Capítulo 31.1

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Eva sentía que el corazón iba a salírsele del pecho cuando vio a Verónica agacharse en la puerta de la casa de su vecino y abrirla con una facilidad apabullante. La chica de ojos verdes murmuró por lo bajo una exclamación de sorpresa, a lo que Paloma se le acercó y le colocó una mano en el hombro durante unos instantes.

—Que verde estás Eva. Qué poco sabes de la vida. —dijo Paloma como si fuese una mujer de ochenta años hablándole a una cría de diez, buscándola.

Verónica dirigió una dulce sonrisa divertida a ambas jóvenes, y se volvió a tiempo para ver el gesto teatral que Eva le había dedicado a Paloma y que había logrado enfadarla.

—Entro ahí dentro, saco a mi vecino, y de mientras, vosotras dos me prometéis que no os matáis ni hacéis ruido. ¿Entendido? —preguntó Verónica rogando encarecidamente a sus amigas que se comportasen con cada una de sus palabras.

Eva y Paloma intercambiaron una mirada exasperada que hizo que Verónica volviese a sonreír.

—Ahora vuelvo. —dijo la chica antes de escabullirse con sigilo dentro de casa de su vecino, iluminando el suelo por si acaso había algún plato sucio y mordiéndose el labio inferior nerviosa. Aún seguía dándole miedo hacer eso, pero era otro tipo de miedo diferente al que había sentido la última noche que había estado en su casa. Ahora era miedo mezclado con adrenalina y con una energía que la motivaba a avanzar hacia la habitación del chico como si fuese su propia casa.

Fuera, Eva y Paloma se mantenían en silencio, hasta que Paloma, nerviosa, no aguantó más y trató de buscar a Eva.

—Debería de haber entrado yo. —dijo Paloma.

Eva se le quedó mirando, aunque no puso en duda sus palabras. Estaba segura de que Paloma había hecho cosas peores que entrar en casa de alguien a media noche.

—¿Por qué has dejado que entre ella entonces?

Paloma sonrió con suficiencia.

—Oh Eva, querida, hay que dejar a los niños crecer y solucionar sus propias cosas, ¿no crees?

Eva bufó exasperada y Paloma aguantó la risa. Era tan fácil buscarla y encontrarla que le parecía algo superfluo. Eva se alejó unos metros de Paloma, tratando de contener todo lo que pensaba de ella y recordándose que era amiga de su mejor amiga, hasta que Paloma volvió a abrir la boca. La joven de cabello negro no se daba por vencida, en cierto modo, echaba de menos sus discusiones y su forma de exasperarse.

—Así que... Jota ¿verdad?

No, por favor, pensó Eva. La chica castaña se acercó a Paloma con los ojos entornados y furiosos.

—Jota no significa nada para mí, y aunque lo significase, todo lo que he dicho anteriormente sigue en pie. Una mujer no necesita a nadie, que lo elija porque le apetezca es otra cosa, es una elección, no una necesidad.

Paloma alzó la barbilla sabiendo que tenía a Eva justo donde quería.

—Vaya, la feminista se ha enamorado. —dijo con sorna, queriendo dejar a Eva como si fuese una hipócrita—. ¿No eras tú la que decías que el amor es sólo una forma de mantener viva a la especie humana?

Eva se echó hacia atrás en la pared, conteniendo sus ganas de lanzarse encima de Paloma. Para Eva todas, absolutamente todas las mujeres deberían de ser feministas y buscar la igualdad entre el hombre y la mujer. Y del tema de la sororidad y el apoyo entre mujeres, ya ni hablamos. Para Eva aquello era algo muy importante.

—Lo sigo diciendo. Esa es mi teoría sobre el amor. Lo ha sido siempre, y lo seguirá siendo. Y por cierto, puedes enamorarte de muchas personas, creo que tú eres experta en eso.

Paloma ignoró esa última frase, divertida pero no mostrándolo salvo por una sonrisa engreída en la comisura de los labios.

—Ajá. —reprochó Paloma con desdén—. ¿Así que lo que sientes por Jota es eso? ¿Conservación de la especie?

Eva se llevó una mano a la boca y se agarró los labios tratando de calmarse, pero no fue posible.

—Lo que yo sienta por Jota no te incumbe.

Eva se quedó blanca tras escuchar lo que acababa de decir, y Paloma le dirigió una mirada divertida y soltó una carcajada. Se lo estaba pasando en grande.

—Así que sientes algo por Jota...

En ese preciso momento Eva pensó en el karma. Ella le había hecho algo parecido a Verónica hacía ya un tiempo. La joven se mordió los labios con fuerza y sintió el sabor del hierro en la boca al hacerse sangre. No aguantaba a Paloma cuando se ponía así. Cuando la hacía ponerse así.

—¿Qué más da? Por lo que sé ni tan siquiera está en España y no va a volver.

Paloma cambió la expresión de su rostro y se quedó observando a la otra chica. Parecía una extraña mezcla entre desilusionada y triste.

—¿Es que acaso tienes algún antecedente penal y te han prohibido salir de España? ¿Por eso ya no estás obsesionada con los cerebros de las personas y con nutrirlos? ¿Te has comido ya alguno de alguien inteligente en las noches en las que te conviertes en zombie?

Eva no pudo evitar reírse con sinceridad ante las palabras de Paloma.

—¿Quieres dejar de llamarme zombie cada vez que tienes ocasión?

Paloma le devolvió la sonrisa que Eva esbozó tras reír. Ambas tenían una relación algo complicada, pero eran dos mujeres fuertes que tenían un vínculo en común que las quería a las dos, Verónica.

—¿Quieres dejar de ser tan mojigata, ir a Francia, y tirarte a Jota de una vez?

Holaaa personitas preciosas!!!!! Gracias por leer!!! Os subo uno más y hablamos <3

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