Capítulo 28

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Muchas veces me pregunté la razón de mi existencia, otras tantas, creí que solo era un número en las estadísticas del mundo. Así como estoy en el mundo para que haya más gente. Cómo si existiera solo por existir consumiendo el oxígeno de otra persona útil para el planeta. 

Por mucho tiempo viví con esa idea en mente, pero todo ello aconteció justo después de que me casé con Estaban. Renunciar a la vida fue una decisión fácil de tomar cuando murió mi bebé, lo pensé tantas veces que ahora no logro recordar con exactitud si intenté terminar con ella, o estuve en trance cuando tomé un frasco de pastillas y lo ingerí todo, de verdad quisiera poder recordarlo, saber si solo una producto de mi imaginación. 

Todo este tiempo viví como se supone todo mundo debe hacerlo, agradecida por el aire que respiro y el plato de comida que podría llevar a la mesa. Quisiera saber si aquellas personas que profesan esa actitud optimista a viva voz conocían el dolor tanto como yo, en todo caso, me gustaría saber si conocen la depresión, si saben lo que es sentirse el peor ser humano del planeta inmerecedor de cualquier señal de bondad hacia su persona. ¿Alguna vez se sintieron feos e insípidos al mirarse al espejo? ¿Alguna vez sintieron que nadie los ama? Me gustaría entender de donde sacan la fuerza interior para luchar sin rendirse. Es que tanto optimismo por la vida debería ser ilegal, es lo justo. Así las personas que se sienten desdichadas e insignificantes por cómo viven, reciban un poco de paz al saber que sentirte dichoso todo el tiempo no debe considerarse normal. No es que no crea en la felicidad, en lo que no creo es que exista luz sin oscuridad, o viceversa. Esa es mi visión de un mundo. Como el Ying y el Yang. 

La fuerza del amor no es un mito, creo en ella, no obstante, no creo que sea lo único que una persona necesita para no dejarse rendir. 

Escuchar la voz de William en medio de mi inconsciencia debe ser uno de esos tantos milagros que la fuerza del amor lleva a cabo, hace un rato escuché el llanto de un niño y quiero creer que se trata de mis hijos, después la voz de William suplicándome que no lo deje, que me necesita, que me ama. ¿No debería ser esa una razón suficiente para luchar? ¿Para no dejarme ir? ¿De intentarlo una vez más? Pero estoy tan cansada, siento como si estuviera flotando entre nubes de algodón, no hay dolor. Sin embargo, no es real, pero sí lo suficiente atractivo como para tentarme. Quiero quedarme aquí, William estará bien sin mí y mis hijos estarán bien con él. 

Sonrió cuando en medio de mi letargo escucho la voz de Richard diciendo "No te dejaré rendirte" somos corazones invencibles, creo que si Sintek lo escucha lo demandaría por plagio. A veces pienso que fue un regalo que me enviaron del cielo. De las pocas cosas buenas que me han sucedido. 

Hay tanta verdad en sus palabras, somos corazones invencibles, golpeados, pero no derrotados, rasguñados, pero que siguen latiendo aferrados a esperanzas vanas y no tan vanas, pero creyendo en un mejor porvenir, en un mundo más justo, en segundas oportunidades. 

Hace aferrarme  a la vida con toda la fuerza que soy capaz de reunir para no dejarme ir. Merezco más, merezco amar a William y despertar a su lado cada mañana sintiéndome la mujer más dichosa del planeta, merezco ver crecer a mis hijos y corretear por el jardín con ellos y mis sobrinos, merezco convivir con mis padres y hermana en esta segunda oportunidad que tengo de tenerlos conmigo. Necesito ser la voz de todas aquellas mujeres que siguen siendo silenciadas, necesito luchar por ellas, sus voces merecen ser escuchadas. Son razones suficientes para querer vivir, para agarrarme con garras a la vida. 

Mi cuerpo da una fuerte sacudida, intento abrir los ojos, pero no puedo. Otra sacudida más y una voz gritando tenemos pulso hacen que mis sentido busquen en esa dirección. 

—Ha perdido mucha sangre, necesitamos una transfusión de manera urgente o sufrirá otro paro—Escucho la misma voz gritar. —Alguien que avise a los familiares para ver si pueden donar. Muy bien, sigue así. —Alienta, creo que me lo dice a mi, pero no estoy segura. 

Dicen que cuando estás a punto de morir la vida pasa delante de ti como una película en blanco y negro. Pero si son como las de Charles Chaplin, entonces la muerte no debería ser tan aburrida y triste como la describen. Posiblemente esté divagando, pero es que ya no sé qué hacer, no sé cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que escuché la voz del doctor dándome aliento, debería estar agradecida por eso, porque además de mis ganas de permanecer en tierra al lado de las personas que amo, su voz no me ha dejado sucumbir a la inconsciencia, supongo que debería adorar su intensidad, pero mi vida está llena de contradicciones, quisiera que se aleje, sin embargo, ahora que no puedo escuchar su voz, la extraño. Al fin y al cabo de eso se trata todo, nadie sabe lo tiene hasta que lo pierde. 

Me gustaría poder volver a escuchar el llanto de mi bebé, la voz de William, incluso la de Richard si eso significa acabar con este  silencio. 

El sonido de una puerta siendo abierta me hace estar alerta. 

—Tienen diez minutos. —Habla una voz que no reconozco. 

—Gracias. 

Esa es la voz de mamá, quiero verla, intento abrir los ojos para enfocarla sin resultado alguno. 

—Tienes que ponerte bien, hija. —Tus bebés te necesitan, son tan hermosos, tan idénticos a ti y tu hermana cuando nacieron. William no ha querido ponerles nombre, dice que no lo habían decidido aún y espera que tu despierte para hacerlo juntos. 

Al escuchar su nombre me pregunto dónde está, no puedo escucharlo. 

—Tu papá y yo hemos estado rezando mucho por ti, ¿verdad que sí, cariño?

—Así es, pero es necesario que pongas de tu parte hija. -—La voz de papá se escucha más serena. —Debes ponerte bien, nosotros estaremos aquí cuando despiertes. 

El silencio vuelve a reinar en la habitación, para luego darle paso a mi mejor amigo y después a mi jefa, pero sin ningún rastro de William. 

No he vuelto a escuchar su voz, es que hasta la voz de Cristian y Patricia he podido oír, pero la de él fue como si se desvaneciera. Poder oírlo me da la seguridad de saber que está allí conmigo, que no se ha marchado, además es la única persona que puede traer a mis hijos ante mi, que aunque no pueda verlos o cargarlos, escuchar sus quejas y sollozos me dan vida.

 Poder oírlo me da la seguridad de saber que está allí conmigo, que no se ha marchado, además es la única persona que puede traer a mis hijos ante mi, que aunque no pueda verlos o cargarlos, escuchar sus quejas y sollozos me dan vida

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No te dejaré rendirte (COMPLETA) Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora