Capítulo 2.2

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Verónica respiró con fuerza, preparándose para todo y mirándolo con determinación. Fuese lo que fuese tenía claro que quería seguir formando parte. Ambos habían dejado atrás el calentón que habían sentido momentos antes, pero la tensión sexual entre los dos aún seguía en el ambiente, y era tan afilada que parecía que el aire podía cortarse con un cuchillo.

—Adelante.

Jorge observaba la situación aguantando una sonrisa. Parecía una pareja consagrada que se respetaba mutuamente, pero le divirtió la forma en la que ambos se miraban. Jamás se había imaginado a David rindiendo cuentas a una mujer. El chico era tan imponente que nunca se le pasó por la cabeza el verlo enamorado, y se notaba a leguas que lo estaba. Él lo conocía y lo notaba.

David apartó entonces la vista de Verónica, no quería ver su expresión después de contar lo que le rondaba por la cabeza. Jorge y él se aguantaron la mirada.

—He pensado que tengo que volver con los hombres de Maek.

Tanto David como Jorge fueron capaces de escuchar a Verónica contener la respiración. El chico trató de centrarse en seguir hablando. Para Verónica, la estancia pareció volverse más pequeña.

—Esa banda no va a caer tan fácilmente, y no tardarán en culparme a mi de la muerte de Maek, y entonces, vendrán a por mi y a por las personas que quiero. —hizo una pausa y miró al suelo unos instantes para luego añadir con algo de esfuerza—: Y eso os incluye a ambos. Tengo que acabar con ellos desde dentro, al menos con sus hombres de confianza que son los más peligrosos y los que tienen posibilidades de establecer otra alianza con El Zorro como la que tenía Maek.

Jorge sintió que el corazón se le encogía al escuchar a ese chico hablando de sus sentimientos. Aquello era algo impensable para el niño que el mismo recogió de la calle hacía años. El policía se sintió orgulloso, pero no dijo nada. David bufó metido en su argumentación y siguió hablando:

—Joder, y si metemos a El Zorro en esto, y los rumores de que fui yo quien mató a Maek llegan a sus oídos... —hizo una mueca de desagrado—. Ni tan siquiera quiero pensar en esa opción y en lo que nos harían.

Y tanto Jorge como Verónica sabían que a David le preocupaba más lo que le harían a alguno de ellos antes que a él. Esa era su forma de ser. Preocuparse más por los demás que por él mismo. Lo había sido siempre, aunque hasta hacía unos meses tan sólo hubiese podido cuidar a su manera de sus subordinados y de Cat. El chico tenía la mandíbula apretada, los labios fruncidos y las cejas altas y ambos supieron que iba a seguir hablando.

—No podemos estar más tiempo a ciegas. Tengo que volver. Hay tantas cosas que pueden haber pasado...—se llevó una mano a la cabeza y se despeinó al hacerlo—. Tengo que averiguar que se traen entre manos y tratar de que vuelvan a confiar en mi. Creo que necesito seguir formando parte de esa banda si quiero acabar con ellos de una vez por todas. Bastará con que me siga enterando de algún intercambio para que puedas pillarlos con las manos en la masa o tal vez pueda eliminarlos desde dentro yo mismo. No lo sé pero necesitamos algo. Algo. Algo a lo que atenernos para saber qué pasa. Les estamos concediendo demasiado tiempo sin saber nada sobre ellos. Ni tan siquiera sabemos si siguen en pie de guerra con Baref o si ya han forjado alguna otra alianza. Tal vez nuestras cabezas ya tengan precio. Espero que no sea así, pero tengo que volver y averiguarlo.

