El efecto Griffin.

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Clarke volvió a dar otra vuelta sobre si misma enrollada sobre la suavidad de aquellas sábanas extendiendo un brazo para buscar a Lexa a su lado. Palpó con los dedos y dió con aquel vacío que le hizo aferrarse aún más a las sábanas."Alguien que sepa que te gusta agarrar la sábana o la camiseta con fuerza mientras duermes", sonrió recordando que ninguna otra persona, incliyéndose a si misma, había caído en la cuenta de aquel detalle sin importancia. Y ella lo había retenido en apenas dos contadas ocasiones en las que había compartido espacio durante la noche. Lexa había sabido y había querido quedarse a descubrir todas esas rutinas que envolvían la personalidad de lo que era Clarke Griffin y se le apretó un poco el corazón en el pecho.


Se hizo hacia el lado donde la actriz se había quedado profundamente dormida abrazada a ella y aspiró el olor que había dejado en aquella cama. Joder, es que era verdad que aquella mujer tenía un olor que conseguía embargarla. Abrió medio ojo confirmando que se encontraba a solas en la habitación, completamente desnuda y tapada apenas por aquellas sábanas blancas. Le hubiera gustado despertarse con la mirada de Lexa a su lado, seguramente sonriéndole chulesca y buscando alguna broma con la que hacerle rabiar. Estar a su lado era una sensación parecida a la adrenalina de un examen en blanco, pero combinado con la felicidad de obtener la mejor calificación de la promoción.


Se volvió boca arriba mirando al techo mientras se mordía el labio inferior sonriendo y llevándose sus manos a la cabeza tapándose la cara, sonrojada por la ilusión que le producía las imágenes de la noche pasada. Suspiró con fuerza recordando y algo la golpeó aún más fuerte en el pecho y la excitación volvió a envolverla. A pesar de ser su primera vez con una mujer, Clarke no se detuvo demasiado a pensar en géneros porque estaba segura de que iba más allá de todo eso, se sentía como una adolescente en su primera vez. Nunca ninguna otra experiencia sexual logró ponerla tan nerviosa y de tan buen humor. Recordó las caricias de Lexa, sus besos, su manera de hacerla sentir segura simplemente con su mirada o cómo se desnudaron en aquel sofá a pesar de llevar toda la ropa puesta. De como pasaba de la calma a la furia en segundos y las combinaba ambas con una maestría digna del mayor premio en el universo si es que fuera posible participar. Es que el sexo con Lexa Woods era increíble, pero conocer a la verdadera Lexa era aún más increible todavía.


Reconoció el hilo musical suave de fondo que sonaba tras la puerta "...and I know that we can be so amazing..." y sonrió de nuevo con ganas. Fue al darse cuenta de que Lexa no se había quedado junto a ella lo que la hizo llenarse de dudas y miedos, los "¿y si es una noche solamente?" se le acumulaban entre los "no te merece Clarke". Los "¿y si esto ha sido todo?" se mezclaba con la voz de Raven en su cabeza "pues disfrútalo Griffin, no todas tenemos esta oportunidad con Lexa Woods". Así era desde que la había conocido, una montaña rusa de grandes dosis de adrenalina mezcladas con el miedo a la caída. "...que merece la pena la caída libre, los riesgos y que además salte sin un puto paracaídas", y la noche había sido increíble, pero ella quería también la mano de Lexa en su mano huyendo de cualquier sitio porque lo que menos les importaba  era el resto de la humanidad cuando estaban juntas o la manera que tenía a sacarla a bailar en cualquier lugar,  solo para hacerla reír. Le gustaba la comandante en aquella serie pero también le gustaba la manera de aquellos ojos verdes buscándola entre la multitud. Y le encantaba que la besara contra cualquier pared como si fuera el último beso de su vida, pero también le encantaba como se metía las manos en los bolsillos cuando estaba nerviosa, concluyendo con un "estás preciosa, Griffin".


Joder, es que era ella la que ahora se había tirado sin un puto paracaídas, ahora la caída libre que se abria bajo ella era demasiado alta, porque quería abrazar a Lexa y a la vez quería morderle con fuerza el cuello, porque había descubierto que su piel ahí era altamente sensible y que el sonido que hacía Lexa al gruñir le valdría para excitarse durante cuatro vidas más. "Es que te gusta de verdad, Clarke, es que te está gustando demasiado" y el miedo volvió a invadirla de nuevo, como una peligrosa infección que se apoderaba de sus arterias y no la dejaba escapar. Es que era Lexa Woods, la pisamujeres, la seductora nata, la sonrisa de Hollywood, la chica de todas las portadas y la mujer con la que acababa de pasar la noche, la que no se quedaba a dormir con nadie, la que no llevaba a nadie a su casa, la analfabeta emocional por excelencia pero a la que se le daban de puta madre las estadísticas. "Te apuesto tres y me gano cuatro..." aquella forma de sonreírle se le reproducía en formato 4k mientras le tendía la mano. Se enrolló la sábana tan rápido que se tropezó al levantarse de la cama, sintiendo como la devoraba la ansiedad. "No te puede gustar Lexa, no puedes seguir sufriendo así...".

La mujer de verde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora