Ya tenía lista mi maleta con la ropa y productos de higiene. Tengo tres maletas, dos grandes y una de mano.
El sonido del timbre de la puerta llama mi atención. Salgo de mi habitación desactivando mi sistema de alarma para que no me mande una alerta de intrusos cuando entren mis compañeros.
¿No son tus amigos?
Eh... creo que sí.
¿Y por qué no les llamas amigos?
No sé, todavía me suena raro tener más de un amigo.
¿Por qué no puedes ser una humana normal?
¡Oye si lo soy!
No tanto la verdad.
Bueno, tal vez sea un poco cierto. ¡Pero lo intento!
Abro la puerta y me hago a un lado para que puedan pasar. Pensé que mi abuela también bajaría al escuchar el timbre, pero no lo hace.
Cuando estamos en mi habitación comenzamos a armar el plan minuciosamente.
¡*¡*¡*¡*¡*¡*(...)*¡*¡*¡*¡*¡*¡
Luego de tres horas y media bajamos a comer algo, el resto de mi familia todavía no había llegado y mi abuela seguía sin salir de su habitación.
– ¿Es en serio? – Adal no podía creer lo que Serge contaba.
¿Y qué contaba?
Por dios, espera un segundo, no he terminado de narrar.
Ah, okey. Entonces sigue.
Contaba la vez que se había propuesto salir en serio con una chica y que resulta que el padre era el farmacéutico que le vendía preservativos.
– Juro que me asesinó con la mirada lo que duró la cena.
– ¿Y qué pasó? ¿No dejó que siguieran saliendo? – Aylén también quería saber más.
– Pues no nos dejó solos en ningún momento y luego de eso no le daba permiso de salir conmigo a solas, si queríamos salir tenía que ir la mamá o el hermano pequeño que me golpeaba como que si yo fuera un saco de boxeo.
– ¿Y cómo la terminaste? – Adal lo mira atento a la historia mientras come una rebanada de pizza.
– Pues le dije que era demasiado complicado para ambos y que la iba a esperar a que ambos fuéramos mayores de edad.
– Faltan dos meses y medio para que seas mayor de edad. – le recuerdo, esta historia fue más o menos a principio del año pasado.
– Sí, pero eso no va a pasar. Ella sigue en Suecia y yo no estoy muy interesado en volver a tener algo con ella.
– Idiota. – Aylén y yo decimos al mismo tiempo.
Serge solo ríe.
Seguimos platicando hasta las ocho, porque decidimos que es mejor ir a descansar. Todos sabíamos que este fin de semana sería pesado y que, si corremos con suerte, todo saldría como esperábamos.
Me despido de los tres y decido ir un rato al jardín, me siento en una pequeña banca de cemento que estaba ahí desde que tenía memoria.
Casi se me sale el corazón del susto al ver una sombra cerca de mí, me tranquilizo cuando veo que es mi abuela.
– Oh, lo siento querida. No quería asustarte.
– No hay cuidado abuela. Solo ando un poco paranoica.
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ARCOIRIS SANGRIENTO
FantasyDan Larsson y sus padres se mudan a Anson, un pequeño pueblo de Texas, Estados Unidos. Su llegada desata muchos escenarios misteriosos que pondrán su vida más complicada. Tiene un secreto, pues pertenece a un grupo de asesinos que se hacen llamar Ar...