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Enero 20 de 2019

Londres, Mansión de Kensington

Dulce

— Dulce, tú visita a la sede de Cruz roja es hoy — Paul entró a mi habitación dejando mi desayuno en la cama. El sonrió al ver a Matt jugando con uno de mis collares de perlas.

— Lo sé, Paul. Estoy pensando si debo llevar un vestido o una camisa de seda y pollera — Él penso unos minutos y se dirigió a mi guardarropa.

— Este es adecuado — puso sobre la cama un vestido azul de seda que llegaba hasta mi rodilla, el escote era discreto y perfecto para una reunión de caridad.

— No se que haría sin ti — él asintió y se retiró.

Comencé a vestirme y prepararme para la reunión con la Cruz roja, algo que amaba de ser ex princesa era esta clase de oportunidades que surgían.

Ayudar era mi parte favorita del día, más si conseguía la sonrisa sincera de algun extraño que me quería sin conocerme.

Durante el accidente y mi pérdida de memoria, había perdido muchos eventos de caridad que lamentablemente perdieron visibilidad por mi causa, pero jamás me olvide de ellos, sí bien mi memoria fallaba mis sentimientos no. Y eso lo supe cuando sentía un vacío cada día que pasaba en mi casa junto a Christopher, pero sólo bastó volver a disfrutar de campañas como la cruz roja para entender de que ayudar era lo correcto, y sobretodo amar a quiénes eran olvidados por la sociedad.

Me dirigí al centro de la Cruz Roja, como cada año preparaban un gran carpa donde la gente podía visualizar la problema de la falta de materiales que tenían.
Los militares estaba allí ofreciendo café, y ordenando las filas para que no se amontonaran al momento de dar mi discurso. Aunque no fuera más princesas, ellos me trataban como tal, me seguían saludando como decía el protocolo y me presentaban como parte de la familia Real, algo que al reinado de Alexandra no le molestaba, ya que la imagen de la familia Real quedaba bien vista para el pueblo.

Caminé hacía el pequeño escenario que habían preparado para mi llegada, la gente estaba atenta a mis movimientos y los fotógrafos no dejaban descansar sus cámaras. Cada expresión estaba grabada en una fotógrafia de ellos. El presidente de la Cruz Roja se acercó al micrófono para presentarme.

— Es un gran honor y una alegría para la Cruz Roja poder presentar luego de un tiempo largo, a nuestra gran y especial voluntaria que desde hace más de 10 años está con nosotros. Con ustedes la princesa de Gales, Dulce Espinosa — se corrió a un costado para que ocupase su lugar, y me saludo con un pequeña reverencia que agradecí de la misma manera para demostrar que ya eramos pares.

— Gracias — comencé hablando mientras la gente aplaudía eufórica y alegre — Es un placer poder estar una vez más en este gran evento, donde el objetivo principal es la solidaridad y la visualización del escaso material que la Cruz Roja sufre todos los años. Pero es grato estar aquí cuando conseguimos donaciones que podrán servir a largo plazo, y como todos los años estoy aquí dispuesta a colaborar con ellos — sonreí— Siempre sostuve que no hay nada más gratificante que ayudar, creo ayudar es la parte más esenciales de mi vida y lo que más disfruto. Sí bien el mundo está completamente cambiando, y la intolerancia es el motivo principal tengo esperanzas de que reuniones como estás nos ayudan a repensar en lo que verdaderamente vales, y es la vida.  Hay que comenzar a llevar a cabo actos de bondad como estos, sin expectativas de recompensa ¿Saben por qué? Porque vamos a convivir con la certeza de alguien algún día hará lo mismo por ti — los aplausos me llevaron a hacer una pausa— Nada me hace más feliz que intentar ayuda, y por eso agradezco a la Cruz Roja por invitarme cada año. Hoy quiero además agradecer Vicente Venture, padre de Ramiro Venture por colaborar con ésta causa donando lo recaudado durante las fechas navideñas en honor al bondadosos corazón de su hijo Ramiro— sonreí con tristeza y alegría al recordar a mi Ramiro, ya la tristeza de perderlo no era doloroso como antes, ahora sólo sentía añoranzas al no poder verlo nunca más. El aplauso y reverencia de los militares me volvieron a la realidad, y continue con mi discurso — y también agradezco a la fábrica de Alphor por donar cada año como mi padre siempre lo decretó. Gracias a todos por estar aquí hoy. Muchas gracias— Termine mi discurso.

HISTORY OF ROYAL LOVE: You usually returnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora