La mujer de verde.

La apuesta.

- ¿Vas a seguir mirándole el culo a Griffin o vas a entrar? - Lincoln se había acercado hasta su espalda sobresaltando a una Lexa que no quitaba el ojo de encima a Clarke, que charlaba animadamente con Raven a la vez que se dirigía a la puerta del local.

- Lexa, te están esperando dentro - Octavia intentaba disimular la sonrisa que le había provocado el comentario del actor. Lexa se volvió hacia ellos con una ceja levantada, mirándolos incrédula. Como si la hubieran despertado de un sueño que no quería que acabara y ellos no tuvieran que estar ahí.

- Lincoln siempre tan oportuno e ingenioso. Para tu información, solo verifico que esta vez no va a salir corriendo.

- ¿Y pretendes escoltarla toda la noche o tienes otro increíble plan de los tuyos? - su amiga le golpeó en el brazo para que se callara y él la tomó del brazo llevándola hacia la entrada - Así que es eso: la comandante asustada como un cervatillo sin su madre ¿dónde está la Lexa rompecorazones?

- En el mismo cajón que la heterosexualidad de Clarke Griffin - contratacó dejando sorprendido a Lincoln.

- Con esa labia cualquiera no habría ganado aquella apuesta. Porque contra todo pronóstico - acompañó sus palabras de una gigantesca sonrisa mirándose de arriba a abajo - ganaste, comandante.

- Te equivocas - su amigo se quedó parado con la incertidumbre dibujada en la mirada observando la mueca burlona de la actriz - Pensaba que había ganado, pero durante seis meses no he sentido que sea la ganadora de absolutamente nada. Hasta hoy.

Lexa pronunció la última frase mirando directamente a Octavia, haciéndole partícipe de lo mucho que expresaba aquellas dos palabras.

- Y ahora...¿a quién le apetece una copa? - exclamó dirigiéndose a la barra. Como preveía, no consiguió encontrar a Griffin, y a quien si encontró fue a compañeros y trabajadores eufóricos por el éxito del estreno. Fue hablando con todos uno a uno sonriendo sinceramente, como la familia en la que se habían convertido después de tantos años. Tiempo era precisamente lo que le sobraba, estaba decidida a dejar que fuera la estudiante la que marcara el ritmo de todo lo que sucediera a partir de esa noche.

- Yo creo que esta noche mojas, Griffin - se acercó confidente hacia su oído para que pudiera escucharle por encima del volumen de la música - hay un pivón de ojos verdes que no te quita el ojo de encima.

Clarke volvió a beber de su gintonic mientras seguía la mirada de su amiga para encontrarse con la dueña del aquellos ojos. Se sonrieron de lejos y el calor inundó su estómago al sentir la intensidad de su mirada de nuevo en ella.

- Raven, no va a pasar nada - contestó suspirando y llevando su mano a la frente por el súbito calor que la había embargado.

- Si, eso dijeron mis padres en los 90 y llegué yo - cambió su bebida por una nueva y la miró - si por un momento has pensado que no vas a acabar en los brazos de esa pedazo de mujer esta noche es que el alcohol te sienta peor de lo que pensábamos Octavia y yo.

- Reyes, por favor - cortó nerviosa - han pasado seis meses ¿y tú estás pensando en un polvo?

- De reconciliación, los mejores.

- ¿Todo lo solucionas en la cama?

- La mayoría de cuestiones tienen su solución en ese cuadrilátero, si - repitió parafraseando su famoso dicho.

- Ya, pero las personas antes hablan, ¿sabes esa conducta social que consiste en conversar y básicamente solo en conversar?

- Por supuesto, Griffin. ¿Por quién me tomas? - replicó indignada por la insinuación - Aún así, te engañas a ti misma, no a mí.