Sargento de hierro.

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Lexa corrió tras la ausencia que había dejado Clarke en su propia casa, siguiendo la estela de unas esperanzas rotas en el justo momento en el que la joven abandonó aquella habitación. Se detuvo con las piernas temblando y la puerta abierta cuando agachó la cabeza, centrando su atención en la estudiante sentada en los escalones de la vivienda.

- Clarke - la rubia escondió su rostro entre las mangas de su sudadera, sintiendo a la actriz sentarse justo a su lado - No te has ido. Clarke, mírame.

Levantó la cabeza con la mirada cristalina y los pensamientos más desordenados de toda su corta existencia. Existía un fino hilo entre lo que Clarke deseaba y lo que debía hacer, y la indecisión entre ambas la estaba consumiendo lentamente.

- Lo siento, Clarke, lo siento - Lexa la atrajo hacia su pecho tomándola por el hombro contrario, respirando el aroma de su cabello en aquel abrazo improvisado - ojalá pudiera demostrarte que las cosas pueden ser diferentes.

Clarke se dejó hacer escuchando atentamente las palabras de Lexa, embriagándose del tacto y la fuerza del agarre de la castaña, meciéndose por la comodidad de aquel inesperado gesto. Ojalá hubiera una solución donde nadie saliera herida, pensó, ojalá fuera tan fácil como encontrar su lugar entre los brazos de Lexa. Una lágrima de esta rodó de su mejilla hacia la de Clarke, que se inclinó hacia ella, deteniéndola con dedos temblorosos.

- No llores, Lex - recogió una segunda lágrima acariciando su mejilla - sé que lo sientes. No sé por que, porque eres la persona más fanfarrona, engreída y ególatra que he conocido pero te creo.

Lexa sonrió al escuchar a Clarke con una sonrisa dibujada haciendo bromas y por un momento creyó que las esperanzas volvían a reconstruirse.

- No te vayas, Clarke, no te vayas - la abrazó aún más fuerte escondiéndose en su cuello mientras Clarke acariciaba su nuca, cerrando los ojos fuertemente - por favor. No lo hagas. Yo...

La voz se le quebró notando como Clarke buscaba aún más aquel abrazo entrelazando sus dedos con los suyos y dejando un suave beso en sus nudillos.

- Lexa, está bien, tranquila. Me encantaría saber cómo continua esta historia, te lo aseguro. Pero yo... - siguió hablando mientras jugaba con sus dedos - ...yo necesito tiempo, Lex. Han pasado demasiadas cosas en mi vida, mi cabeza es un equilibrista luchando constantemente por no caer.

- Pero Clarke, no dejaría que te cayeras. Yo no podría verte caer, no por mi culpa.

- Lex, es que esto ni siquiera va contigo. Tú eres la persona que más me ha hecho sonreír en estos últimos meses. Y la que más me ha sacado de mis casillas también, pero creo que es parte del encanto. Pero necesito tiempo, tiempo para estar bien conmigo misma y afrontar lo que venga, sea bueno o malo. Verás - se incorporó quedando frente a frente sin soltar sus manos en ningún momento - estar contigo es como tirarse en paracaídas.

- Clarke...

- Lexa - la rubia sonrió mientras la silenciaba llevando uno de sus dedos hacia sus labios - déjame terminar. ¿Alguna vez te has tirado desde un avión en paracaídas?.

Lexa negó confundida mientras volvía a juntar sus manos, acariciando el dorso de su mano.

- Yo si, fue el regalo de mis 18 años de Raven para nosotras tres - contestó riendo- Resulta que vas hacia una explanada enorme donde te espera un pequeño avión que en cuestión de segundos te tiene a bastantes kilómetros lejos de la superficie. Y ahí empieza tu primera sensación de vértigo porque estás flotando en un cacharro de toneladas que se sostiene en el aire. Pero se te pasa rápido cuando el monitor te explica como funcionará todo. En ese momento incluso te empieza a parecer cómodo saberte en las nubes cuando lo que te espera es una caída libre de muchísimos metros. 4000 metros para ser exactos, si Raven es la encargada de tu primer salto tándem.

La mujer de verde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora