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Londres, Casa de Winsor

Christopher

Lo mágico dura un suspiro decían por ahí, y era cierto, claro que sí. Sólo bastó llegar a Cambridge para que todo volviera a retroceder en mi camino a la felicidad.

Había tratado de hacerme la idea que vendrían problemas, días difíciles, chismes y personas con malas intenciones hacia nosotros, pero mientras ella cereyera en mí y yo en ella, nada ni nadie podría con lo bonito que estabamos construyendo juntos.

Pero todo se derrumbó en un instante. Basto una conversación, treinta fotos, y dos videos para que una vez más sintiera que entregarme por completo no servía.

Al llegar al Palacio tenía un presentimiento, si bien era un día típico de reuniones y firmas de convenios, algo en mi interior me decía que no traería nada bueno volver a ver a mi familia.

Habia días que extrañaba a mi madre, a mi padre, y la nostalgia se apoderaba de mi mente. Luego recordaba que tenia una esposa, hijos y una familia preciosa para continuar, lo que me llenaba más que esa nostalgia. Aunque nunca pensé que llegaría a derrumbarse nuevamente todo.

Los contratos con algunas empresas y acreedores que aportaban al reino, ya estaban listos. Aun seguía siendo Príncipe y mi firma era necesaria. Por lo pronto debia seguir cumpliendo esa parte de mi deber como Príncipe.

Salude a los presentes en la reunión, y me retire de la oficina real para poder volver a mi hogar. Mi esposa me había informado que pasaría un tiempo con sus hermanos, algo que me pareció excelente, después de tanto tiempo volvia a ver a sus hermanos mayor.

Acomode mi traje, y cruce unas palabras con Jonh. Me comentó sobre algunos problemas que tenía mi madre a nivel publicitario por mi renuncia, algo que lamente pero jamás me haría cambiar de opinión.

Me despedí de él, y avance por el pasillo del Palacio, me encontré con mi padre descansando en su despacho acompañdo de su libro favorito y un tè inglés recién hecho. El humo salía de la taza, donde se identificaba que el líquido aún seguía caliente.

— Padre — anuncie mi llegada.

— ¡ Hijo !— exclamó emocionado para acercarse y abrazarme — ¿Como haz estado?

— Bien, y tú... hace poco volviste de Escocia ¿Verdad? — comenté.

— Así es, fue un buen viaje pero faltaste tú — indicó algo triste mi padre.

— Te entiendo, pero soy feliz papá — afirme con una sonrisa en mi labios.

— Lo sé, vi fotos de mi nieto Matt, es precioso — dijo alegré— Estamos planeando conocerlo pronto... — suspiro— Sabes que la corona no permite saltar protocolos... lo que nos obliga a hacer varios cambios para conocerlo — entendía a que se refería mi padre. En pocas palabras me comunicaba que debía arreglar un gran escenario con millones de guardaespaldas para ir a mi hogar que pronto sería de dos empresarios sin título real, es decir, personas del pueblo.

— No me expliques, lo sé. Pero estaremos listos para recibirlos — lo animé. Mi padre asintió aunque sabía que no le gustaba tratarme como un pueblerino más, para mi padre seguía siendo su hijo el Príncipe, pero ya no era así.

— Bien, debo continuar con mi lectura — Tocó mi hombro.

— Yo debo ir a casa, adios papá— lo abracé por última vez y sali de allí.

Mientras caminaba hacia las escaleras, mi abuela se interpuso en mi camino. Me sorprendió verla tan... tan cansada. Tenía ojeras y estaba pálida, su enfermedad la estaba deteriorando.

HISTORY OF ROYAL LOVE: You usually returnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora