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Marzo 1 de 2019

Londres, Casa de Winsor

Una semana había pasado desde que Christopher se fue de nuestra casa, no podía estar tranquila sabiendo que estaba sólo con su personal y botellas interminables de whisky. Sabía que sus empleados no lo cuidarian, y sólo se ocuparían de cumplir las ordenes de él.

A pesar de mi preocupación no tenia pensado ir a Clarence House, era un lugar que aún revivia nuestro peor momento y ya todo estaba mal para volver al pasado.

Mientras continuaba con nuestros deberes Reales, y reuniones agendadas pensaba en lo que llegaría a pasar con todo esto. Sabía que su familia me odiaba pero no pensé que fueran capaces de hacer tal estupidez, decir que Alfonso y yo eramos amantes era una locura que había afectado en su momento a mi hermana, y ahora que pasó tiempo mi marido era el afectado.
Pensaba que un matrimonio era amarse completamente, estar juntos cada mañana al despertar, y recordarle al otro cuanto lo amaba. Nadie me enseño que una relación de pareja es tener en tu vida a alguien que se preocupa por ti a pesar de que y quien eres, a pesar de tus errores e imperfecciones.

Es alguien que ayuda en este duro trabajo de la vida, es colaboración mutua, hacerse la cena entre los dos y sentarse juntos, a una hora tardía, porque los dos tuvieron un día loco. Es tener una crisis emocional y que tú pareja se acuesta contigo y te sostenga y te diga que todo va a estar bien. Y tú le crees.
Se trata de seguir amando a alguien a pesar de que a veces te vuelve absolutamente loco.
Amar a alguien que no siempre es fácil, sino a veces es muy difícil. Pero es increíble y reconfortante, en síntesis una de las mejores cosas que alguna vez experimenten en mi vida.

Había aprendido a amar a mi esposo, y sobretodo a conocerlos. Sabía que era como una hermosa flor que si se sabe cuidar, se sabrá entonces cosechar y hacer florecer incluso en el frío invierno.
El problema era que a veces el miedo, la incertidumbre y la desconfianza por lo que alguna vez pasó en la experiencia de amar lo atormentaba.

Christopher era como un árbol que comenzó a arribar, pero su tronco estaba torcido y había intentando enderezar por si mismo sin un tutor, sin un sostén, y ahora, que me tenía a mi como su sostén, no sabía si ello era bueno o malo ya que jamás habia conocido esa parte de la vida.

Entendía a mi esposo, pero estaba cansada. Habían pasado doce años, diez de un matrimonio infernal donde di todo, reconocía mi error al mentirle aunque eso no era una excusa para alejarse de mi.

— ¿Qué sigue ahora? Otra vez estarán separados, él volverá con Natalia y tu volveras a sufrir por él — Roberto me tendió una de las copas de vino que trajo para ambos — No es vida esto, amiga. Lamento ser tan directo — bebí un poco de vino, y asentí.

— Simplemente no lo entiendo Roberto, acaso no debería tener algo de culpa... — murmure— Estuve años atada a un matrimonio en el que yo fui quien debia estar siempre, y él nunca estuvo para mi. Me dejó en la nada y tuve que hacerlo todo sola — miré la oscuridad del cielo en la noche con el brillo de las estrellas — Siempre soy yo quién debe pedir perdón, quién debe perdonar ¡ Estoy tan cansada de hacerlo todo yo sola! — digo sobrepasada de esta situación.
—Se supone que no me dejaría, que estabamos juntos en esto, que me amaba, y mirame... Estoy sola aquí contigo — río sin humor — No tienes ideas a las cosas que renuncie aquí — señalo mi pecho— Lo que perdone para intentarlo porque lo amo, y me trata de esta forma. Desapareciendo de mi vida, dejandome nuevamente sola contra todo esto — señalo a mi alrededor— De pronto todo se vuelve tan... tan grande para mi y pienso que todo esto me volvera a aplastar.

— Ay, amiga — Roberto pasa su brazo por mis hombros — No se que decirte — besa mi frente.

— ¿Sabes que pienso? — comento.

HISTORY OF ROYAL LOVE: You usually returnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora