Canción de guerra.

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Anya caminaba revisando todas las notas de su reunión, hablando a un Lincoln y una Lexa que seguían alternando bromas entre ellos, el joven había decidido optar por una simple camiseta blanca con abertura en forma de V que destacaba el principio de unos marcados pectorales, el blanco de la camiseta básica no hacia si no destacar la piel morena del actor que sabía de su facilidad para hacer que cualquier mujer que se le acercara enloqueciera. Lo completaba una gorra de los Yankees que le daba un aire informal a su aspecto junto con sus Adidas blancas y unos vaqueros bastantes más rotos de lo que le hubiera gustado a Anya para una reunión como aquella, sin embargo, al mirar de reojo a su representado sabía que Lincoln fascinaba simplemente con su sola presencia. 

Del otro lado teníamos a una Lexa preparada especialmente para la ocasión, ella y no Lincoln, era el principal reclamo publicitario de ese acuerdo, ella era uno de esos principales puntos determinantes que conseguían cerrar o no acuerdos. Ya que había aceptado la proposición de la jefa y representante de City of Light,su querida Anya, su profesionalidad y saber estar le hacían inevitable haber pasado por vestuario y maquillaje antes de dirigirse hacia el salón de juntas junto a sus dos amigos. Tras observar a Lincoln con una sonrisa irónica se detuvo un instante en lo impresionante que se hallaba Lexa. Con un simple vestido de tirantas verde de encaje y ajustado a su torneado busto la castaña lucía un escote de infarto a pesar de no ser este especialmente prominente, pero Lexa y su equipo de vestuario sabían sacar el máximo provecho posible a unas medidas ya de por si perfectas. 

En apenas media hora la actriz estaba preparada para dejar morir por infarto a más de uno y más de una. El vestido le caía ajustadamente por las caderas hasta llegar a unas piernas definidas y que parecían no tener fin. El corte de la tela, tras los muslos, dejaba traslucir totalmente sus piernas y un color moreno de piel que había conseguido en las últimas semanas tras pasar más de un día en la Bahía de Santa Mónica, pese a las reiteradas protestas del director creativo de Heda que le insistía en que la comandante no se dedicaba entre batalla y batalla a tostarse al sol. Su melena castaña caía sutilmente sobre uno de sus hombros, con las ondas de su pelo marcadas naturalmente de forma informal y el sutil maquillaje de sus ojos Anya estaba segura de que no había mujer en todo Hollywood, y se atrevería a apostar que en la Tierra, que con menos consiguiera resultar tan irresistiblemente atractiva.

Anya iba a comentarle algo sobre el acto promocional cuando Lexa se percató de que se había dejado el bolso en el coche.

- Tardaré solo 10 segundos Anya, de verdad.

- Está bien, Lincoln y yo iremos entrando en la sala de juntas, recuerda que es en en el último pasillo - Anya miraba sus papeles rebuscando en él que había apuntado los datos que le habían aportado para Lexa - Debería estar esperándote tu nueva asistenta de todas formas, esperaba presentártela yo misma pero ya veo que va a resultar imposible, Lexa, cariño, no tardes, ¿estarás bien verdad? Se llama Octavia Blake, según me han dicho es una grandísima profesional, recuerda lo que me prometiste, yo tengo que entrar ya en la reunión.

- Sabes que estará todo bien, Anya, una comandante siempre cumple sus promesas, tardaré menos de 3 minutos en hacer mi aparición estelar sobre estos tacones de infarto en la sala de juntas, espero que te basten 3 minutos para tenerlos a todos dominados para cuando yo llegue, ¿de acuerdo? - la actriz abrazó a su amiga sabiendo de sobra lo muchísimo que podía ganar con este acuerdo su representante.

Lexa se retiró, mirando a su amiga con tristeza mientras esta le daba las llaves del coche, siempre pendiente de ella aunque por delante tuviera uno de los mejores acuerdos de su carrera, se preguntó si algún día podría agradecerle todo lo que había hecho por ella, se había convencido de que necesitaba esa asistente, no podía permitir que su amiga se desviviera y viviera preocupada por ella cuando la empresa que fundó con tanto esfuerzo no hacía más que crecer. Definitivamente intentaría soportar a su inminente asistente por ella. Era su mejor amiga, su hermana e incluso sabía ejercer de madre cuando era necesario, sin duda, ella era el principal y único motivo por el que se había comprometido a toda esa farsa de actos publicitarios que nada tenía que ver con lo que ella en realidad se dedicaba. Le gustaba, le apasionaba actuar, mimetizarse con cada uno de sus personajes, pensar y sentir por y con ellos, desde que había tenido uso de razón Anya había estado a su lado y también su sueño de lograr ser algún día la actriz que era hoy en día. Vió las espaldas de Lincoln y Anya alejarse mientras daba vueltas en su mente y se giró sobre sus altísimos zapatos de tacón Gucci y salió disparada hasta el ascensor que la conduciría hasta el subsótano segundo donde habían aparcado el coche. 

La mujer de verde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora