𝟐𝟗. 𝐅𝐎𝐑𝐓𝐔𝐍𝐄

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Un enorme círculo nos observó, señalándonos con su colorida visión.
Estábamos a metros de él,
ocupados en cumplir una misión
viajando en un tren a punto de salir de su propio riel.

Tuvimos ante nuestros ojos la rueda de la fortuna
y visualicé al hombre que me acompañaba,
mi única y hermosa fortuna, aquel que apareció de manera oportuna,
mismo a quien besé si dudarlo, ese a quien cada noche esperaba.

Parpadeaba el brillo de la fortuna
moviéndose lentamente hipnotizando a sus espectadores.
Encendiendo aún más su cuerpo ante la luna,
dejándonos con sueños tentadores.

La noche fue larga y memorable,
cupido apareció sin ser febrero
flechándonos a un amor admirable
en el que yo caí hace tiempo primero.

Globos aerostáticos unidos a un enorme ojo metálico,
que nos admiraba desde su propia estructura.
Un hecho magníficamente romántico,
lleno de paz y dulzura.

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𝑽𝒆𝒊𝒏𝒕𝒊𝒄𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐 𝒄𝒂𝒓𝒕𝒂𝒔, 𝒏𝒐𝒗𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒑𝒐𝒆𝒎𝒂𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora