Observo mi cuerpo al espejo sintiéndome insegura, últimamente pasa seguido. El embarazo ha hecho que aumente mucho de peso, lo que ha provocado que no me sienta segura sobre mí cuerpo. Ya sé que es un proceso normal del embarazo y que una vez dé a luz podré recuperar mi peso ideal. Sin embargo, hay días como hoy, esta noche donde William decidió llevarme a una cena con un futuro socio, donde vestirme de una manera decente es una batalla difícil, en la que mi inseguridad hace acto de presencia haciéndome sentir poco hermosa.
—Cariño, ¿estás lista? —Ingresa a la habitación ignorando mi malestar. —Hermosa como siempre. —Halaga llegando hasta mí y logrando que con esas simples palabras me sienta mejor.
—Por esas cosas es que te amo. —Sonrío frente al espejo contemplando mi aspecto una última vez. Me extraña el silencio en el que se ha quedado William, por lo que giro encontrándolo parado frente a mi y luciendo muy sorprendido. —¿Sucede algo? —Cuestiono cuando veo que no dice nada sacándole de su burbuja.
—Yo también te amo—Llega hasta mí tomando mi rostro entre sus manos dejando un beso muy expresivo sobre mis labios.
—William, yo... —Quiero decir algo para contrarrestar aquel te amo que dije de manera tan espontánea sin detenerme a pensar en las consecuencia, sin embargo, me alegra que sea así, porque aunque no haya un ambiente todo romántico como sucede en las películas antes de decirlo, sigue siendo igual de sincero y el rostro feliz de él al contemplarlo hace que me dé cuenta lo mucho que esperaba aquella declaración verbal.
Recibo todos los besos que me quiere dar, hasta el momento en que quiere profundizar, lo detengo porque si no tendré que volver a maquillarme y ya no tengo tiempo para ello.
Le explico la situación y en contra de su voluntad salimos del cuarto para dirigirnos hacia el restaurante. La cena se llevará a cabo en uno de los restaurantes de mi jefa por decisión de ella, puesto que ella y su esposo también irán, al igual que Richard con Karen y Clara con Iván.
El contrato que tratan de lograr firmar involucra la empresa de Richard y Edward, al igual que la de mi jefa, donde Clara y William son socios mayoritarios.
El negocio que plantea la empresa del nuevo socio, si es que llegan a firmar aquél contrato, es un proyecto sumamente ecológico, que a parte de ser beneficio para el medio ambiente, -lo que me encanta, por lo que le insistí a William escuchar la propuesta -también le dejará una cantidad de dinero muy proporcional y como un extra de gran relevancia, pondrá a la empresa en la palestra pública en el ámbito internacional, dándole la oportunidad de captar nuevos inversionistas.
Cuando llegamos al restaurante nos encontramos con Karen y Richard quienes también van llegando.
—¿Pero qué tenemos aquí? Acaso es un balón de Fútbol gigante. —Exclama mi amigo al verme. Por lo general, amo las bromas que suele hacer a otras personas, pero cuando yo soy el objetivo de ellas, solo pienso en golpearlo muy fuerte para que no sea tan patán.
—No verás una mujer más hermosa luciendo embarazada que la mía, así que si no quieres que te golpee no vuelvas a decir algo como eso. —Defiende William haciéndome suspirar como adolescente enamorada y provocando que Richard y Karen sonrían en aprobación.
—Deberías aprender un poco de William, cariño, él si sabe que decir en el momento justo—argumenta esta para molestar a mi amigo, se que lo logra cuando lo escucho bufar.
—Lo mejor será ir entrando y no hacer esperar mucho más tiempo a nuestro futuro socio. Según Edward ya se encuentra dentro con él y su esposa.
—Hasta que dices algo que si vale la pena escuchar y resulta necesario—devuelvo la broma que me ha hecho. William sonríe besando mi frente en aprobación.
—Te estás dejando corromper. —Farfulla caminado hacia dentro del restaurante dejándonos detrás disfrutando de su malestar ante la pequeña broma.
Cuando llegamos a la mesa correspondiente puedo ver a Tereza reír encantada de algún comentario que habrá dicho la persona frente a ella a la que no puedo distinguir, al acercarnos más escucho las voces sin captar lo que dicen.
—¡Buenas noches!— Saludamos al llegar antes nuestros invitados. Mi jefa me mira con ternura dándole un vistazo rápido a mi vientre y quedando de pies para saludarnos como corresponde.
Estoy un poco distraída devolviéndole el saludo a Tereza que William se ve en la obligación de insistir dando un golpecito sobre mi mano cuando parece que ya me ha hablado una primera vez y no logré escucharlo.
—Lo siento cariño. —me disculpo luciendo avergonzada.
—No te preocupes—besa mis labios. —Te presentaba a Esteban Portareal y a su esposa Mirian.
Mi cuerpo se tensa al reconocer ese nombre, las alertas en mi cabeza se activan y quiero salir corriendo de ella, sin embargo, me repito mentantalmente que solo es un nombre y que en el mundo hay cientos de personas con el mismo, que solo es una coincidencia, que nada de lo que estoy imaginando es real, solo es una ilusión. Una broma injusta del pasado haciéndome saber que no se puede escapar de el, que no importa que tan lejos huyas, o donde te esconda el siempre te encontrarás.
Giro mi rostro quedando frente a frente a la persona que William me presenta, un grito de terror sale de mi garganta poniendo a todos en alerta. Lo sé porque escucho pasos moviéndose apresurados alrededor de mi, de lo único que soy consciente es de la mano de William sosteniéndome con fuerza, del miedo que ha de estar reflejando mi mirada y de cómo mis pies se mueven intentando buscar la salida más cercana de aquel lugar.
Sé que me siguen, William está a mi lado, escucho voces alarmadas detrás de mí, puedo oír en la lejanía como pronuncian mi nombre una y otra vez, pero no logro reaccionar. Mi cuerpo tiembla, los recuerdos se agrupan sin permiso, las lágrimas corren por mis mejillas sin parar. Camino hasta que me encuentro fuera del restaurante, lo sé porque lo único que ahora mismo distingo son las luces de los edificios a mi alrededor, miro de un lado a otro con desesperación, no sé qué busco con exactitud, lo único de lo que estoy segura es de mis ganas de huir de allí, de poner miles de kilómetros de distancia de este lugar y nunca más regresar.
Percibo un toque extraño en mi mano derecha, por inercia mis ojos se dirigen hacia allí, una mano que no es la de William me retiene, alzo mis ojos en dirección hacia esa persona encontrándome con él. Lo miro, el pánico me arropa, aún así, en su mirada no está esa fuerza y valentía que había en aquellos momentos en que me golpeaba una y otra vez sin ceder. Manoteo su agarre sobre mi con insistencia, luciendo horrorizada buscando librarme de él.
—Suéltame—Grito luciendo histérica, en descontrol. —Déjame, no me toques, déjame. —Golpeo cada vez con más fuerza su agarre, pero este no cede.
—¡Qué la sueltes maldición! —El rugido de William, logra lo que yo con toda la fuerza empleada, no logré.
Fuera de su agarre y con mi vista fija todavía sobre él, dirigo mis manos hacia mi vientre buscando protegerlo cuando veo que su mirada se dirige allí. Un dolor punzante se clava en él, lloro con desesperación cuando este aumenta su intensidad. Todo a mi alrededor pasa en cámara lenta mientras siento mis piernas húmedas, como si un balde de agua fuera lanzada allí.
—Llamen a una ambulancia—Distingo la voz de Richard gritar.
—Cariño, no me dejes, por favor. —La voz suplicante de William, me hace buscar su mirada encontrando el pánico dibujada en ella. Lo último de lo que soy consciente es de ver cómo una lágrima desciende de su mejilla mientras el miedo recorre sus ojos.
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No te dejaré rendirte (COMPLETA) Editando.
ChickLitDespués de un matrimonio desastroso Johanna le ha cerrado la puerta al amor. Prometió jamás volver a enamorarse, una promesa que recuerda cada día al mirar su rostro en el espejo. Una noche y nada más, es su lema de vida, cualquiera pensaría que esa...