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Maratón 2/3

Noviembre 15 de 2018

Finca de Alphor

Dulce

Pocas veces nos damos cuenta de el valor de la vida, y lo importante que llega a ser las personas que creías haber olvidado. El tiempo lo cura todo, dicen, y aveces es cierto.
Mi padre fue un hombre con más errores que virtudes, casi diez años pasé sin verlo porque simplemente él lo había decido así.

Ahora me encontraba en mi casa, mi primero hogar. El lugar donde aprendí y donde decidí lastimarme. La finca de Alphor estaba llena de recuerdos, como la primera vez que Christopher vino a cazar, o cuando me conoció y jamás me aparte de él hasta nuestro divorcio. También estaban los recuerdos que tenían que ver con mis padres, golpes, discusiones y separación. Pero también hubo en algún momento amor.

Mi padre era un hombre rencoroso, y eso significaba que mis hermanos no estaban en este momento. Sólo me había buscado a mi, su princesa.
Cuando me enteré de su enfermedad, y como su segunda familia lo abandonó sentí dolor. No entendía como había seres humanos así, pero por suerte yo y sus empleados corrimos a su socorro.
Lamentablemente llegamos tarde, papá tenía cáncer de colon, y estaba avanzado. No había solución.

Mientras estaba sentada en una reposera junto a la cama de papá, acariciaba el pelo rubio sedoso y suave de mi pequeño Matt, por suerte lo había conocido y tuvo la oportunidad de escuchar sobre Alex y mi Olivia. Mi padre con las últimas fuerzas alzó a Matthew y lloró por no hacerlo con mi otros bebés.

Papá ya no despertaba, solo dormía. Warner nos dijo que sólo era tiempo. No había nada para hacer. Claro que no estaba preparada para perder a mi padre, cada segundo que estaba a su lado pensaba en lo que iba a sentir con su ausencia.

— Amiga — Roberto entró a la habitación de mi padre.

— Está dormido — susurre.

— ¿Quieres descansar? Puedo quedarme con él — me levanté con Matt sobre mi pecho. Era afortunada por tener un amigo como Roberto.

— Gracias, acostaré a Matt y vuelvo. — asintió. Me acerqué a papá y bese su mejilla.

Entre a mi antigua habitación, acoste en mi cama a Matt poniendo almohadas a los costados para evitar golpes. Mi bebé estaba tan exhausto que no notó cuando me retiré para darme una ducha.
Extrañaba a mis hijos, quería verlos hacía casi dos semanas que ellos no estaban conmigo.

Salí de la ducha, y como siempre hidrate mi piel. Me miré al espejo y note mis ojeras, últimamente no descansaba como debería papá me sacaba mucho de mi tiempo, pero por suerte tenía a Robert.

Golpearon la puerta de mi habitación, Matthew se movió algo molestos, por dentro pedí que no se despertará, Matthew era algo malhumorado cuando se trataba de su siesta.
Fui hasta la puerta, Clara nuestra empleada, estaba con una bandeja en sus manos, esta contenía un jugo de naranja y frutas.

— Clara, ¡no! — dije quejandome.

— Señora, ordenes del Señor Roberto— musito.

— Esta bien — abrí la puerta para que entrara, dejó en la mesa nocturna la bandeja y se dirigió a la salida.

— Ah, señora — se paró en la puerta—  El Príncipe Christopher esta en la entrada.

— Mi respuesta de siempre— dije sin despegar mi vista de Matthew.

— Bien, con permiso — se retiró.

Christopher sabía donde residía, desde que su guardaespaldas había descubierto en que lugar me encontraba había llegado a Alphor todos los días. Pedí a nuestros empleados que no dejarán que pasará, después de todo era un propiedad privada que me pertenecía.
Mi ex esposo se había convertido en una pesadilla, reconocía que tenía derecho de ver a Matthew pero también tenía que priorizar mi paz mental, y verlo todos los días sólo alteraba mis sentidos.

HISTORY OF ROYAL LOVE: You usually returnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora