Cap. 10

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El camión fue en silencio, conforme el auto más se acercaba al destino los nervios aumentaban.

Pero el llegar al andén se encontraron con otra familia, en ella todos eran pelirrojos, sabían que eran magos por qué los escucharon decir muggles.

Petunia decidió que era mejor espera a que ellos entrara, así que se alejaron de las plataformas 9 y 10.

Pero mientras esperaban Harry noto algo el pelo de uno de los hijos de esa familia que el apostaría era de su edad, su pelo cambio de color sus puntas se empezaron a poner negras, pero al parecer su madre se dió cuenta y después de darle un golpe discreto lo obligó a colocarse un collar que le regreso a rojo el pelo.

- Yo llego hasta aquí- dijo Petunia viendo a sus hijos

-No puedes entrar- pregunto Dudley

-No yo aquí me quedo, pero recuerden que yo siempre estoy con ustedes- dijo para abrazar a sus dos hijos

-vamos primero tu Dud, corre un poco asía la barrera, te prometo que no pasará nada.

Dud corrió y un segundo después desapareció.

- Harry, no dejes que te cambien- dijo abrazando a su pequeño - hay cosas que cambiaran en la historia y te contarán una nueva verdad pero recuerda quien te cuido, las personas que te aman y nunca te quedes solo con el director y escúchame bien, nunca tomes nada de lo que te de-

- si mama-

-promete lo-

- Lo prometo-

- Bueno es hora o perderás el tren-

Harry corrió y serró los ojos un reflejo tonto de su mente ya que el sabía que no pasaría nada malo, pero una vos en su mente le decía lo contrario. Y en un segundo ya se encontraba en el ándele 9 3/4.

Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente.
Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h». Harry miró hacia atrás y vio una arcada de hierro donde debía estar la taquilla, con las palabras «Andén Nueve y Tres
Cuartos».
Lo había logrado.
El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente.
Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles.
Los primeros vagones ya estaban repletos de estudiantes, algunos asomados por las ventanillas para hablar con sus familiares, otros discutiendo sobre los asientos que
iban a ocupar.

Harry empujó su carrito por el andén, buscando a su hermano. Que suponía ya tenía que estar en un vagón.

Pasó al lado de un chico de cara redonda que decía:

—Abuelita, he vuelto a perder mi sapo.

—Oh, Neville —oyó que suspiraba la anciana.

Un muchacho de pelos tiesos estaba rodeado por un grupo.

—Déjanos mirar, Lee, vamos.

El muchacho levantó la tapa de la caja
que llevaba en los brazos, y los que lo
rodeaban gritaron cuando del interior salió una larga cola peluda.

Harry se abrió paso hasta que encontró un compartimiento casi vacío, cerca del final del tren en dónde lo esperaba Dudley. Primero puso a Hedwig y luego comenzó a empujar el baúl hacia la puerta
del vagón. 

Al llegar saludo a su hermano y gracias aún prefecto que pasaba lo ayudo a subir sus cosas.

Antes de sentarse logro escuchar a la familia de pelirrojos que antes avía visto.

—Mamá, déjame —exclamó el chico al que le cambio el pelo, apartándose.
—¿Ah, el pequeñito Ronnie tiene algo en su pelo? —dijo uno de los gemelos.
—Cállate —dijo Ron.
—¿Dónde está Percy? —preguntó la madre.
—Ahí viene.

—ok todos se portaran bien y tú Ronan no te quites el collar o tendrás que castigo entendido...

Harry prefiero no escuchar más y mejor se sentó aun lado de Dudley que automáticamente le abrazo y tomo su mano.

-todo estará bien- dijo para acariciar su pelo.

Ellos estuvieron así un tiempo hasta que el chico "pelirrojo" llego.

- Hola no quiero molestar pero todo está lleno, puedo sentarme con ustedes-

Harry quería decir que no que se fuera pero Dudley hablo primero.

—si pasa como te llamas—

—Soy Ron, y ustedes

—Soy...

— Ron que — se adelantó Harry

—no me gusta mucho decir mi apellido, a si que solo Ron—

—Harry el es diferente lo siento— dijo Dudley a u hermano en el oído.

—ok yo soy Harry y el es mi he.. primo Dudley—

—dime que no eres Harry Potter por favor — dijo el chico para correr a serrar la puerta.

—si fuera así que sería de malo—

—para ti nada es muy guay perk para mí, se supone que no tengo que decirte pero— Ron se mordió el labio y tomo aire—mi familia me crío para que en cuanto te conociera fuera tu amigo esa es mi única misión

—Pero tu no quieres —dijo Dudley

—No me tomes a mal pero, quiero una vida propia no solo lo que se supone que tengo que ser..

—como tu pelo, no te preocupes no diré nada— Dijo Harry Val ver qué el chico temblaba— te diré algo para ser libre es mejor ser un tejón— después de eso Harry l guiño el ojo y abrió la puerta justo a tiempo una mujer de
cara sonriente, con hoyuelos, se asomó y les dijo:

—¿Queréis algo del carrito, guapos?

Harry y Dudley, que no habían desayunado, se levantaron de un salto, pero las orejas de Ron se pusieron coloradas y murmuró que había llevado bocadillos. Harry salió al pasillo.

Harry pensó en comprar sus dulces favoritos. Pero la mujer no
tenía Mars. En cambio, tenía Grageas Bertie Bott de Todos los Sabores, chicle, ranas
de chocolate, empanada de calabaza, pasteles de caldero, varitas de regaliz y otra
cantidad de cosas extrañas que Harry no había visto en su vida. Como no deseaba
perderse nada, compró un poco de todo y pagó a la mujer once sickles de plata y siete
knuts de bronce.




La verdad duele Donde viven las historias. Descúbrelo ahora