A Verónica se le cayó el mundo encima al escuchar aquello. Fuera, la lluvia caía lentamente y se escuchaban relámpagos. Toda la tensión sexual y el calor que sentía hacía unos momentos habían desaparecido ante las palabras del chico. Incluso el aire había dejado de cortar. Ahora se sentía fría. Fría y asustada. Sabía que David iba a tener que seguir haciendo cosas peligrosas, pero no había sido capaz de imaginarse el hecho de que quisiese volver con los hombres que le habían pegado una paliza que casi lo mataba. Con los mismos hombres que junto a Maek habían hecho lo que habían querido con su vida. Y además de eso, ¿precio a sus cabezas? ¿De verdad que pasaban esas cosas? Tembló de pies a cabeza al darse cuenta de lo fuertes que eran esas cuatro palabras y de que hasta su hermano al que adoraba con toda su alma podía estar en peligro. David la atrajo hacia si en un abrazo y le susurró al oído que estuviese tranquila. Verónica era incapaz de hablar debido al hecho de saber que alguien podía querer asesinarlos. OTRA VEZ. Y eso la enfadó. No podía pretender que David le contase cosas y luego actuar así. Incluso se regañó a si misma. La cabeza de su padre también había tenido precio y Pedro aún seguía vivo. Gracias a David, y él aún seguía con ella y estaba dispuesto a protegerla. No tenía porqué pasar nada. La voz de Jorge se le coló por las orejas y se mezcló con el beso que David acababa de darle en la frente para que se calmase.

—Primero creo que deberías de esperar hasta saber qué averiguamos nosotros. Si quieres ir por el mundo matando a personas, indiferentemente de que sean buenas o malas, te convertirás en algo aún peor que ellos. Te creerás un justiciero que mata para hacer el mundo mejor, y eso en lugar de hacerte sentir bien, te convertirá en un monstruo como lo han sido ellos.

Jorge tenía razón.

—Como son ellos querrás decir. Ahora mismo aún hay chicas que son violadas todos los días y a todas horas. Y chicas a las que están captando o pegando. Su vida importa Jorge, y cada momento cuenta. Si no actúo ya las cosas irán a más...

Jorge le puso una mano en el hombro y David hizo una mueca de dolor que duró una fracción de segundo. Verónica sintió pena por el estado de David, pero también una gran admiración por lo fuerte que era y la capacidad de ignorar el dolor que poseía. Eso lo hacía fuerte a ojos de todos. Eso lo había convertido en Cobra junto con muchas otras cosas como su enorme inteligencia. Sin embargo, él creía que ya le había dado demasiado tiempo la espalda al sufrimiento de esas mujeres, y se culpaba por ello. Una vez Cat le dijo que se había acostado obligada con tantos hombres que ya apenas era capaz de recordar una cara, pero también le contó que jamás sería capaz de olvidar al primer hombre que la violó. Que eso jamás se olvidaba. Nunca. David sintió un escalofrío. Él tenía que hacer algo. Algo más al menos de lo que ya había hecho. No podía acabar con la prostitución forzada en el mundo ni con la trata de personas, pero aún así sí que podía poner su granito de arena e intentarlo. Todavía quedaban demasiadas chicas bajo el servicio de los hombres de Maek, Baref, la señora La Rua, el señor Robert, El Zorro... sintió como las manos le picaban de rabia.

—Estás dolorido. Cuando tus heridas mejoren, entonces hablaremos. Hasta entonces, permanecerás en esta casa y no te moverás de aquí. Tienes tocadas tres costillas, por falta de una. La espalda la tienes aún en carne viva, las piernas igual, y tu cara... tienes parches negros, aunque haya disminuido la hinchazón y apenas se noten, si te fijas, se ven.

Verónica cogió aire y David posó su mirada en ella, algo molesto.

—Jorge tiene razón. Primero debes de cuidar de ti y dejar que nosotros nos ocupemos de ti. No eres menos fuerte por descansar un poco.

David negó con la cabeza. Era como si ninguno de ellos entendiese lo inminente que era lo que el chico estaba diciendo.

—No, voy a volver con ellos esta misma tarde. No voy a perder más tiempo. Y no os estoy pidiendo permiso a ninguno de los dos. —sentenció.

El chico aguantó las miradas de las otras dos personas de la habitación, recuperando su faceta autoritaria. Aún tenía algo en la cabeza que le quitaba el sueño.


Holaa personitas preciosas!!! Muchísimas gracias por leer. ¿Os está gustando? Un abrazo enoooorme. Sois geniales! <3 

Capítulo dedicado a @Luisa_valladares <3 <3 <3 Gracias por tantísimo apoyo Luisa! Eres un amooooor!

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