Capítulo 3.2

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—No vas a poder conseguir la orden. Lo sabes y lo sé.

Jorge apretó la mandíbula. Por supuesto que él también lo sabía, pero estaba dispuesto a intentarlo hasta el último suspiro. Si no conseguía una orden para cerrar el local, tanto David como él pensaban que sólo habría una forma de entrar, y era a tiros. Quizás lograse hablar con algún superior que no estuviese comprado y que pudiese contactar con alguna unidad especial de la policía, pero dado que no sabía a quién podía dirigirse estando convencido de que no formaba parte de esa mafia, lo más prudente era no hacer preguntas y no llamar la atención si quería mantenerse con vida.

— Tal vez pueda alquilarla una noche y sacarla de allí de esa forma. —dijo Jorge.

David negó con la cabeza. Verónica se horrorizó al escuchar la palabra alquilar en relación con una persona, pero se mantuvo lo más impasible que fue capaz y se alejó un poco de David, quien tenía su brazo sobre su hombro.

—Eso es imposible. Todas las personas que están allí sabrán que eres de la policía. Estoy seguro de que te reconocerán. Hay personas que se dedican a eso, a identificar a quienes entran en ese lugar. Hay que entrar sin que lo intuyan, disparar una vez dentro pillándolos distraídos, y tratar de sacar a todas las chicas que podamos y aún así, es demasiado peligroso porque estoy seguro de que nos seguirán y de que nos matarán antes de que salgamos. Son demasiados.

Verónica escuchaba anonadada la conversación. Admiraba la facilidad con la que ambos hablaban de un tiroteo sin ni tan siquiera echarse a temblar. La chica recordó como David le había contado que se había visto en medio de uno, pero que no había tenido miedo por él en ningún momento. Lo que no sabía ni David le había dicho, era que se colocó encima de Marco protegiéndolo con su propio cuerpo porque prefería que si alguien les disparase el disparo le diese a él antes que a alguien que le estaba ayudando. Cuando David no dio opción a Marco más que la de unirse a él en aquella casa abandonada, también se prometió a si mismo que lo protegería del mismo modo en el que trataría de poner a salvo a Cat y a Jota.

—Es cierto. No podemos ganar en un tiroteo contra todos los hombres que habrá allí.

Jorge le dio la razón. Ni aunque entrasen con todos los policías no corruptos de la patrulla podrían ganar. Simplemente en la entrada había dos hombres con metralletas y el lugar estaba construido de tal forma que era imposible que un francotirador pudiese llegar a la sala roja.

—Tendré que apañármelas para entrar de otra forma. —dijo el chico—. Le prometí a Rose que la sacaría de allí, y eso haré.

Verónica no lo aguantó más. No podía permitir que David entrase en un sitio tan peligroso siendo el punto de mira. Y sabía que iba a hacerlo. Y sabía que podían matarlo. Ya no aguantaba más. Ella tenía que hacer algo. No quería ser siempre la chica que estaba al lado del joven que ponía su vida en peligro. No. Simplemente no quería estarse quieta. No podía. No más. Las palabras salieron de su boca casi sin poder controlarlas.

—Yo lo haré. Yo entraré.

Los dos miraron hacia Verónica y David abrió la boca, furioso. La ira lo invadió en cuestión de segundos. ¡No podía ser cierto lo que acababa de escuchar! Todo su instinto protector le pudo y el momento se le hizo demasiado grande. ¿El amor de su vida acababa de insinuar que quería entrar en uno de los lugares más crueles y peligrosos de la ciudad? ¿Había oído bien?

—Ni en broma. —sentenció David nada más dejar de hablar Verónica.

La chica abrió los ojos. ¿Acababa de prohibirle hacer algo?

—Puedo hacerlo. —le reprochó ella.

El chico la miró como si se hubiese vuelto loca, tal vez queriendo llamar a la cordura de ella.

—Claro que no, no sé cómo se te puede pasar eso por la cabeza. Además aunque saques a Rose seguirán haciendo lo mismo con otras chicas.

—Pero al menos habrás cumplido tu promesa y tendrás la conciencia tranquila.

—No. No. He dicho que no.

David comenzaba a impacientarse y no le gustaba esa sensación. Verónica entrecerró los ojos. No podía permitir que él entrase en ese lugar. Lo tenía muy claro.

—¡Voy a entrar! —dijo enérgica.

David se pasó una mano por el cabello y cerró los ojos, tratando de calmarse.

—No es ninguna locura David...—prosiguió ella.

¿Qué no era ninguna locura? Suficiente. David ya había tenido suficiente. Verónica se había vuelto loca. Y lo que era aún peor. Hablaba en serio. Y eso, eso lo hizo estallar.


Hola de nuevoooo! Hasta aquí el maratón de hoy! Para los siguientes capítulos os recomiendo haceros un bol de palomitas wuajaja (risa malvada :P ) Espero que disfrutéis tanto como yo al escribir estos capítulos! Un abrazo enorme y gracias por leerme!!!!! <3

Capítulo dedicado a @VeroSanchez577 gracias por leerme y que tengas una semana genial!!!! <3 <3 :)

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