CAPÍTULO 14

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PARA RENLY, FUE TODA UNA SORPRESA ver a Catelyn Stark en su campamento. Sobre todo al escuchar que Robb Stark pensaba aliarse con él.
Pero lo que definitivamente no esperaba, eran las palabras que la mujer tenía preparadas para él.

— Cassana Tyrell envió un mensaje a mi hijo Robb. —comenzó a contar— En él mencionaba que, al igual que mis hijas, ella también era prisionera de la reina.

Renly escuchó atento, sintiendo una punzada de culpabilidad en su pecho. Él se había ido, la había abandonado a su suerte, y todo por una estupidez de la cual nunca le dio la oportunidad de defenderse o siquiera de explicar.

— Robb ha marchado a la guerra, así que supongo que se tomó su mensaje en serio. —comentó Renly.

Catelyn Stark asintió, pero quería llegar a un punto de la conversación qué tal vez resultaría incómodo.

— Lo hizo. Pero, sin ninguna intención de ofender, mi Lord. Mi hijo está peleando por sus hermanas, no es su responsabilidad pelear también por la seguridad de ella.

El Baratheon frunció el ceño, y a pesar de la primera advertencia, no pudo evitar sentirse ofendido.

— Entonces, ¿si es mi responsabilidad aliarme con él, pero no tiene ninguna intención de ayudar a mi sobrina?

— No, no me mal entienda. Robb tiene todas las buenas intenciones de rescatarla. Conocí a Lady Cassana no hace mucho tiempo, y es encantadora. Pero, si me permite decirlo, es si familia quien debe velar por su seguridad. ¿En donde están ellos ahora?

Nuevamente la sensación de culpa.
No había día en el que lo pensara en ella. Y ahora con saber que quizás estaba sufriendo, menos podía estar tranquilo.

— Le agradezco su sinceridad, Lady Stark. —dijo, y después se dirigió a su guardia— Brienne, escolta a Lady Stark a su tienda. Debe estar agotada por el viaje.

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Sus brazos se encontraban entumecidos por la incómoda posición en la que estaba y sus muñecas le dolían debido a las ataduras tan fuertes que le habían hecho.
Miró a su alrededor; la lúgubre noche sólo le ofrecía tener vista a la luz proveniente de las antorchas, y los gruñidos del lobo huargo que acechaba su celda por horas eran lo único que podía escuchar a esas horas.

Un suspiro salió de sus labios y echó su cabeza hacia atrás, quedando sobre él tronco al que estaba atado. Sentía repulsión hacia el mismo, pues el lobo cubría gran parte de su rostro, su ropa y cabello. No quería morir así: humillado por los norteños. Si eso pasaba, ellos seguramente beberían hasta la última gota mientras carcajeaban y presumían la muerta del Matarreyes en sus manos. No les daría ese gusto.

Robb Stark apareció frente a él.
Su presencia en la celda era escasa y nada común, pero esa noche apareció solo, sin ningún guardia que asegurara su protección. Pero el lobo no se alejó.

— ¡Qué gran sorpresa! —exclamó con ironía— Lo único que le hacía falta a mi noche para volverla más lamentable.

Robb pasó por alto el comentario.

— Vamos chico, habla de una vez y ahórranos la pérdida de tiempo.

𝕷𝖎𝖔𝖓 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙 PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora