanado hace un tiempo pero algunos hematomas aún eran visibles. No fue necesario explicarle.

— Nunca debí haberme ido. —le dijo mostrando toda su culpa— Nadie se habría atrevido a tocarte.

Ella negó débilmente.

— Ya estás aquí. —le respondió librándolo de todo su pesar— Es todo lo que importa.

— ¿Aún confías en mi? —cuestionó, su voz sonó más grave— Ya no sirvo como caballero. Soy una miseria, un fracaso. ¿Cómo podré protegerte ahora? Sin una mano...

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⏰ Última actualización: Sep 21, 2021 ⏰

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