CAPÍTULO 9

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LA CARTA DE SU HERMANA ERA CONFUSA, pero la otra era todo lo contrario. Sansa aseguraba estar a salvo, pero le pedía ir a Desembarco y jurar lealtad a Joffrey, asegurando que esa era la única forma de salvar a su padre; en cambio la otra, era una llamada de auxilio y al mismo tiempo le advertía de los peligros y el riesgo que corrían en la capital, además de la traición de la que su padre fue víctima.

— Conozco a Cassana, ella nunca me mentiría de esa forma. —dijo Robb, ante la desconfianza de su amigo, Theon Greyjoy.

— La carta no tiene sello, ni siquiera firma con su nombre completo. Si todo eso es cierto, ¿por qué ocultaría su identidad? —cuestionó nuevamente el joven kraken.

— Si la reina Cersei se entera que ella nos ha advertido, su vida correría un enorme peligro. —dijo el Maestre Luwin.

— Bueno, ¿y cómo estás seguro que realmente ella la envió? Si la reina la tiene como prisionera, ¿como es que pudo enviar esto?

Robb no tenía ninguna duda.
Él y Cassana se volvieron cercanos, bastante. Para el joven lobo, la joven Tyrell había sido algo así como un amor platónico; coqueteaban, y solían dar largos paseos. Muchos veían próximo la unión de ambas casas, eso hasta que Cassana tuvo que regresar a Highgarden. Entonces terminaron siendo buenos amigos.

— Debió arreglárselas de alguna forma. —dijo, confiando plenamente en cada palabra escrita— Es ella. Estoy seguro.

— Sigue siendo una orden real, mi lord. —dijo el maestre— Puede que Lady Cassana le advirtiera, pero si se rehusa...

— No me rehuso. Me han convocado a Desembarco del Rey, y allá es a donde iré. Pero no solo. Llama a los abanderados.

— ¿A todos, mi lord?

— Todos juraron defender a mi padre, ¿no es así? Ahora veremos cuánto vale su palabra.

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Estaba al borde de la desesperación, llevaba días en su habitación sin poder salir. Sabía que algún guardia la custodiaba la mayor parte del día porque escuchaba fuertes pasos justo al otro lado de la puerta a ciertas horas del día. El resto, era completo silencio.
No sabía nada de Sansa o Arya, mucho menos de Lord Stark.

La única con la que llegaba a intercambiar alguna palabra era con su doncella. La joven estaba con ella desde que era muy pequeña y por eso mismo tenía su confianza absoluta, además de que era lo suficientemente discreta y escurridiza como para enviar sus cartas a Robb Stark sin que nadie lo notara y esperaba que siguiera así.

Cuando su puerta se abrió repentinamente, golpeando contra la pared, se hizo pequeña en uno de los rincones de la habitación al ver a Sandor Clegane con su espada en mano. Se aproximó a ella y la tomó del brazo arrastrándola con él de forma brusca y sin ningún cuidado. No se detuvieron hasta llegar nuevamente a los aposentos de la reina, y en su interior, se sintió fastidiada. Era el último lugar al que querría ir.
Abrió las puertas, y básicamente la empujó hacía el interior.
Miró su brazo, rodeado por una marca rojiza debido a la fuerza de El Perro.

Estaba de pie frente a ella, Sir Meryn Trant y Petyr Baelish se encontraban ahí. La miraban de arriba hacía abajo y algo le decía que no le darían la noticia de que regresaría a casa.

𝕷𝖎𝖔𝖓 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙 PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora