Si preguntas a alguien si es feliz, las respuestas van a variar, la felicidad tiene muchas formas y características; unos dirán que para ser felices necesitan graduarse, tener una gran casa, casarse o tener hijos, para otros la felicidad es un espejismo, momentos específicos que cuando están tristes, recuerdan y vuelven a ser felices por un período corto de tiempo. Es por eso que se ha establecido que la felicidad es un concepto relativo, siempre dependerá del ojo que mire.
Si me preguntaran sobre si soy feliz o no, creo que en mi rostro se formaría una enorme sonrisa antes de exclamar con fuerza una respuesta afirmativa. El concepto de felicidad que manejo hasta el momento han sido estos meses donde me he sentido en paz como hace tiempo no lo hacía, después de todo, darle formalidad a lo que teníamos William y yo, fue de las mejores decisiones que he tomado. Los miedos no se han ido, pero ya no gritan tan fuerte. William me brinda seguridad, hace que me sienta amada y me ha enseñado a confiar, no solo en él, sino en los demás. Si, no hay duda que soy feliz a su lado.
La única regla que establecimos en la relación es ser completamente sincero el uno con el otro, y que si en algún momento sentimos que esto no nos lleva a ningún lugar y nos hace sufrir, romperiamos la relación manteniendo entre nosotros una cordial amistad por el bien de nuestro hijo.
Existen cosas que aún no he podido contarle a William, me resultaba doloroso hablar de ellas, logré hablarle de mis padres y la razón de mi nula relación con ellos, eso lo considero un avance significativo.
Volví a terapia por recomendación de mi jefa y amiga, Tereza. Ahora le ponía más empeño, era tiempo de avanzar, de dejar el pasado atrás, mis sentimientos por él iban en aumento y con ello la puerta a una nueva oportunidad. Una oportunidad de ser plenamente feliz.
Richard ha estado a mi lado todo este tiempo, apoyándome. Entre él y William establecieron una especie de amistad en dónde mi novio ha comprendido-o al menos lo intenta-que los celos que siente por mi amigo están infundados.
Tomando parte en nuestro trato sobre ser sincero el uno con el otro, me atreví a preguntarle a William la razón por la que Patricia se marchó de la casa. Así fue como aprendí que ellos también eran buenos amigos, al descubrir que escuchó nuestra conversación y se alejó para no dañar la relación que no teníamos para ese tiempo, sino que buscáramos que esta se formalizara y fortalezca sin ningún obstáculo en el camino.
Hoy se llevará a cabo la fiesta de revelación del sexo del bebé, idea de Tereza, me emocionaba aquello, me emocionaba todo lo que involucrara a mi niño. La fiesta estaba planeada en casa de William por exigencia de él, yo no tenía nada que objetar, estaba feliz de que así sea.
Unos toques en la puerta de la habitación es la señal que me indica que debo ir bajando porque los invitados han llegado. Observo mi reflejo en el espejo una vez más sintiéndome feliz con el resultado. Estoy euforica, muero por saber el sexo de mi bebé, solo es curiosidad, porque mi hijo será amado incondicionalmente. Sé que suena cliché, pero no creo que exista nada tan real como el amor que siento por este niño que aún no ha nacido, pero que ha logrado que vuelva a sonreír sin miedo al futuro, al pasado, o al presente.
Salgo de la habitación encontrándome con una de las chicas de servicio.
-Se ve muy hermosa señora-Halaga.
-Gracias, pero ya te dije que puedes llamarme Johanna. -Asiente con una sonrisa.
Llego al jardín donde se está llevando a cabo la fiesta. Veo la decoración y me emociono, hay guirnaldas azules y rosadas por todo el lugar. Saludo a algunos de los invitados en mi travesía por llegar hacia donde se encuentra William quien habla con algunas personas dándome la espalda. Tereza me intercepta cuando casi llego a mi objetivo.
-Estás preciosa.-Agradezco sus palabras-Necesito que me prometas algo, Johanna-pide generándome confusión y un ligero malestar al ver la seriedad en su rostro. -Tú novio-señala tras su espalda.-ha querido darte una sorpresa, pero aunque estuve de acuerdo e incluso le ayudé para que sea posible, no quiero que vayas a desmayarte o sorprenderte demasiado y que te suba la tensión porque al señor no se le ocurrió otra manera menos caótica de demostrar su amor, y ya hemos sido testigo de que las impresiones fuertes y tú no son buenas amigas.
Escucho cada palabra que sale de su boca sin tener la mínima idea de todo el caos que sus oraciones ocasionan en mis nervios.
-Prometelo, Johanna. Promete que no vas asustarte, desmayarte o salir corriendo.
-Lo prometo. Ahora. ¿Puedes dejarme ir a ver a mi novio y saludarlo? No lo he visto en todo el día, además ya estás empezando a asustarme.
-El amor, el amor, el amor-Canturrea feliz ignorando mi última frase. Sonrío ante lo infantil que me resulta su actitud. -Adelante-me deja sola y vuelvo a emprender mi camino hacia William. En ese instante se da la vuelta y mi corazón comienza a latir con prisa ante lo guapo que se ve, de repente soy sacada de aquella fantástica visión por la presencia de Richard quién detiene mi andar. En solo segundos mis pies dejan de tocar el suelo y soy girada en el aire por mi amigo quién se encuentra muy emocionado.
-Bájala-Truena la voz de William a un lado de nosotros. Richard obedece sin perder la sonrisa.
-¿Quiere que te gire a ti también?-Cuestiona sin perder su buen humor.
-¡Imbécil! Está embarazada.
-Cariño, no te enojes, por favor. Richard solo jugaba.
-Pero tú no eres un juguete-acaricia mi mejilla con ternura-Pudo hacerte daño.
-Lo siento, no pensé...-Richard parece darse cuenta que su acción fue un poco imprudente.
-...por supuesto que no pensaste, si lo hubieras hecho, te habrías dado cuenta lo contraproducente que puede resultar el final.
-William, basta. Richard se disculpó.-abogo por mi amigo.-Recuerda tu promesa, ambos, recuerden que me prometieron que buscarían la forma de llevarse bien, y hoy más que nunca necesito que así sea, estoy muy ilusionada y feliz por todo esto, no lo arruinen-Pido.
-Lo siento-ahora es William quien se disculpa.
-Perdón-Richard se acerca a mí besando mi frente para luego alejarse dejándonos solos.
-Fuiste muy duro con él-Comento enredando mis brazos alrededor de su cuello y dejando un beso breve en sus labios.
-Casi me da algo cuando lo vi levantarte de esa manera, no es un niño, Johanna. Tiene que madurar y entender que cada una de sus acciones tiene consecuencia.
-Si, pero no peleemos por eso, mejor dame un beso, no te he visto en todo el día.
-Te quiero-pronuncia antes de besarme con profundidad, por un momento olvido el lugar en dónde estamos y le devuelvo el beso con la misma pasión.
-¡Consigan un hotel!-Escucho desde algún lugar la voz de Clara interrumpiendo nuestro momento, William gruñe sobre mis labios y soy obligada a separme de él. Recorro el Jardín con la mirada, mi rostro se torna rojo de la vergüenza al darme cuenta que todos los invitados tienen la vista fija en nosotros.
-Quiero matar a Clara justo ahora-murmuro por lo bajo para que solo William pueda escucharme. Él solo se limita a reír.
-Vengan acá, chicos. Estamos esperándolos. -Observo el lugar dónde se encuentra Clara, está bajo un arco de flores mientras habla por un micrófono.-Ya tendrán tiempo para eso más tarde.
-Por favor, hazla callar-Pido muerta de vergüenza.
-Creo que la única forma de hacerlo es acercándonos a ella, de lo contrario seguirá hablando-Acepto lo que William plantea y nos acercamos.
-Aquí están los futuros papis-Aplaude con jovialidad cuando llegamos a su lado, los demás la imitan y un aplauso general se extiende por todo el jardín. -Hoy nos reunimos aquí porque tenemos comida gratis y a la comida gratis no se le dice que no-Las carcajadas no se hacen esperar. William rueda los ojos, pero veo lo divertido que le resultó el comentario-Y por supuesto. También nos reunimos hoy para dar a conocer el sexo de su bebé a este feliz pareja -nos señala. -La idea es la siguiente, vendrán dos personas con dos globos, uno azul y uno rosado, una de ella soltará uno de esos globos revelándonos el sexo del bebé. No me miren así que yo quería fuego artificiales.-reprocha dando a entender lo poco emocionante que le resulta la idea.
-Cariño-Interviene su esposo haciendo que vuelva al asunto importante.
-Lo siento, amor. Me dejé llevar-Le lanza un beso que genera un coro de awww cuando Iván alza su mano simbolizando que lo ha atrapado.-Necesito que se den la vuelta y cuando contemos hasta tres se giren-hacemos caso a su petición al instante. Los dedos de William se entrelazan con los míos ahuyentando un poco mis nervios. Escuchamos el conteo al unísono que lleva el público y cuando finaliza ambos damos la vuelta dejándome pretificada en el sitio.
Delante de mí se encuentra una pareja de dos señores mayores, una mujer como de mi edad y un hombre a su lado sosteniendo a una pequeña de aproximadamente cuatro años que en su mano carga un globo rosado. De pies, al lado de ellos, un niño un poco más grande que la pequeña tiene un globo azul en su manos. Las lágrimas comienzan a deslizarse de mis ojos al reconocer a la pareja mayor y a la mujer que lo acompaña. El niño un poco temeroso se acerca a mí extendiendo el globo que tiene. El hombre baja la niña e imita la acción del pequeño. Todos alrededor se han callado, miro a William en busca de una explicación y se encoge de hombros con un poco de miedo.
-¿Eres nuestra tía?-pregunta la pequeña después de recibir el globo. Miro a mi hermana y sus ojos al igual que el de mis padres están llenos de lágrimas.
Me inclino hasta quedar a la altura de los niños para responder su pregunta.
-Si, yo soy su tía.-Observo embelesada a la pequeña tan parecida a mi hermana, sé que todos están mirándome, algunos confundidos, otros, como William, con temor, midiendo mi reacción -¿Me dan un abrazo?-pido abriendo mis brazos, necesito el contacto, necesito asegurarme de que esto no es una ilusión y que las personas que tengo delante de mí es mi familia, la familia que no veo hace muchos años. Los niños no lo dudan y logran envolverme con sus pequeños brazos provocando que las lágrimas sigan saliendo con descontrol.
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No te dejaré rendirte (COMPLETA) Editando.
ChickLitDespués de un matrimonio desastroso Johanna le ha cerrado la puerta al amor. Prometió jamás volver a enamorarse, una promesa que recuerda cada día al mirar su rostro en el espejo. Una noche y nada más, es su lema de vida, cualquiera pensaría que esa...