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– ¿Hola? ¿Dan?

– ¿Adal? – miré de nuevo el contacto y decía claramente Serge. – ¿Qué haces con el teléfono de Serge?

– Es que tenemos un pequeñito problema.

– ¿Qué tan pequeñito? – se queda en silencio unos segundos. – ¿Y bien?

– Te necesito. AHORA. No se me ocurrió a nadie más a quien llamar, por lo que tú sabes, soy nuevo y apenas los conozco a ustedes y sé que Serge es tu mejor amigo por lo que pens-

– Adal.

– ¿Sí?

– Al punto.

– Claro. La cosa es que Serge está a punto de pelearse con un chico rubio. Traté de alejarlo, pero no tuve mucho éxito. Lo más seguro es que se peleen en cualquier momento y no sé qué hacer, el chico tiene a cuatro gorilas detrás de él cuidándolo. ¡Sigo sin saber quién demonios es!

Mierda.

– No te preocupes, ya voy en camino. El chico rubio debe de ser el imbécil de Leo, solo trata de que alargar su disputa mientras llego.

– Está bien. Estamos en el bar A.K dream.

El bar está muy cerca de donde estaba, lo he visto un par de veces.

Cuelgo y enciendo el motor para marcharme.

Creo que se te está olvidando un pequeño detalle.

Freno bruscamente cuando recuerdo al intruso en mi auto, el cual me estaba hablando, pero no le había prestado mucha atención.

Volví con el recorrido.

– Te llevaré a tu casa cuando resuelva un pequeño problema que tengo ¿O quieres que pare y vuelvas por tu auto?

– Supongo que tendré que acompañarte, de seguro los idiotas que nos buscaban escucharon cuando nos marchamos. – Dice mirando distraídamente por la ventana. – Iré mañana por mi auto.

– Okey.

En cinco minutos me estaciono en el único lugar cercano que quedaba del estacionamiento.

– Ya vuelvo.

Salgo disparada del auto dejando a un Gri concentrado en no sé qué de su teléfono.

Al entrar y dar unos pasos, noto que al fondo del local están Serge y Leo asesinándose con la mirada.

Adal estaba discutiendo con los cuatro súbditos del rubio.

Justo en el momento en que iba a acercarme Serge pareció enloquecer por algo que le dijo Leo y se aventó para darle un buen puñetazo que hizo que los gorilas de atrás se pusieran a la defensiva.

¿Es que en este lugar no hay guardias de seguridad?

No hay tiempo para pensar en eso, tengo que separarlos.

Leo estaba a horcajadas sobre Serge dándole puñetazo tras puñetazo.

Serge estaba tan borracho que apenas podía bloquear los puñetazos.

Veo la oportunidad perfecta para separarlos cuando Leo se levanta un poco.

Me acerco lo suficiente para darle un puñetazo en la cara haciéndolo caer de espaldas.

Lo tomo de los brazos poniéndolo boca abajo para dejarlo inmóvil, y con el pedazo de cuerda que había traído por si acaso, amarro sus manos y tobillos.

ARCOIRIS SANGRIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora