La mujer de verde.

La alfombra roja.

Anya corría de un lado a otro dando instrucciones por un pinganillo discretamente disimulado entre los pliegues de su vestido de gala. Generalmente las premieres, fiestas y cenas de celebridades conseguían poner al borde del límite a un sistema nervioso ya diariamente estresado.

- Octavia, no me jodas, ¿cómo puede ser que estéis en un atasco? Si, ya... el tráfico de Los Ángeles...dile a ese imbécil de chófer que no le pago para que me de el parte ambiental - suspiró llevándose una mano a la sien intentando controlar su ansiedad - ¿qué no crees que lleguéis en 20 minutos? A ver O, Lex está ya en maquillaje, yo estoy a punto de colapsar, ¿y me estás diciendo que el transporte que llevará a la protagonista al estreno no va a estar a su hora?

Lexa sonreía de lado escuchando las quejas de su amiga al mismo tiempo que el maquillador de cabecera de la actriz dejaba los últimos retoques de sombra verde y negra sobre sus párpados. Tenía que recordarle a su representante, con urgencia de hecho, que debía tomarse sus tranquilizantes si quería sobrevivir a aquel día.

- Eres una diosa en la Tierra, Lex - dijo Jean mientras pasaba el rímel por sus pestañas.

- Y tú el mejor maquillador de diosas de la historia de todos los tiempos y todos los universos posibles, Jean - contestó sonriendo mientras abría más los ojos para que pudiera ir finalizando.

- Como siga así va a llegar deshecha y sin moño - alzó el extremo del rímel señalando a Anya a la vez que Lexa rompía en una carcajada hacia delante - preciosa, el delineador se te va a correr.

- Ya sabes como es, querido. La palabra tranquilidad no entra en el vocabulario de mi amiga.

- ...mira Octavia Blake dile a ese inútil que ya puede volar y estar aquí en 10 minutos o si no yo misma iré hasta allí para firmar su finiquito...¿qué? - Anya alzó tanto la voz que sobresaltó a Jean que manchó con el rímel a una risueñá Lexa - no me jodas,O, ¿30 minutos? ¿pero qué os habéis metido en medio de la maratón? No, es que no me estáis entendiendo....

- Cuidado, Jean, creo que los ojos es lo único que no podría perder nunca - bromeó Lexa mientras el profesional limpiaba los restos de pintura.

- Como siga así, creo que ninguno vamos a sobrevivir a este día.

- ...mira O, estoy harta, bájate de ese coche ahora mismo y vente que nos vamos en el coche de Lexa. ¿Qué cómo te vienes? Soluciones O, soluciones. ¿Qué hay un niño en bicicleta? Se la quitas. ¿Qué hay un motorista distraído con su móvil? Se la compras. Te quiero aquí en 10 minutos... Si, en 10 minutos aquí y dile a tu conductor que es la última vez que me habla así - Anya colgó su teléfono móvil arrojándolo sobre la mesa frente a la actriz - No puedo más, de verdad te lo digo, ¿por qué no pueden facilitarme la vida?.

Jean sopló sobre sus párpados sonriendo y orgulloso de su obra.

- Un momento... ¿Dónde demonios está tu amigo? - preguntó Anya volviendo a tomar su móvil para volver a realizar otra llamada que supondría la vida o a la muerte para alguien. Lexa se encogió de hombros.

- Pensaba que venía con Octavia.

- Pensabas, pensabas... ¿podríais dejar todos de pensar en vano? El chófer también pensaba que la cuarta con la quinta en mitad de la maratón de Los Ángeles y con día de premiere era una buena idea - se puso el teléfono en la oreja sin levantar la vista hacia Lexa - y encima escúchalo: "Señora cómo se nota que no ha corrido usted nunca una maratón..." ¡Pero será imbécil! ¿Si? ¿Lincoln? ¿Dónde estás?

- ¿Nerviosa?

- No mucho, Jean. Otro día más de rutina en la oficina... ¿sabes por lo qué estoy realmente nerviosa? - sus ojos se iluminaron mientras Jean juntaba sus manos con suspense - porque el público lo vea, no me perdonaría jamás romper una historia tan bonita y con tanta visibilidad como esta.