Capítulo 27: Reglas, Parte 5

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Wei WuXian admitía que estaba agotado. A pesar de haberse dormido la mayoría de la clase de Lan Qiren, el hecho de mantener la espalda recta lo hacía sentir adolorido y por ende, perezoso. Comenzó a dormitar mientras esperaba que Lan WangJi terminara de cenar.

- Wei Ying – lo llamó desde el otro extremo de la mesa, y cuando Wei WuXian lo miró para responder a su llamado, notó que su tazón estaba casi lleno. Tal vez se debía a que comía cuidadosamente y con lentitud, pero el adolescente podía asegurar que él había terminado de comer al menos veinte minutos atrás.

- ¿Mm?

- Ve a recostarte si estás cansado.

- Mm. – al contestar se lanzó al suelo y simplemente se hizo el muerto. Si bien el plan de Wei WuXian era fingir dormir para ser llevado por Lan WangJi en brazos, mientras esperaba que este terminara de comer, realmente se durmió.

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El pequeño Wei Ying acariciaba su estómago, ¿cuánto días habían pasado desde su último bocado? No quería pensar en eso y por sobre todo no quería recordar cuan asqueroso había sido, pero el niño había pensado que si los perros podían comer carne cruda en mal estado, él también podría hacerlo... pero se equivocó. No pasó mucho tiempo hasta que vomitó. Ahora, estaba hambriento otra vez. Al menos ya sabía que debía descartar las carnes con malos olores de sus futuras comidas, al igual que el agua de las pozas de lluvia o el agua reunida con alguna espuma de lavado, eso también le causaba dolor estomacal.

Mientras caminaba por una calle repleta de vendedores ambulantes se preguntaba si a alguno le sobraba algo para comer, él se podía conformar con las cascaras. Observó las manzanas en un puesto, rojas, brillantes, se veían dulces y jugosas, la boca se le hizo agua. Caminó hasta el puesto embelesado por la belleza de la venta.

- ¡Chu, chu! Sal de aquí pequeño mendigo, no toques nada, no ensucies. Aléjate – Wei Ying estaba acostumbrado a escuchar aquella frase por lo que ignoró al vendedor, pero entonces vio que tomaba un gran palo y amenazaba con golpearlo. Siendo así, se alejó corriendo. Mientras corría esquivando los cuerpos gigantes a su alrededor sintió vergüenza, no le gustaba que los vendedores lo echaran como a un perro, si bien él a veces comía lo que ellos no se consideraba así mismo un perro. De pronto chocó con un par de largas piernas fuertes.

Wei Ying levantó el rostro, y a medida que elevaba la vista vio lo que era un pulcro vestido blanco con patrones verdosos en sus mangas. Los colores claros se mezclaban entre sí dándole a la mujer de cabellos largos una apariencia suave. El color cristalino en sus ojos hizo que el niño recordara un par de cuentos relatados por su madre.

La mujer lo miró con cierta sorpresa y levantó su mano. Por acto reflejo el niño cerró los ojos como si aquello lo protegiera de alguna agresión, pero lo que sintió a continuación fue algo muy distinto. La mujer de ojos verdes acarició la cinta que estaba en su cabello y se agachó, quedando a su altura.

- Wei Ying – su voz grave hizo que el niño se sintiera aún más pequeño– Tu madre optó por dejar el listón contigo – le dijo mientras acariciaba su cabello. Él miraba sus ojos claros como el cristal, no podía dejar de mirarlos – Pero tienes una mejor opción que viniendo conmigo hasta la montaña, alguien más te está buscando. - explicó.

- ¿Alguien me busca? – preguntó sin entender, la mujer asintió y sacó de sus ropas una manzana tan roja y brillante como las que habían en el puesto. Wei Ying la tomó y le dio una mordida de inmediato, estaba aún más jugosa de lo que imaginó.

La mujer vio un par de heridas en sus rodillas y manos, volvió a buscar entre sus ropas y luego sacó de ellas una pomada. Con dedos hábiles la aplicó en las heridas del niño. De inmediato esas heridas dejaron de doler y picar, un alivio refrescante lo hizo sonreír.

Intrínseco 「WangXian」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora