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– Adal, lleva al soldado al segundo piso. – Ordena Serge.

– Entendido.

– Y Dan, baja con Adal para ver al soldado, mis cámaras notarán otro movimiento extraño y mandara una alerta a todos los iPads.

– Está bien.

Doy una última vista por todo el lugar para asegurarme que no haya nadie. Me levanto y guardo mi arma y las demás cosas.

Al bajar del techo me quito la máscara y camino al segundo piso.

Al llegar veo a Adal acomodando al soldado en una silla de oficina bastante vieja.

Lo termina de amarrar y me acerco dejando mis cosas en el suelo. Me paro al lado de Adal viendo fijamente al nuevo secuestrado.

– ¿Tiene alguna identificación? – Adal asiente y me muestra una placa mientras se cruza de brazos.

– Alexander Kazakov, edad: 37 años, cargo: sargento. – Leo la placa. – Pues para ser un sargento se dejó atrapar bastante fácil.

Estaba inconsciente así que le inyectamos algo para que despertara y como queríamos lo hizo en dos minutos.

Se sobresaltó cuando nos vio y empezó a moverse para escapar.

– Te haremos unas preguntas si quieres seguir respirando por ahora. – Hablo en ruso. El idiota solo se queda callado. – Muy bien, Primero, ¿Cómo llegaron aquí?

Solo me mira fijamente a los ojos sin responder. Mi paciencia se está acabando.

– ¿Te repito la maldita pregunta, imbécil?

– No estoy sordo.

– Pues parece que sí.

3.

– ¿y bien? ¿No contestarás?

– No lo haré.

2.

– Está bien, ya entendí ¿Quieres que te motive un poco? – Me agacho un poco hasta quedar a su altura mostrando una inyección con la droga de la verdad como le llama Serge.

Él nuevo secuestrado parece reconocer la droga.

– Perra. – Dice y el imbécil me escupe en la cara.

1.

Me limpio asqueada y ardiendo en ira tomo mi arma y disparo en su pierna derecha.

Al instante grita desesperadamente por el dolor.

– ¿Ahora si hablarás o te tengo que disparar en la otra pierna? – se vuelve a quedar callado viendo su pierna sangrar.

Apunto a su otra pierna lista para disparar, mi paciencia llego a su límite.

– ¡Espera! ¡Te lo diré todo! – Dice desesperado, bajo el arma.

– Empieza a hablar de una puta vez o te disparo.

– Soy del ejército del señor Faddei, hoy fue secuestrado por lo que supongo que ustedes son los secuestradores.

– Así es, no eres tan idiota como pensé. Sigue. – Ordeno y el asiente sudando por el dolor del disparo.

– Todo su ejército salió a buscarlo hasta por debajo de las rocas. Éramos 30 registrando el alrededor y encontramos esta fábrica abandonada, para estar seguros venimos a revisar. Vimos llantas de un auto en el camino de tierra y eso nos hizo sospechar.

ARCOIRIS SANGRIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora