𝕷𝖎𝖔𝖓 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙 PAUSADA

CAPÍTULO 2

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ROBERT BARATHEON ALARGÓ UNA LARGA Y SONORA CARCAJADA cuando vio a la joven dirigirse hacía él, caminando con Renly del brazo.

— ¡Vaya, vaya! ¡Hasta que decides aparecer! —exclamó el rey extendiendo sus brazos hacía su sobrina.

— Cada vez que te veo estás más gordo. —bromeó la joven, pues tenía ese tipo de confianza con su tío.

Robert volvió a carcajear. Cersei en cambio, la miraba con recelo. No era secreto que no soportaba a los Baratheon y cuando se trataba de ella siempre trataba de ignorarla. Pero desde aquel torneo en el que a su hermano se le ocurrió coronarla como la reina del amor y la belleza, no podía siquiera mirarla.

Ned Stark se aproximó a ella para saludarla cortésmente. Cassana tenía un alma aventurera, no le gustaba estar en un solo lugar, por eso mismo pasó una temporada en Winterfell donde forjó una estrecha amistad con los Stark.

— Lord Stark, me sorprende verlo aquí. —comentó un tanto extrañada.

— Ahora porto el título de Mano del Rey, mi lady. Es un honor.

— Es el único que puede mantener el orden cuando echo todo a perder. —volvió a hablar Robert.

— De eso no tengo duda.

Los tres carcajearon, y Cersei refunfuñó al sentirse ignorada. Era la reina, por lo menos debía mostrar algo de respeto hacía ella.

— Alteza. —dijo Cassana finalmente. Estaba muy bien educada como para ocultar una reverencia forzada.

— Qué gusto tenerla aquí. —respondió Cersei con una sonrisa ladeada.

— Desembarco no es precisamente mi lugar favorito, debo confesar.

— Bueno, al capital no es para todos.

Renly carraspeó al sentir la tensión entre ambas. Cassana podía ser tan dulce como su madre pero el temperamento claramente lo había heredado de Lord Aarón, su padre.

— Basta ya de tanta charla. —alegó el Rey— El torneo va a empezar y no puedo esperar a destrozar a alguien.

— ¿De verdad piensas participar? —cuestionó Cassana incrédula mirándolo con burla, y el rey volvió a carcajear.

Cuando pasó a su lado, fue cuando finalmente sus miradas se cruzaron. Estaba tan bella como hace dos años, pero algo en ella había cambiado, como era de esperarse. Su aire infantil había desaparecido y ahora lucía como doncella con la habilidad de hacer que todos cayeran a sus pies. Jaime se consideraba uno de ellos.

— Ser Jaime. —dijo cortésmente, con una sonrisa cómplice.

— Mi lady. —respondió con una reverencia.

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Ojos asesinos, mirada celestial. Así era como Cassana, en palabras simples, lo describía. Aquel caballero de cabello rubio le había robado el sueño desde esa noche en la que pasaron horas por los jardines. Claro, su padre le había dado una buena llamada de atención, pero valió la pena.
Estaba tan embelesada con el caballero de brillante armadura, que ni siquiera escuchaba las palabras de Sansa.