𝑽𝒆𝒊𝒏𝒕𝒊𝒄𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐 𝒄𝒂𝒓𝒕𝒂𝒔, 𝒏𝒐𝒗𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒑𝒐𝒆𝒎𝒂𝒔.

𝑪𝒂𝒓𝒕𝒂 24. ✉

Debí decirte esto antes de dejar de hablar, me arrepiento de no haberte dicho todo.

Nunca me quedé a la fuerza, jamás fue por dejar de quererte, tampoco por miedo a que te destruyeras, fui yo que no supo mantenerte fuerte.

Es un momento difícil para ambos, tú tienes tus propios problemas y yo los míos, pero no hemos aprendido a lidiar con ellos, ni resolverlos, ni evitar hundirnos en los mismos.

No fue tu intención lastimarme, tampoco era mi intención hacerlo. Dijimos ser nuestros pilares, pero ¿Qué hacer cuando ambos están cayendo?

Me alejo y te sientes rechazado, tú lo haces y me siento igual, no hablamos y creemos estar enojados, y eso no tenía porque importar.

Nos volvimos paranoicos con cosas tan insípidas para ojos de otros, para los nuestros era mera perdición. Estoy dispuesta a esperar el tiempo que quieras, siempre y cuando puedas sanar tu corazón.

Estábamos jugando con armas, y el blanco eran nuestros corazones, no quise que termináramos matando lo que primero nos unió sin condiciones.

Somos fuertes, muy en el fondo lo sabemos, toma esto como un próximamente para siempre, te prometo que saldremos de esto.

Esperemos que decida el tiempo, solo cabe decir que fuiste y eres mi más sincero gran amor, esta vez yo desapareceré, pues tú no mereces sentir más dolor.

No te preocupes, no pienses en mí, no te arrepientas y tampoco te hagas sufrir. Estemos bien con nuestra propia existencia para poder cuidar de nosotros sin que ésta vez nada nos detenga.

L.