Capítulo 15.1

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—Será mejor que hablemos en privado. —dijo Abel, dirigiéndole una mirada significativa a Sean que a David le puso los vellos de punta.

Iban a interrogarlo, y todos allí sabían que sólo había una forma en la que los hombres de Maek confiasen en la palabra de quien hablase. David tragó saliva sin inmutarse y los siguió decidido hacia el interior de la nave. Tuvieron que andar unos minutos en silencio por la explanada de tierra hasta llegar a la entrada. El chico tan sólo era capaz de escuchar sus respiraciones y las pisadas en el suelo. Una parte de él no podía evitar estar nervioso. No sabía muy bien cómo funcionarían las cosas ahora que era Sean quien estaba al mando, pero algo le decía que no iban a ser más fáciles que cuando estaba Maek. Si para Maek David era algo así como su ojito derecho, para Sean era alguien a quien le gustaría exterminar. Con esas ideas en la cabeza el chico entró por fin en la gran nave.

David miró hacia arriba, hacia los amplios techos. Ahí era donde había compartido momentos de alegría con Jota y con Jeremie. Y en ese instante, ninguno de los dos estaba en ese lugar con él. Por un instante sintió la nostalgia de entrar en un lugar en el que se ha pasado mucho tiempo y al que vuelves después de años. Aquel lugar seguía más o menos igual, pero él, él había cambiado muchísimo.

El joven seguía avanzando tratando de mantenerse serio e imponente aunque tuviese un nudo de emociones en su interior. No había tardado en correrse la voz de que Cobra había regresado y cada vez llegaban más y más personas. Sentía la mirada desconfiada de todos los hombres que había en aquel lugar, y aunque conocía a todos ellos, la desconfianza también era mutua por su parte. David sintió el frío tacto de su pistola en la zona baja de la cintura, y simplemente ese gesto, sirvió para relajarlo a pesar de que el corazón todavía le latiese con demasiada fuerza. Iba a tener que ser violento, y era consciente de ello. La violencia era el único lenguaje que entendían aquellas personas y aunque él mismo quisiese dejarla de lado, no iba a quedarle más remedio que serlo.

Tenía que explicar demasiadas cosas, y mentalmente estaba repasando todo lo que quería decir y el tono con el que quería decir cada una de ellas.

—Vamos. —lo apremió Abel indicando a todos los demás que se quedasen donde estaban.

Abel y Sean le hicieron entrar en un cuarto pequeño cuyo mobiliario consistía en una mesa en el centro y cuatro sillas. David presupuso que ese era el nuevo lugar en el que se reunían los cuatro hombres de confianza de Maek que contribuyeron a pegarle la paliza en la nave abandonada el día de la muerte de Maek.

El chico quiso preguntar qué había pasado con Baref y los suyos, y una parte de él se preguntó si Paulo y Darío seguirían vivos. Era extraño. A él jamás le había preocupado tanto la muerte como en aquel momento. Quizás jamás había sido capaz de imaginarse un futuro antes de conocer a Verónica. Él, que siempre vivía en el presente, y que como mucho pensaba en algún plan para realizar la semana próxima, se encontraba pensando que quería seguir viviendo para estar muchos años al lado de aquella chica en la que estaba pensando. Creando recuerdos y sonrisas con ella.

Escuchó el sonido de la puerta cerrarse y aventuró que en esa ocasión tan sólo le iban a interrogar Sean y Abel, por lo cual dio gracias en el alma en su fuero interno. Se sentó en una silla sin necesidad de que se lo dijesen y aguantó la mirada de Sean, quien lo miraba iracundo.

—¿Qué demonios pasó en aquella nave cuando nos fuimos?

David negó con la cabeza sintiendo cómo Abel se sentaba en frente y lo escrutaba fijamente.

—Perdí el conocimiento después de que ese hombre matase a Maek.

Su voz sonó decidida y despreocupada, pero también algo pesarosa, tratando de hacer ver que él estaba afectado por la muerte de Maek.

—Sucedió todo demasiado deprisa...—continuó David dejando la mirada perdida en la mesa en color marrón oscuro con algunos boquetes por el paso del tiempo.

—¿Quién era esa hombre?

David negó con la cabeza. Aún no tenía ningún nombre pensado, pero quizás en cuanto descubriese a algún hombre importante para Baref o quizá para Don Giovín, iba a dar su nombre para que los hombres de Maek se encargasen de él. Tenía tantas posibles formas de tratar de desvincular del todo esa mafia que aún no tenía claro qué iba a hacer. Al menos no después de haber planeado abrir una trinchera entre Baref y Maek y acabar rompiendo su plan por completo al matar a ese último.

—Recuerdo su cara de manera borrosa, por eso por el momento no tengo ni idea de quien era, y en cambio, estoy seguro de que lo he visto en alguna ocasión.

David comenzó a hacer sospechar a aquellos hombres sobre lo que decía, o al menos, eso creyó que hizo hasta que Sean dio un golpe en la mesa tan fuerte que David podría haber jurado que la mesa iba a romperse.

—¿Por qué coño no te creo Cobra? En esa nave solo estabais el policía y tú. ¿Quién nos asegura que no fuiste tú quien mató a Maek?

Hola personitas preciosas!!! Agarraos que vienen curvas!!! :) os subo la siguiente parte. Un abrazo y gracias por leer.

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