Capitulo 21: Achubascar (rescatar)

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"Si mis palabras salieran de mi boca, tan fácilmente como mis pensamientos se formulan en mi mente, mi vida sería mucho más sencilla". Meditaba Simón recostado en su cama, en las penumbras de su habitación que tan solo lo hacía sentir ahora que ella había dejado su recuerdo merodeando por todos los rincones de sus espacios personales tan propios tan suyos.

Después de esa tarde tan cargada de emociones. Perdonar. Dejar ir... esas palabras retumbaba en su cabeza. No estaba triste, ni mal, ni melancólico como pensó que estaría. Él había imaginado a su Amanda decepcionada de estar con un nadie, un cero desde que nació, pero no, estaba feliz y ya se estaba acostumbrando a sentirse así, tan lleno de vida, tan lleno de amor, seguro de sí, apasionado de la vida, con su mente más despejada que de costumbre, Sentía que con ella a su lado podía vencer todos los obstáculos que el destino le presente, cruzar murallas, tocar el sol y hasta lo impensado se le cruzo en ese instante como una ráfaga: formar una familia en un futuro cercano, la imagino sin querer con una gran barriga, en una hermosa casa, con un perrito corriendo por el verde césped de su patio y él sonriendo la abrasaba de atrás y besaba sus hombros, viendo el atardecer. Se dejó llevar y se internó en esas fantásticas sensaciones y deseo. Proyecto. Amo esa idea porque era así como seria su familia como la que tenía con sus padres adoptivos, se sentía capaz de cambiar su historia pasada y demostrar que él era la excepción a sus padres biológicos. ¡Como dolía pensar siempre en eso! Sin embargo dejo detrás ese gusto amargo que a penas toco uno de sus axones neuronales, pero que de ahí no paso a más... intuyo que debía perdonar y dejar ir para pasar de nivel.

Se durmió contento, últimamente era moneda corriente, sus pesadillas quedaban a un margen, no lo molestaban. Ya no más...

Un par de días más tarde habían quedado en juntase en la playa, cada uno iría con su grupo. Pero Él tenía trazado un plan que le merodeaba por su cabeza y como impulsivo que era, ya sabía que hacer...le propondría que fuera su novia, le pediría cruzar esa barrera que los separaba de amigos, bueno, más que amigos, quería convertirse en su dueño, en su compañero, en su mano derecha, en su amor. Es que su alma no aguantaba más de estar en esa libertad tan solitaria, no quería estar lejos de un ser tan brillante, tan radiante para él y ocultarlo dificultaba los nuevos momentos, además la quería solo para él. Jamás creyó querer tanto a alguien, agradarse él mismo mientras compartía su vida, su tiempo, su corazón. Definitivamente ella no era como las chicas que acostumbraba, que algunas aún lo seguían buscando, le mandaban mensajes, lo llamaban.

Estaba seguro que ella era su alma genuina, la quería y se lo iba a decir, no quería ocultarla más, "que explote todo" dijo. Y aunque no le agradaba el romanticismo, ni nada de eso, no podía evitarlo, le llevaba chocolates, a veces una flor, otras veces le dedicaba canciones y se las mandaba por mensajes, le escribía notitas tiernas y las perfumaba para que ella también sienta lo que el sentía.

Cuando estaban lejos del mundo no la soltaba ni un minuto y le fascinaba poder hacerla reír.

Por la mañana se llegó hasta una joyería y compro una pulsera de oro con un símbolo de la paz, otro de amor y sus dos iniciales entrelazadas. Cada vez que miraba la pulserita tan delicada y fina, no podía creer lo idiota que se vería, haciendo eso como un niño, nervioso a más no poder. Se reía solo, pensando en si sus amigos lo vieran tan vulnerable lo cargarían hasta el año 3000, sin duda alguna. Ni hablar de su hermano que se la pasaba husmeando y preguntando en donde andaba, con quien estaba y porque lo había cambiado por "esa". Todas estas situaciones hacían dudar a Simón de irse a Francia, ya no estaba tan seguro, ya no lo deseaba, todo había cambiado, no podría irse y dejarla, sería un maldito infierno. Pensaría en otra cosa, buscaría una universidad más cerca donde se puedan ver seguidos y contarle su día y él escuchar el de ella. Esa idea le fascinaba más.

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