Capítulo 59

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David lo observó cuando Verónica se acercó y acabó de ponerle el botón de su pantalón. El chico le dedicó una cálida sonrisa mientras apartaba sus propias manos para hacerlo ella.

—Gracias.

La chica dejó que la abrazase y sintió de nuevo que estaba protegida, que nadie podía herirla con él protegiéndola del mundo con sus brazos. Su presencia la envolvía de una manera que lograba hacerla sentir en casa.

—¿Qué ocupa tus pensamientos, ojos azules?

Ella besó su pecho, donde se refugiaba de absolutamente todo.

—Ahora sí que podemos separarnos durante un pequeño tiempo –le susurró ella.

—Trataré de que sea pequeño –le prometió él, y al ver la mirada de pena de ella, añadió—: Non mollare mai, mi amore.

Un leve silencio sobrecogió aquel cuarto de contadores.

—Non mollare mai, ojos grises.

Una idea pasó por la cabeza de Verónica y la hizo sonreír, pero pensó en no contarle absolutamente nada a David por el momento.

—¿Qué vas a hacer ahora?

Él elevó ambas cejas y se separó un poco de ella para poder mirarla bien. Quizá era a esa otra versión de él mismo a la que sentía en su interior en ese momento. Sí, sentía a Cobra en alguna parte resquebrajando su mente y llamándolo a actuar y a moverse de una puta vez. Palabras textuales.

—Tengo que vigilar al señor Robert, matar a Relf. A Sean si realmente sigue vivo. Esperar que mi plan de matar a Baref funcione. Encontrar a El Zorro y matarlo...y...

Verónica sentía como le dolía el pecho tan sólo de escucharlo. Hiciese lo que hiciese, siempre estaba sumido en el peligro. Y por muy adictivo que le resultase una parte de ella quiso echarse a llorar. David no se merecía nada de aquello.

—¿Y? —preguntó tratando de sonar amable.

David ladeó la cabeza y jugó con su cabello.

—Y... luego buscar un apartamento donde vivir contigo en Francia, Italia o en cualquier parte del mundo.

Verónica sintió que su sistema sanguíneo se congelaba de la sorpresa.

—¿Qué? –balbuceó mientras volvía a tocarse ese flequillo ya inexistente.

David dio un paso hacia atrás, algo preocupado por haber ido demasiado rápido y haberla agobiado.

—O... ¿buscar un apartamento donde vengas a verme cuando te apetezca?

Ella soltó un gritito de emoción al tiempo que volvía a lanzarse a sus brazos y él la agarraba en el aire.

—¡No! ¡Buscar un apartamento para los dos! ¡Por supuesto que quiero vivir contigo! ¡Oh Dios! ¡Qué feliz me haces!

David sintió que su corazón daba un brinco al escucharla y se sintió plenamente feliz.

—¿De verdad? Pensaba que había ido demasiado rápido.

Ella negó con la cabeza y con los ojos brillosos.

—No. ¡Por supuesto que no!

David le acarició la mejilla y Verónica vio la mirada tierna y frágil que le dirigía. Ambos sabían lo que el otro pensaba. David agarró sus dos manos y entrelazó sus dedos con los de ella. Aquello podía no llegar a suceder nunca. Cualquiera de los dos podía ser asesinado antes incluso de que comprasen los billetes de avión. ¡Por favor! ¿Qué hacían haciendo planes juntos cuando ni tan siquiera sabían si se iban a volver a ver?

—¿Verónica que haces aquí?

La voz de Pedro lo hizo salir de su ensimismamiento e hizo que David se apresurase a colocarse delante del preservativo usado que estaba en el suelo, ocultándolo de su vista. Verónica tardó aún unos segundos en dejar de imaginarse esa vida que se había comenzado a imaginar con David. Para que eso pasase primero tenía que conseguir salir de ese mundo de barro que poco a poco se había convertido en uno de fuego donde cualquiera podía quemarse. Incluso ella. Principalmente ella. La chica tragó saliva al notar la garganta seca de pronto. Sabía que David le había dicho todo aquello para que no se pusiese a pensar en todas las personas malas que lo querían muerto y que iban a ir a por él en algún momento. Aunque también sabía que no le había mentido, y eso la llenaba de paz y de esperanzas al pensar que todo aquello podía tener un final feliz. Sopesó la situación mientras oía gruñir a su padre. Pedro jamás se podría imaginar lo que había pasado en ese cuarto de contadores, desde planear su entrada a Maison la Noir hasta hacer el amor con David en menos de cinco minutos que le habían parecido muchísimo más. La antigua Verónica se asustaría de que su padre la viese en ese lugar con algún chico, pero la mujer a la que estaba dando paso tan sólo podía valorar aún más ese momento e incluso saborearlo. Era tiempo con dos de los hombres de su vida.

—Nada papá. Tan sólo me estaba abrazando porque estoy algo asustada —le dijo sin sentirse mal porque aquello no era mentira—. Ya mismo voy a recoger mis cosas.

Su padre asintió con la cabeza, pero miró de mala gana a David imaginándose cómo la había consolado y que probablemente la hubiese besado. Pedro aún tenía que acostumbrarse a compartir a su pequeña, y era algo que no llevaba muy bien. Nadie iba a ser lo suficientemente bueno para su niña, aunque aquel joven...

El chico desvió la mirada al suelo y Pedro negó con la cabeza. Lo peor de todo, es que además de respetar a David, encima comenzaba a caerle medio bien. Pedro le indicó con la cabeza a ambos que saliesen, y después de que la pareja intercambiase una mirada, Verónica se adelantó agarrando la mano de su padre para que él saliese con ella de allí. David aprovechó ese momento para agarrar el preservativo y guardarlo en el bolsillo de la chaqueta. Tendría que limpiar el bolsillo después de aquello pero no le importó lo más mínimo y salió de allí junto a las otras dos personas presentes.

Lo único en lo que podía centrarse en ese momento era en Verónica y en lo que tenía que hacer una vez saliese de aquel portal. 

Holaaa personitas preciosas!!! En este capítulo hay una escena que me enternece demasiado <3 Ay, que miedo me da el final, y que pocas ganas de que esto acabe chan chan chan chaaaaaaaaaaaaaan... que de sorpresitas guays van a venir el mes que viene <3 <3 Contadme, ¿os ha gustado? Voy a subir otro en un ratito. Un abrazo enooooorme!!! Os quiero y sois maravillosas!!!!! <3

Según mi word, quedan 9 capítulos para el final :0

Ig: sarahmeywriter

Fb: sarah mey libros


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