Capítulo 16.2

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Abel se acercó a él tras asegurarse de que Sean estaba en condiciones de quedarse de pie él solo. Cuando minutos antes Sean se libró de las manos de Abel, este tuvo que volver a agarrarlo para que no se cayese. Sin lugar a dudas, David sabía golpear.

—Como lo que has sido siempre. Un líder. —y tras eso, su mirada se volvió maliciosa—. ¿Qué sabes de Marco?

David se hizo el desentendido, pero era demasiado obvio que dijese que no sabía tampoco nada sobre eso. Precisamente por ese motivo, ya tenía pensado lo que iba a decir a continuación.

—Lo maté hace cuatro noches.

Su respuesta dejó sin habla a los cuatro hombres de la estancia.

—¿Qué hiciste qué?

David elevó la barbilla, como si no le importase en absoluto nada de eso.

—Antes de reunirme con Relf, tuvimos una discusión. Él quería hacerse cargo del intercambio de armas porque había escuchado rumores sobre que Baref iba a asesinar a Alex por ser débil. Él era débil. —David hizo una pausa dándole énfasis a la última palabra—. Y creía que Maek también iba a deshacerse de él.

La mirada que Sean y Abel intercambiaron le dejaron a David saber que estaba en lo cierto. Maek también pensaba eliminar a Marco. El chico había dado en el clavo.

—Después de discutir con él y de pensar que podía echarlo todo a perder, no me quedó más remedio que matarlo. Maek me dijo una vez que un aliado que duda es un enemigo. Marco dudaba del plan. Nadie puede poner en duda lo que hacemos.

David dijo aquellas palabras sin creerse ni una de ellas. Quien no dudase no tenía cerebro. Había que dudar. De todo. De todo salvo del amor. Eso el chico lo tenía muy claro. Consciente de que probablemente los subordinados de Marco estuviesen escuchándolo y acababa de mentir diciéndoles que había sido él quien lo había matado, aprovechó para quedarse callado a la espera de que uno de los otros cuatro hombres hablase.

—¿Y su cuerpo?

David también había pensado en ello.

—Lo corté en pedazos y lo quemé en una hoguera. —mintió, sintiéndose la peor persona del mundo al decir eso.

Un silencio apabullante sobrevino al lugar.

—Has hecho bien Cobra. Algún día serás uno de nosotros muchacho. Ese joven era demasiado débil, y si iba a poner en peligro una operación, tan sólo nos quitaste trabajo al matarlo tú. —dijo Juampe con voz pastosa.

David tragó saliva, sintiendo lo fácilmente reemplazable que eran todos en aquel lugar, y en especial él. Aunque, aquella conversación le parecía tan falsa que no podía hacer otra cosa que estar alerta.

—¿Quién ocupará su lugar?

David miró directamente a Sean. Estaba seguro de que era él quien tomaba esa clase de decisiones. El interpelado se tocó la nariz con el nudillo, limpiándose la sangre. En ese momento estaba empezando a reaccionar después de los puñetazos de David.

—¿A quién propones muchacho? —preguntó Juampe, inquisitivo.

David negó con la cabeza.

—No confió en ninguno de ellos ahora mismo. Y mucho menos después de matar a Marco.

Sean elevó el mentón, aún rabioso y hablando por primera vez desde que David le pegó.

—Yo tengo el candidato ideal. —comentó con sorna.

David se vio venir a quién propondría y la mera idea le produjo escalofríos.

—¿A quién? —preguntó Abel.

—Lo tienes delante. —respondió Sean, mirando a David con una sombra oscura en sus ojos que no presagiaba nada bueno.

El chico permaneció inexorable. De fondo no se oía absolutamente nada y era como si el silencio le pitase en los oídos.

—Yo ya tengo bastante con encargarme de los míos. —dejó caer David.

Abel suspiró.

—Hasta que logremos recomponer nuestra estructura y restablecer nuestra red además de conseguir la confianza de las personas con las que trabajaba Maek, vas a tener que hacerlo. —le dijo dando un paso hacia él.

A David aquello le parecía demasiado fácil. Pensaba que iban a pegarle de nuevo, pero las cosas iban tan bien que le costaba la vida creerse nada de lo que estaba ocurriendo. En alguna parte, había gato encerrado, y estaba convencido de ello.

—¿Qué ha pasado con Baref? —preguntó David.

Sean escupió en el suelo al oír ese nombre.

—Cuando llegamos no estaba en la zona que suele frecuentar. —respondió Eme, mirándolo con curiosidad.

David apretó los labios.

—¿Ni en Maison la Noir?

Abel negó con la cabeza.

—No fuimos capaces de averiguar dónde ha ido. Era como si esperase el ataque por nuestra parte. — continuó Abel.

—Pensamos que tal vez Baref nos hubiese seguido cuando salimos de la comisaría y que estabais en peligro, por eso volvimos a nuestra zona de siempre a buscaros y al ver que no estabais, volvimos a la nave y encontramos el cuerpo de Maek sin vida. Creíamos que Baref tenía algo que ver. —prosiguió Juampe.

Aquella explicación dejó a David sin saber qué decir durante unos instantes. ¿Cómo era posible que Baref supiese que esos hombres iban a ir a darle caza? Aquello era imposible. No había ninguna forma de que lo supiese, pero entonces, ¿por qué habían dejado su zona de siempre?

La imagen de Rose se le vino a la cabeza en aquel momento. ¿Y si ella hubiese dicho algo? Aquello no podía ser posible porque si lo hubiese hecho, eso sólo significaría que estaría muerta. ¿Qué otro motivo tendría Baref para abandonar su zona de confort que no fuese una amenaza inmediata? Ninguno. No había ningún otro motivo. Todas esas preguntas cruzaron la mente de David tan rápido que lograron marearlo, pero ninguna le hizo temblar como la última pregunta que pasó por su cabeza. ¿Y si El Zorro estaba involucrado y sabía lo que él estaba haciendo?

Hola de nuevo personitas preciosas!!! ¿Qué pensais del capítulo? ¿Qué creéis que pasará? Muchas gracias por leerme. Un abrazo enooooorme!!!!

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