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Maratón 3/4

Octubre 17 de 2018

Alemania, Berlín.

Christopher

Mientras camino por mi habitación veo la ciudad de Berlín ante mis ojos, una ciudad golpeada que aprendió a levantarse a pesar de los golpes. Que su historia dejo tatuajes y cicatrices indelebles, imposible de ser reemplazadas u olvidadas, simplemente se volvieron el indice de su propio libro que comienza sólo en un capítulo y termina convirtieron su historia en algo diferente.

Berlín es una de mis ciudades favoritas, el recuerdo y la fuerza que implica su historia para no volver a ello siempre llamo mi atención. Sí bien el clima húmedo no era mi preferido, me gustaba pasar por los lugares más eminentes de la nueva Berlín. Un pasado que siempre estaba presente pero que no destruía ni los hacía regresar, sino que los motivaba para ser mejores.

Muchos escritores que leí por año siempre ven al pasado como algo que debe soltarse, y mi pregunta siempre fue ¿Qué pasaría si el pasado no es tan afectuoso como siempre lo dice? Como todo ser humano tenemos un pasado, tal vez uno más buenos que otros. Mi pasado había sido consecuente, tal vez no supe manejar lo que viví o simplemente jamás tuve la capacidad de utilizarlo como un instrumento o antídoto para mejorar lo que vendría.

Mi vida no era fácil, desde que fui un simple niño tenía más responsabilidades que habilidades, siempre fui prejuzgado por mi nombre. Me sentía como una persona destinada a dar más de lo que podía. Mi título demandaba un hombre perfecto, sin errores. Dispuesto a escuchar, a aprender y sobretodo a amar. El problema era que no tuve la fortuna de tener padres que me hablarán sobre el amor.

Claro que mis clases de etiquetas había una materia especial que enseñaba el comportamiento de un verdadero caballero hacía una dama, como por ejemplo; Un caballero no tiene memoria, abre la puerta del coche, o regala flores, es cortez con su damisela. Y siempre pensé que un caballero sólo era una apariencia.

Nadie me advirtió lo que era amar, nadie me avisó que sufrir por amor era doloroso. Nadie me comentó que tan doloroso y desgarrador podía ser perder al amor que siempre tuviste delante de ti y no lo veías.

Ahora que estaba lejos de mi esposa me preguntaba una y mil veces si ella me amaría otra vez. Constantemente sus palabras en aquella catedral venían a mi mente ¿Me amaras en la mañana?, recuerdo haber pensando que era demasiado para un boda arreglada, pero cuando casi la pierdo pensé tantas veces en poder volver a ese día y responderle que la amaría para toda la vida.

Mi problema era que jamás entendí el amor, hasta que lo tuve y lo perdí. Sólo que ahora estaba intentado ser el hombre que ella siempre mereció, aunque mis dudas estuvieran presente a cada paso, hora o minuto que pasará a su lado. El miedo de que recordará nuestro peor momento estaba latente en cada despertar, en cada caricia y mirada.

— Príncipe, Angela Merkel lo espera— Karl salió de mi habitación.

Hacía casi tres días estaba sobre un avión viajando a diferentes países, como todas las potencias unidas al Reino de Alexandra sabían mi situación actual, entendían que sólo podía quedarme horas y adelantar mis vistas. Ya había estado en Australia, Bélgica y ahora tocaba Alemania.

Desde que mi madre asumió el mandato al trono, Alemania se había vuelto poco amigable con los ingleses, tal vez era por el pensamiento público que tuvo mi madre en relación a las medidad que estaba tomando Alemania en relación al maltrató de niños y mujeres, sólo sabía que Dulce había logrado tener una buena relación con Angela y planear un nuevo método para acabar con ello, claro que ahora mi esposa no podía ser la autora del acuerdo ya que por idiota le había quitado el título oficial de princesa. Había denigrado a la mujer más correcta y humana que podía existir.

HISTORY OF ROYAL LOVE: You usually returnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora