Viví llena de miedo, me escondí buscando la manera de hacerme invisible, apartada de todos y todas, consumiéndome poco a poco. Ahora mientras mis pies recorren el pasillo del hospital para salir de allí, lo hago con la frente en alto, segura de quién soy, llena de objetivos y de razones para vivir. Quiero que todos me miren, que vean mis cicatrices, que cuando me miren a los ojos vean mi dolor, la oscuridad de mi alma, pero que también sean consciente de que esa oscuridad no me consumió, sino que la hice parte de mi convirtiéndola en luz, una muy diferente a la que todos están acostumbrados, pero que brilla igual y con la misma intensidad que la del resto del mundo.
Por mucho tiempo permití que otros sean quienes tomarán las decisiones, no fui más que un títere de seres sin escrúpulos, abandonada a mi suerte, encerrada en un círculo vicioso de tristeza y desesperación.
Las cicatrices seguirán allí, sin embargo, el mensaje que representan es muy distinto ahora. Al principio mostraban mi vergüenza, las consecuencias de mis malas decisiones que tenía que ocultar a toda costa, el dolor del pasado, de la violencia y la falta de valentía.
Hoy son un símbolo de guerra, de esperanza, de que mis malas decisiones no me definen y que no puedo permitir que un tropiezo me condene a vivir en un mundo lleno de oscuridad. Mis cicatrices representan mis caídas, pero más que eso, las veces que logré levantarme cuando las fuerzas no me daban. Representan cada lágrima derramada en silencio, mi corazón roto, mis pasos en falso, pero también mi resistencia, la tenacidad, mi resiliencia.
Ya no hay dolor al mirarlas al espejo, ahora lo que veo en ellas, es lo que me va a permitir levantarme en las mañanas a defender cada mujer abusada, mujeres a quienes se les cierra la puerta a la cara sin importar su sufrimiento, aquellas valientes que huyen sin lograr llegar muy lejos, a las que no pueden escapar, a las que las autoridades no hacen caso, a las silenciadas y a las que gritan en busca de ayuda no importando no ser escucha, por ellas quiero levantarme cada mañana y asegurarle un mejor futuro al igual que a sus hijos.
Aquellos dos días que estuve en observación luego de despertar, conversé con William, le conté todo lo que no me había atrevido, se sintió liberador poder sacar todo lo que por años me atormentó. Él me escuchó atento, sin interrupciones innecesarias, para luego abrazarme y permitirme llorar hasta que mis lágrimas cesaron. Cuando logré calmarme, me propuso crear una fundación para ayudar a esas mujeres que al igual que yo sufren o sufrieron violencia doméstica, un refugio donde nadie pueda hacerles daño y buscar la vía legal para alejarla de su agresor. Obviamente volví a llorar, lo besé sintiéndome la mujer más afortunada del planeta por tenerlo a mi lado, y acepté aquel desafío que me planteaba.
Desde el hospital empezamos los trámites, Clara, junto con otros abogados designados por él iniciaron el proceso legal para empezar cuanto antes. La edificación fue lo primero en conseguir, William disponía de un terreno para un nuevo supermercado que donó para que se construyera un complejo que les brindara seguridad y refugio a mujeres abusadas.
No te dejaré rendirte fue el nombre que elegimos para la institución, creo que no había uno más significativo para la misma. Estaba segura de que con el tiempo sería un referente a nivel mundial cuya misión radica en la protección de la mujer.
ESTÁS LEYENDO
No te dejaré rendirte (COMPLETA) Editando.
ChickLitDespués de un matrimonio desastroso Johanna le ha cerrado la puerta al amor. Prometió jamás volver a enamorarse, una promesa que recuerda cada día al mirar su rostro en el espejo. Una noche y nada más, es su lema de vida, cualquiera pensaría que esa...