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Escucho un ruido que me hace sentarme en la cama señalando a la puerta con mi arma, alerta a cualquier cosa que indique peligro.

Me tranquilizo cuando me doy cuenta de que son golpes a mi puerta y que es mi madre.

– Dan es hora de despertar, baja que ya está el desayuno.

Bajo el arma aún respirando agitadamente. Cierro los ojos respirando profundamente.

¡Carajo!

Había dormido con mi arma en la mano y lo peor es que estaba cargada.

Si que me afectó lo de anoche. Tengo que calmarme, no puedo estar todo el día así de paranoica.

Por el bien de mi estabilidad mental olvidaré lo que vi, pero no dejaré de sospechar ni de protegerme.

Con cansancio me levanto de la cama para ir al mismo cuadro de anoche y desactivar mi sistema de alarma.

Luego me dirijo al baño para ducharme, tal vez así se me quite la pereza.

Decido ir un poco más cómoda hoy, por lo que me pongo un jean negro roto de las rodillas, una blusa gris holgada con un suéter color negro encima y unos converse rojos.

Cuando ya estoy lista guardo mi G18 en mi cintura a modo que no se note. Espero que no pase nada, pero es mejor prevenir.

Bajo a desayunar y me encuentro que todos estaban esperándome.

Al acabar paso por mis cosas y voy al instituto.

*! *!*!*!*(...)*!*!*!*!*

Me encontraba en el comedor, las primeras clases estuvieron aburridas.

Como siempre.

Por lo menos no hubo tanto drama como ayer. Por suerte he estado mucho más tranquila.

Serge come a mi lado una rebanada de pizza. Yo ya casi termino de degustar los tacos que compré.

Tomaba de mi gaseosa sabor naranja cuando me encontré con esos ojos grises con toques verdes de Gri. No me había dado cuenta de que me estaba observando.

Estaba sentado en la mesa y junto a él estaban varios chicos populares que miraban a todos con altivez, un poco más cerca, había unas cuantas chicas el doble de engreídas que los demás, si los otros se creían los reyes del instituto ellas se sentían las reinas del mundo.

Gri se veía igual que ellos, pero su rostro no demostraba nada, y sus ojos estaban vacíos de emociones, trataba de poner una pequeña sonrisa para mantener su fachada de chico popular.

Podría jurar que preferiría estar en la última mesa donde nadie se sentaba porque casi no alumbraban las luces y estaba cerca de los basureros. Se veía irritado de estar rodeado de esas personas.

Quién no.

Sin embargo, no se movía de allí, apenas los miraba y escuchaba, parecía perdido en sus pensamientos. Soy la primera en apartar la mirada cuando Serge me codea para que le preste atención.

– ¿Distraída con tu vecino? – sube y baja las cejas coqueto.

– En realidad él me estaba viendo. – Aclaro frunciendo el ceño.

– Pero tú lo disfrutabas. – Sonríe de lado dándome una mirada divertida. No lo disfrutaba. – No pensé que te gustaran los chicos populares.

Tú no lo disfrutabas, pero yo sí.

Ruedo los ojos irritada, justo cuando iba a responder en mi defensa suena el timbre para regresar a las clases.

De vuelta a la tortura.

ARCOIRIS SANGRIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora