Aquella petición logró que me asustara y excitara en la misma medida, lo observé perpleja esperando que me dijera que aquello era una broma, pero la intensidad con la que me observaba fue la confirmación que necesité para darme cuenta de que hablaba muy en serio.
Di dos pasos hacia atrás, de reojo vi como la puerta de la habitación se encontraba abierta, apresurada la cerré para luego volver a quedar frente a él quién seguía cada uno de mis movimientos. Tocarme me resultaba natural, creo que toda mujer ante la ausencia e incluso con un hombre a su lado se complació a sí misma en alguna ocasión. En mi caso, lo hice en la soledad de mi habitación, ahora, hacerlo mientras él observaba produce cierto temor en mi. No obstante, mi mente no ponía reparo ante la idea, mi cuerpo ardía en deseo y quería vivir aquella experiencia.
Despacio, comienzo a desvestirme complaciendo la necesidad apabullante de aquella pequeña parte de mi anatomía que reclama por alivio. Una vez en sujetador y bragas, giro sobre mi espalda empezando un lento y sensual baile— si William quiere que me masturbe frente a él, lo haría a mi manera.Decido provocarlo hasta llevarlo al límite, necesito que su excitación llegue al punto máximo, de alguna forma ese pensamiento hace que me sienta poderosa. Retiro el sujetador con movimientos pausados y sensuales, puedo escuchar su respiración pesada detrás de mí. Mis bragas corren la misma suerte, pero al hacerlo me inclino hacia delante dándole un vistazo privilegiado de mi trasero desnudo, escucharlo maldecir lleva una ola de calor a mi entrepierna, al mismo tiempo que sus manos sujetan mis caderas con una ligera presión permitiéndome sentir la dureza de su miembro contra la espalda baja.
Le Golpeo alejándolo de mi cuerpo.
—Aun no puedes tocar, solo observa—regaño sintiéndome en pleno control de la situación.
—Ya no quiero que te toques, quiero hacerlo yo. Muero por hacerte el amor en este instante.—intenta volver a acercarse, pero no se lo permito.
Quería que me hiciera el amor fervientemente, pero aquella petición de su parte, las ganas de complacerme y complacerlo la convertí en un reto personal, en otra ocasión ni de broma me atrevería a algo igual.
—Vas hacerme el amor cuando yo lo decida. Siéntate—. Señalo el mueble que se encuentra a su lado. Obedece no muy contento con la idea, pero dispuesto a cumplir mi petición.
Completamente desnuda dejo caer mi cuerpo sobre la cama, con mis manos inicio un recorrido por toda mi anatomía disfrutando de la mirada de deseo con la que William sigue el movimiento de mis manos. De reojo le veo quitarse la ropa hasta quedar completamente desnudo, gimo ante la grandiosa imagen que me brinda.
Acaricio mis pecho provocando que ligeros jadeos inunden la habitación ante la sensibilidad de estos, sigo el recorrido hacia el sur hasta llegar a mi vagina. Abro mis piernas e introduzco dos de mis dedos estimulándome. Entro y saco con lentitud aumentando la velocidad poco a poco. William delante mi ha comenzado a tocarse sin dejar de observar hacia mi entrepierna, su mirada de lujuria me enciende, me enloquece como no tiene idea. Dejo de jugar y me acaricio a plenitud en busca del orgasmo, cierro los ojos cuando siento que mi clímax se acerca, justo cuando estoy a la puerta de el siento las manos de William detener el movimiento de las mías, estoy a instante de quejarme cuando siento la humedad de su boca recorriendo de manera hábil mis pliegues, en menos de un minuto estoy gritando ante la oleada de placer que me provoca alcanzar el clímax.
Mi cuerpo tiembla con pequeños espasmos, la boca de William recoge la humedad producida por el orgasmo, una vez mi respiración se normaliza se alza sobre mi y empieza a besarme como si de aquello dependiera su vida.
—Cansada—interroga al separar su boca de la mía. Niego.—Me alegra saberlo, apenas estamos comenzando—.El peso de sus palabras cobran fuerza cuando lo siento introducirse despacio en mi cavidad, ambos gemimos ante el roce. Su cuerpo se mueve con maestría sobre el mío, me deleito escuchando sus jadeos con la cara escondida entre mi omoplato izquierdo. Tomo su cabello entre mis dedos y tiro con fuerza de él al sentirlo introduciéndose por completo dentro de mí.
Disfruto de sus besos, de sus manos recorriendo mi cuerpo, del calor que desprenden sus labios sobre mi piel, enloquezco sumergida en aquellas sensaciones hasta que alcanzo mi segundo orgasmo y William me acompaña un momento después con un ronco gruñido.
Lo siento desplomarse sobre mi cuerpo sin llegar a aplastarme, acaricio su espalda sintiéndome completamente plena y segura a su lado.
—Quiero intentarlo—comunico, levanta la cabeza para observarme apoyando su peso sobre su brazo derecho.—Quiero que intentemos tener una relación—pido dejándolo mudo por un largo tiempo.
Se levanta de la cama sin preocuparse en cubrir su desnudez, sus ojos no dejan de escudriñarme obligando a mis manos a reaccionar, tomar la sábana y cubrirme con ella. Mis nervios se disparan al no recibir respuesta de su parte, él se encuentra como en una especie de hipnosis, y yo, temo despertarlo y recibir una respuesta que no sea de mi agrado.
Decido rendirme, envuelvo la sábana alrededor del cuerpo levantándome dispuesta a darme un baño y olvidarme del papelón que acabo de hacer.
Al pasar por su lado me detiene, con una de sus manos acaricia mis mejillas brindándome una radiante sonrisa.
—¿Estás hablando en serio?—cuestiona sin dejar de sonreír. Asiento con el mismo entusiasmo.
—¿Crees que podría bromear con algo así?
—No, por supuesto que no. Es que no me lo creo—toma mi cara entre sus manos repartiendo un reguero de besos por todo mi rostro y terminando en mis labios.
—Quiero intentarlo, William, pero necesito que establezcamos reglas para que esto funcione.
—¿Quieres que hablemos mientras tomamos un baño? —Ofrece.
—No creo que eso resulte efectivo. Dudo que podamos tener una conversación decente si ambos estamos desnudo en un espacio tan pequeño —Aunque pensándolo bien, su baño no es tan pequeño que digamos.—Razono.
—Ahora mismo estoy desnudo delante de ti y estamos teniendo una conversación decente—Expresa con coquetería.
—Buen punto, de todas formas, quiero estar completamente relajada cuando hablemos. Voy a darme un baño. Sola—Advierto cuando veo que intenta seguirme. —Y necesito comer algo, hay que reponer energía —Bromeo dejándolo sorprendido.
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No te dejaré rendirte (COMPLETA) Editando.
Literatura FemininaDespués de un matrimonio desastroso Johanna le ha cerrado la puerta al amor. Prometió jamás volver a enamorarse, una promesa que recuerda cada día al mirar su rostro en el espejo. Una noche y nada más, es su lema de vida, cualquiera pensaría que esa...