Capítulo 5

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—¿Interrumpo algo? —escuchar la voz de William detrás de mí hizo que me estremezca.

—Si te soy sincero, sí—afirmó Richard con calma sin dejar de abrazarme y con su mirada fija en él.

—Quisiera decir que lo siento, pero estaría mintiendo—por su tono de voz pude percibir lo tenso que se encontraba, Richard pareció percibir lo mismo porque sonrió con suficiencia. Yo, volví a ocultar el rostro entre los brazos de mi nuevo amigo con la intención de borrar la humedad que mis lágrimas habían causado y de la que no quise que William se percatara—. Necesito hablar contigo, Johanna—su atención se dirigió hacia mí ignorando lo anterior, mientras permanecí oculta entre los brazos y el pecho Richard.

Cuando ya no hubo rastro de lágrimas en mi rostro giré mi cuerpo hasta quedar frente a él. Richard colocó sus manos en mis hombros pegándome a su pecho sin dejar de mirar a William a la cara, sabía que su actividad se debía a la reacción de hace un momento y a la tensión que percibió entre ambos. Intentaba protegerme cumpliendo con la promesa que realizó con anterioridad.

—No tenemos nada que hablar, William —lo que menos necesitaba en aquel momento era su compañía, me negaba a permanecer a solas con él, ese día no estaba siendo uno bueno para ello.

—Hay cosas que no quedaron claras en nuestra última conversación —el recuerdo hizo sentir avergonzada. Aún no podía creer que le ofrecí una noche de sexo y que él se negara. Al recordarlo rectifiqué mi decisión, no quería hablar con él por lo que busqué refugio en Richard pegando mi cuerpo mucho más al suyo.

—Dijo que no quiere hablar contigo, Paterson. Déjala tranquila —defendió el que se autodenominó mi mejor amigo al ver mi actitud hacia él.

—No te metas en esto, Ruiz, no tiene nada que ver contigo—su expresión se tornó cada vez más molesta—. Johanna—insistió, no quería, por lo que no accedí.

Al ver que no planeaba respetar mi decisión, tomé la mano de Richard para alejarnos de allí dejando a un no muy contento William anclado en el sitio.

—¿Estás bien? —asentí con un intento de sonrisa respondiendo de manera silenciosa la pregunta que hizo mi amigo.

—Sí, necesito ir al baño—informé caminando lejos de él sin esperar contestación alguna de su parte.

Entré a la casa y caminé en dirección a uno de los baños de invitados, conocía de memoria donde estaban ubicados. Una vez allí abrí la llave, mojé mis manos llevándola directo a mi rostro, humedecí toda cara tratando de calmarme. Estar cerca de William me afectaba más de lo que quería admitir.

Cuando creí que estaba a punto de lograr mi objetivo al conseguir un poco de sosiego, tocaron la puerta haciendo que me sobresalte alejando la calma que tanto necesitaba en ese instante.

—¡Está ocupado! —grité a quién sea que estuviera interrumpiendo mi oportunidad de calmarme, sin embargo, eso no sirvió de nada porque volvieron a insistir, pero esa vez aporreando la puerta con más fuerza e insistencia—, ¡está ocupado! —gruñí en dirección al impertinente que no parecía entender que debía esperar su turno. Un poco hastiada y con ganas de estrangular a alguien retiré el seguro de la puerta dispuesta a enfrentarme al imprudente invasor.

Antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo soy obligada a entrar al baño y encerrada en el sin derecho a escape. Si antes estaba molesta, en aquel momento lo estaba aún más, y el culpable no era nada más ni nada menos que William quien parecía no estar acostumbrado a recibir un no por respuesta.

—Te pedí hablar—argumentó provocando que todo el remordimiento que sentí al dejarlo solo parado en el jardín se esfumase y solo logró que aumentara mucho más el enojo.

—Déjame salir de aquí, sea lo que sea que quieras decirme no me interesa, olvida la conversación que tuvimos en el restaurante, olvida lo que te propuse, ya no importa. Solo quiero irme a casa, descansar y olvidarme de este día.

——Debí suponerlo, si hasta me has encontrado un reemplazo. Es obvio que ya no te interesa acostarte conmigo. Encontraste quien pueda darte la diversión que te negué, es lo que hacen las mujeres de tu clase. ¿Es por qué es más joven que yo? ¿De verdad te interesé en algún momento?

—¿De qué estás hablando?

—Hablo de Richard—exclamó furioso—me ofreciste una noche de sexo y como me negué, buscaste un sustituto, no pensé que eras ese tipo de mujer, una...—no dejé que continuara, mi mano impactó contra su mejilla con un ruido sordo.

Mi respiración era agitada, no podía creer que este era el mismo hombre que llevaba conociendo desde hace tiempo. En mi cabeza traté de procesar la idea de que William Paterson haya estado a punto de llamarme puta. Siempre lo consideré un caballero que respeta a las mujeres, que las admira, por eso estuve dispuesta a acostarme con él, estaba dispuesta a olvidar mis prejuicios y disfrutar de una noche de sexo sin compromiso. Ahora desconocía al hombre que tenía delante de mí, y aunque no había querido que ningún sentimiento me uniera a él para evitar una decepción, en ese instante era justamente como me sentía, decepcionada.

No soportaba su presencia, no quería ni verlo ahora, buscaba alejarme de allí, intenté salir del baño, pero al hacerlo fui detenida por su fuerte mano.

—Por favor, Johanna, discúlpame, no he querido ofenderte —se excusó—. Yo... —interrumpió su diálogo para luego volver a continuar— yo sentí celos, verte tan feliz con él hizo que no reaccionara de la mejor manera—me tomó por sorpresa que admitiera que estaba celoso de Richard, porque no le había dado motivos para hacerlo y no había nada que me uniera a él de manera sentimental más que aquella estúpida conversación y la absurda propuesta que le hice en el restaurante. Por lo que podía meterse sus celos por donde no le diera el sol.

—Suéltame, William—pedí ignorando todo lo que había dicho—. Déjame salir de aquí.

—¡Por favor! —Suplicó —No quiero que te vayas enojada conmigo—un suspiro pesado salió de sus labios—. No sé qué hacer, te necesito, te quiero conmigo en mi cama, en mi casa, en mi vida—su mirada se posó en mí observando mi rostro con intensidad —. Solo dame una oportunidad. Una oportunidad de demostrarte que no eres un juego para mí, quiero algo serio y lo quiero contigo, Johanna.

—No quiero una relación William, no necesito una pareja—aclaré sacando mi brazo de su agarre para luego abrir la puerta del baño y salir de allí sin mirar atrás.

Al regresar a la fiesta mi respiración se encontraba agitada, respiré con profundidad antes de sumergirme en el grupo de personas que bailaban en el jardín. Busqué a Richard con la mirada hasta dar con él y le pedí que me llevara a casa. Por un momento olvidé que había estado tomando y que no era una buena idea conducir en ese estado, por lo que llamó a su chófer para llevarme a casa y luego irse a la suya. Me despedí de la señora Roberts y antes de partir observé hacia la puerta con el fin de ver a William por última vez aquella noche. No obstante, no había un solo rastro de él.

Sentí una opresión en el pecho que dolía, que me hacía sentir ahogada cada vez que estaba a su lado. Hui de esa clase de sentimientos todos esos años. No quería volver allí, no quería volver a sentir esa vulnerabilidad que antes gobernaba mi vida.

Llegué a casa cansada, pero intentar dormir resultóser un deporte olímpico donde no tenía ninguna oportunidad de ocupar alguno delos primeros puestos. No dejaba de pensar en lo ocurrido en la fiesta de esanoche, no dejaba de pensar en él, en su reacción, aquella que hizo que abrieralos ojos. Por suerte, no tendría que ir a la oficina al día siguiente.

 
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No te dejaré rendirte (COMPLETA) Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora