Capítulo 25

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El nivel de molestia que sentía por la actitud que William tomó para conmigo fue superada por la decepción de saber que su preocupación—aunque bien aceptada—solo se debía a que llevaba sus hijos en el vientre.

Esperé todo el día para verle, lo único que deseaba era pasar un rato agradable con él después de todo el caos generado por la llegada de mi familia, quería tener la oportunidad de agradecerle lo que estaba haciendo por mi y los míos, sin embargo, el tiempo estaba en nuestra contra. Lo entendía, tampoco era como si estuviera actuando de manera irracional. No obstante, lo que sí me parecía un poco fuera de lo común eran mis ansias de verlo, de tenerlo cerca. Anhelaba su presencia como no lo había deseado hasta el momento, estaba empezando a culpar al embarazo por eso, pues ya no me parecía normal. 

Una vez en la soledad de mi habitación la nostalgia me ganó a tal punto de sentir que mi ánimo se venía abajo,  junto a él era vulnerable y no me gustaba la sensación que me dejaba aquel sentimiento.

Los días siguientes su insistencia para comunicarse conmigo era cada vez más notoria. Sentía pena por los empleados quienes me suplicaban con la mirada tomarle la llamada a su señor, pero aquello no estaba dentro de mis planes, no al menos sin que se me pasara la molestia que sentía.  Habían pasado cinco días desde que le colgué la llamada, mi familia se había marchado hace dos, todo estaba arreglado, no estarían tan lejos de mi, por lo que podría visitarlos sin inconvenientes y viceversa. 

Regresé a mi trabajo con Tereza, no me esforzaba demasiado, pero me ayudaba a tener la mente despejada, hoy se cumplían cinco meses desde que supe que estaba embarazada y decidí ir a vivir con William, estaba bien con ello, sin embargo, comenzaba a sentirme inútil, por eso tomé la decisión de volver a trabajar, por supuesto que William lo sabía y la noticia no le había agradado. 

A veces no entendía su comportamiento, llamó a mi jefa para exigirle que me despidiera, si antes estaba enojada con él, ahora no quería ni verlo. Seguí viviendo en la mansión porque teníamos un trato, tenía miedo de estar sola con mis bebés y que pudiera pasarme algo, quería irme a vivir con mis padres, ahora que estaban cerca esa parecía ser una muy buena opción. Aún así, ya estaba decidido, una vez nacieran los bebés volvería a mi departamento aunque tuviera que contratar un poco de ayuda. Mi relación con él se mantendría igual, seguíamos siendo novios, eso no iba a desaparecer solo porque estaba enojada con él, sé que con su llegada buscaríamos una solución y volveríamos a estar bien. 

Al caer la tarde del día siete de la ausencia de William, me encontraba rumbo a casa acompañada por el chófer que este había asignado para cuando quisiera salir. Iba perdida en mis pensamientos cuando el tono de un mensaje me sacó de la burbuja dónde me encontraba. Un mensaje de mi hermana tiritaba en la pantalla de inicio, —al ver que era un link de seguramente una página de chisme que no ha dejado de enviarme desde que tenemos contacto— la ignoro.

Cuando llego a la puerta de la mansión mi corazón dio un vuelco al ver estacionado al frente el auto en el que William siempre viaja. Una sonrisa boba se dibuja en mi rostro. Lo había extrañada demasiado y el enojo que sentía con el paso de los días disminuyó, ahora sentía vergüenza por mi comportamiento sin saber cómo actuar ante él después de todo el desplante que le he hecho.

Antes de bajar del auto otro mensaje de mi hermana llega, pensé en ignorarla, no obstante, sabía que no me dejaría en paz hasta no hacerle caso.

Tienes que leer esto.

Dice señalando el mensaje anterior con el emoji del dedo hacia arriba.

Es de vida o muerte.

Ruedo los ojos ante lo dramática que puede llegar a ser.

No te dejaré rendirte (COMPLETA) Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora