Capitulo 26: ¿Y qué...?

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Simón.

Y desde aquel llamado ya nada volvió a ser igual, la normalidad aparente , las certezas logradas, la madurez emocional, la reorganización de su vida, las salidas, los logros, las metas y objetivos... todo, absolutamente todo otra vez se volvía a derrumbar, como si la construcción de su castillo se hubiera hecho sobre la arena.

Su estado de ánimo cayó y toco fondo. Su humor era insorteable, triste, enojado, amargado y taciturno. Paul se sentía un poco culpable, él había conseguido su número y había provocado este desmán en cadena. Justo lo que temía que podía llegar a pasar. Pero sabía en el fondo que las cosas no podían ni debían terminar así y lo que ellos habían tenido no solo había sido inspirador, sino que tenía la certeza de que lo que ellos tenían era algo verdadero y que era producto de una mala comunicación o de malas jugadas o malas interpretaciones.

Para Simón, los días comenzaron de nuevo a ser pesados como si una tormenta de arena te empujara en el desierto con las fuerzas de un tifón. Volvió a construir la muralla y se juró que a nadie más dejaría pasar. Ya no quería volver a tener una experiencia tan desoladora y desafortunada de las que experimento en su vida. De todas formas, la quería a ella y a nadie más... Deseaba volver a Argentina y en su mente lo hacía, e imaginaba las mil soluciones , las charlas y los besos que se darían, quería ir a buscarla, hacerla entrar en razón, hacerla entender lo que ella significaba para él, pero el solo hecho de poner a su familia en peligro, lo detenía.

Pero debía encontrarla, era absurdo lo que decía, él la quería y eso debía ser suficiente. Se lo demostraría.

"¿y que...? Si al amarla le costaba la vida,

Si aunque siempre te pienso tú me olvidas.

Si esperando me quedo sin vidas o probarte es una acto suicida.

¿Y qué...? Si mi karma es tu boca prohibida,

Si hasta el alma por ti vendería.

Si mi cielo se llena de espinas. Yo prefiero morir a vivir sin ti.

¿Y qué...? Si tus besos tienen veneno,

Si mi amor para ti es solo un juego.

Yo no puedo elegir... porque te quiero, te quiero..."

&

Amanda

Entró del balcón temblando, parecía que la temperatura había descendido a 30 grados bajo cero. Se escondió entre sus sábanas, como si estas fueran a protegerlas de los pensamientos y sentimientos que la acuchillaban: ¿porque todo es tan complicado en la vida, las personas y el amor? Si tan solo bastaran las palabras, esas que Simón pronunciara con tanto decoro y pasión pero que caían a un precipicio vacío porque no tenían argumentos sólidos, ni ella confianza.

El amor le dolía porque no le correspondía, ella amaba los finales felices, aunque era consciente que muchas veces. La mayoría de las veces, la realidad era diferente. Sabía que no todo era color de rosas, que había maltratos, gente toxica, abusos, y demás casos que los vinculaba a un círculo de gente con problemas que necesitaban ayuda para lograr salir de ese oscuro camino, sin embargo, no quería perderse en ese mundo. Lo conocía, pero pelearía con sus fuerzas para que ella no tenga que pelear contra demonios tan grandes. Así se prevenía, se escapaba y buscaba características o hechos y palabras que la desvíen de las malas influencias para que su vida no termine en caos. Por eso, también siempre fue un poco anti social o nerd, siempre se escondió en sus libros y obvio que había razones de sobra para hacerlo, no era simple caprichos, un poco de miedo a la gente tenía, un poco de inseguridad y otros sentimientos mezclados, que de alguna manera hacían construir una muralla, no como la de Simón...pero parecida. En fin, sabía que su chico de ojos azules la iba a lastimar y eso la angustio, porque iba más allá de sus conjeturas y todos sus argumentos basados en libros, historias y supuestos.

Ahora que era consciente de su sufrimiento, del dolor que causa el desamor, no sería tan fácil buscar unos bellos ojos que la acompañen a transitar la vida. Esta situación la empujaba a ver la vida y la realidad desde otra perspectiva, suponía que sin ton ni son, le modificarían: su forma de pensar, de ser y hasta de tratar a las personas, ya nadie entraría a su vida, así porque sí.

El "amor apesta" recordaba las palabras de Simón una y otra vez. No dejaban de dar vuelta en su cabeza, ni de zumbar en sus oídos. Él tenía razón. Lloro, lloro más aún, los recuerdos se agazapaban como alambres de púas a su corazón.

Los días también comenzaron a transitar lentos para Amanda un manto de tristeza se posaba en sus hombros a cada rato, las sonrisas genuinas y felices se veían surcadas por muecas grises de dolor.

¡¡Pero qué carajos!! Si lo quería...

"¿Y qué...? Si al mirarlo su vida se detenía, ella era su marioneta y

Sentía que su vida de él dependía, tenía fe que por algo las cosas sucedían.

¿Y qué...? Si extrañarlo ya era un delirio, sus palabras veneno en su oído, su mirada curaba la herida que se abría tan estrepitosamente con su ausencia.

¿Y qué...? Si el tiempo allí los quería, y si ¿el destino unía sus camino? ¿Si Dios era el creador de encontrarlos en la diferencia para unirlos?, él pintaba sus mañanas y sus días y a la noche la abrazaba hasta quedarse dormida.

¿Y qué...? Si su vos la mareaba empapándola de sueños, Y su aroma la hacía perderse en la brisa, si su piel se designaba como la cárcel y su tiempo compartido era una delicia.

Ya no quería más sentir eso, debía hacer algo. Buscar una explicación, verlo, y que le diga, reclamarle, que le devuelva los pedazos del corazón que se llevó. No podía seguir ocultándose porque así no era ella Por qué ¿que conseguía? Ella era guerrera y no cobarde. Las batallas se ganan en la pelea, no ocultándose en sus miserias.

Lo buscaría. Buscaría la forma de verlo, de decirle, de liberarse, aunque pese...más dolida no podría dejarla, pues ya todo se había llevado.


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