CAPÍTULO 23

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LA NOTICIA DE LA MUERTE DE ROBB STARK CAYÓ SOBRE ELLA COMO UN BALDE DE AGUA FRÍA. Llevaba toda la mañana llorando y sin querer abandonar su habitación. Tyrion había enviado a Podrick para convencerla de salir porque sabía que Cassana podía ignorar a todos, menos al joven escudero, pero ni siquiera eso surtió efecto.

Cassana, con los ojos rojos e hinchados, aún podía escuchar las burlas de Joffrey acompañadas de una demente carcajada, había disfrutado en exceso ser él quien le diera la noticia. Cersei la miraba satisfecha al verla de rodillas en el suelo, sus manos apoyadas sobre el suelo mientras que aún en shock y completa negación sus lágrimas resbalaban por su rostro. Claro que cuando Olenna Tyrell apareció, ambos fingieron preocupación por ella y sugirieron que llevarla a su habitación sería lo más conveniente para que se tranquilizara.

Desde ese momento se aisló de todos.

En su mano se encontraba la última carta que nunca tuvo oportunidad para enviar. Aún podía leer su nombre al inicio de ésta. Echa una furia la arrugó entre sus manos y la lanzó lejos, como si su mano ardiera al tocar el papel. No dejaba de repetirse que pudo haber hecho algo más, incluso si eso hubiese significado arriesgar su propia vida. Si tan solo hubiese escapado con Shae esa noche... Si tan solo...

Más tarde ya por la noche, su abuela entró a su habitación sin siquiera tocar la puerta. La observó un rato a los pies de la cama y unos minutos después se aproximo a ella sentándose a su lado. Su rostro estaba hecho un desastre; sus ojos ya casi se cerraban sin consultárselo, sus labios secos y los mechones de cabello cayendo con rebeldía.

— Así es la guerra, mi niña. No hay nada que hubieses podido hacer. —dijo Olenna, y la verdad es que como siempre, tuvo la razón.

Llevaba días sin hablar con Sansa, no se atrevía a mirarla a los ojos y ver el sufrimiento en ellos; había perdido a su madre, su hermano, su padre y era muy probable que a sus hermanos también. Y sólo para empeorar las cosas, seguía atrapada en Desembarco rodeada de alimañas rastreras que se regocijaban al verla sufrir.

Cada mañana se dirigía a los jardines, ya que normalmente siempre se encontraba a Sansa ahí. La buscaba por largos minutos y cuando por fin daba con ella, de inmediato se arrepentía y hacía girar sus pies para volver. ¿Qué podría decirle? Un simple lo siento no serviría de nada, incluso soñaría vacío aunque fuera la verdad, lo lamentaba u mucho. Lamentaba no haber podido sacarla de Desembarco, lamentaba no haber ayudado más a Robb, lamentaba que todo acabara de una forma tan trágica.

¡Malditos Lannister! ¡Malditos todos! ¡Maldito el momento en el que se cruzó con ellos y maldito el segundo en el que se enamoró de uno!

𝕷𝖎𝖔𝖓 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙 PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora