7. Decepción

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PDV LOUIS.

Para mi desgracia el fin de semana ya había terminado, y me encontraba en el descanso de la mañana, en la zona trasera del instituto tomando un poco el aire, ya que hoy me había despertado con un poco de dolor de cabeza.
Observo a William, uno de mis alumnos, cerca de la verja, como esperando a alguien.
No le tomo en cuenta, hasta que veo que un chico con capucha se acerca hasta él y le entrega un diminuto paquete, y Will a cambio le da dinero.
Espera... ¿dinero?
Me escondo un poco, observando detenidamente.
Mi alumno mira a todas partes, le dice algo al chico y se aleja.
Aprovecho para observar al hombre. Bueno, tampoco puedo verle mucho ya que lleva la capucha puesta, pero esa sudadera me sonaba de haberla visto hace poco...
- Louis ¿qué haces ahí?- dice Thomas detrás de mí, asustándome.
- Acabo de ver a uno de mis alumnos comprando droga.
Éste frunce el ceño, mirando donde estaba mirando antes, pero el hombre ya se había ido.
- ¿Estás seguro? Es algo serio.
- Completamente. El hombre le ha dado algo en un paquete y Will le ha dado dinero. Además, estaban ahí escondidos.
- Esa reja tendrían que arreglarla, se cuela cualquiera.
Asiento.
- Tengo que hablar con él.
- ¿Y crees que te dirá algo? Lo más probable es que lo niegue o te mienta.
- Ya, pues algo tengo que hacer.
- Bueno, inténtalo.
Me despido de él, en busca de Will.
Era un alumno ejemplar, aparte de amable y simpático, y me extrañaba mucho que consumiese drogas.
Le veo en su taquilla, y me acerco rápidamente.
- William.
Éste se sobresalta, cerrando rápido la taquilla.
- Profesor- saluda, sonriendo.
- ¿Me puedes explicar qué hacías con aquel hombre?- le pregunto sin preámbulos, a lo que se le borra la sonrisa, mirándome algo nervioso- y ahórrate la mentira.
-Sólo compraba tabaco- dice nervioso, jugueteando con sus dedos.
- Ya, tabaco. Vamos, William, te estoy dando la oportunidad de decírmelo- digo más tranquilo, creando confianza.
- No puedo- responde- no es para mí.
- Pues dime el nombre del que te ha vendido eso. Eres menor, podría perfectamente retenerte en el despacho del director y llamar a tus padres. Podrían expulsarte- digo cruzándome de brazos.
Éste se muerde el labio, mirando a todos los lados, intentando buscar una respuesta válida.
- Sólo sé que le llaman Hache. No sé más, lo juro.
Me quedo paralizado, estático, analizando sus palabras.
Y recuerdo aquel día en el bar...
"- Disculpe, ¿el chico con el que estaba hablando viene mucho aquí?
- ¿Hache? Sí, viene todos los días."
- Por favor, no llame a mis padres- ruega el muchacho, sacándome de mi trance.
- Quiero que me des lo que has comprado, William.
Este suspira, asintiendo y sacándolo de su taquilla.
- No quiero volver a verte comprando esto. Joder, tienes toda la vida por delante, y estas mierdas solo acaban contigo- le digo más tranquilo, a lo que este baja la mirada- posiblemente no me harás caso, pero piénsalo, ¿vale?
Asiente, y me marcho, pero antes de continuar me paro, girándome.
- ¿Sabes por casualidad dónde vive el hombre?
Niega con la cabeza, a lo que asiento, metiéndome en la sala de profesores, guardando la bolsita en mi maletín.

***

Según salgo del instituto me acerco al bar de Street Park, queriendo información.
No podría creerme que Harry se dedicara a pasar droga a chavales.
Él me dijo que trabajaba en una tienda de deportes, pero claramente me mintió, y eso me hacía sentirme idiota y enfadado, sobre todo enfadado.
Cuando llego aparco el coche y entro en el bar, el cual se encuentra bastante tranquilo, y me acerco al camarero.
- Hombre, otra vez por aquí- dice el hombre sonriendo- ¿te has mudado hace poco?
- Sí- miento, sonriéndole de vuelta- me gustaría saber dónde vive Hache.
El hombre borra su sonrisa de la boca, y se queda algo distante.
- Tranquilo hombre, no soy policía- bromeo- soy un viejo amigo y necesito comprar, pero no me dio su teléfono.
El hombre duda, pero asiente, creyéndose mis palabras.
- Vive dos calles más arriba, en el número 3.
Asiento, despidiéndome de él y saliendo, en busca de la calle.
Observo la zona, la mayoría son gente corriente, aunque entre las calles puedes ver claramente cómo la gente trafica con otros sin esconderse, como si fuese lo más normal del mundo.
- Aquí es- susurro, mirando el portalillo.
Entro despacio, mirando los buzones, intentando encontrar el nombre de Harry, pero la mayoría se encuentran vacíos.
- ¿Buscas a alguien?- dice una voz ronca a mis espaldas.
Me sobresalto, dándome la vuelta, encontrándome a un hombre grueso, calvo y con un pendiente en la oreja.
- Hache- respondo.
- En el segundo, la puerta de la izquierda.
Asiento, subiendo por las escaleras hasta llegar, llamando a la puerta.
Oigo unos pasos acercarse, y me tenso un poco.
El ojiverde abre la puerta y me mira anonadado.
- ¿Louis?- dice extrañado, frunciendo el ceño- qué cojones haces aquí- susurra, agarrando mi brazo e introduciéndome en el piso, cerrando la puerta.
- Venía a entregarte esto- digo chocando fuertemente la bolsita con el polvo blanco, la cual cae al suelo, ya que a Harry no le da tiempo coger.
Lo mira y después me mira a mí, sin dejar de fruncir el ceño.
- No entiendo, Louis.
- A lo mejor te refresca la memoria el chico pelirrojo al que le has vendido eso en el instituto- escupo cruzándome de brazos.
Éste lleva sus dedos al puente de su nariz, cerrando los ojos.
- No tenías que haber visto eso- susurra llevando sus dedos al puente de la nariz, apretándolo.
- Mala suerte- respondo enojado.
- No sabía que trabajaras ahí-dice evitando mi mirada.
- ¿Me mentiste? ¿Eres un camello?- escupo, enfadado.
- No te importa- responde secamente.
- ¡Claro que me importa!- exclamo- a diferencia de ti siempre me importaste- digo algo dolido, a lo que Harry me mira, esta vez sin fruncir el ceño.
- No tenía otra cosa que hacer, Louis- responde más tranquilo, suspirando- necesitaba salir de allí lo antes posible, y esto es lo primero que conseguí.
- ¿Tan mal estaban las cosas con tus padres?
- No era solo eso- respondo sentándose en un sofá medio roto que había ahí- estaba solo. No estaba Steph, no estabas tú... no tenía nada. Solo malos recuerdos.
Le miro y veo que sus ojos se cristalizaron, y eso me rompe el corazón.
Tú me dejaste ir.
- Harry- digo mientras me siento a su lado- vales más que esto. Podrías hacer cualquier cosa antes que esto- susurro- por ejemplo, el deporte. siempre te gustó.
- No es tan fácil- susurra.
- ¿Tú... tú consumes?- pregunto con miedo, y éste enseguida me mira.
- Claro que no, Louis- dice algo ofendido- Linn y yo somos los únicos.
- ¿Linn?- pregunto frunciendo el ceño.
- El amigo que me trajo aquí. Es un buen chico, solo necesita el dinero para salir adelante, como yo.
Lamo mis labios, asintiendo.
La puerta se abre y Harry se levanta rápidamente, a lo que imito su acción.
Un tipo delgado, fuerte y con cara de pocos amigos entra, mirándome de arriba abajo, frunciendo el ceño.
- ¿Quién coño es este?
- Dylan, quería comprar maría.
- Sabes de sobra que los clientes no pueden pisar el piso- dice éste dejando su chaqueta tirada en una silla y sentándose, encendiendo algo que parecía un cigarro, aunque olía más fuerte.
- Ya bueno, es colega- dice el rizado sonriendo, golpeando mi hombro sin fuerza.
- Yo ya me iba- digo interrumpiendo- gracias por la maría.
Harry asiente, acompañándome a la puerta.
- Harry, no puedes seguir aquí- susurro cuando llego al pasillo.
- Louis, en serio, no te metas en esto- responde tajante, cerrándome la puerta en las narices, dejándome ahí pasmado.
Maldigo, bajando hacia la calle y saliendo de allí, con la cabeza llena de mil preguntas.

***

Según entro en casa diviso a Marcus saliendo de la cocina.
- Hombre, ya pensaba que te habías ido de fiesta sin mí.
Sonrío débilmente, dejando las llaves en la mesilla y acercándome hacia él, dejando un pequeño beso en sus labios.
- Me he entretenido en una tutoría con un alumno.
- ¿Cansado? Tienes mala cara.
- Sigo con el dolor de cabeza- digo sentándome en el sofá, que en parte era verdad.
- He preparado hummus y salchichas- dice sentándose a mi lado, pasando su brazo por mis hombros, llevándome a su pecho y dejando un beso en mi sien.
- Suena delicioso- respondo algo más animado, sin querer preocuparle.
- ¿Quieres que te prepare un baño caliente? Te vendrá bien.
Asiento repetidas veces, a lo que éste ríe, levantándose del sofá y metiéndose en el baño.
Amaba a este Marcus.
No dejaba de pensar en Harry.
Necesitaba hablar con él, intentar sacarle de ese mundo. Él no se merecía acabar así, valía mucho más que todo eso, aunque no lo creyese.
- Ya se está llenando- dice saliendo del baño.
Me quito la ropa y entro, tocando el agua. Estaba increíble.
- Puedes hacerme compañía si quieres- le sugiero, a lo que sonríe- pero sólo compañía.
- Está bien, me contendré- promete, sacándose la ropa.
Mientras me meto en la bañera despacio, dejando espacio para Marcus detrás de mí.
Éste entra con cuidado, pegando su pecho en mi espalda, abrazándome.
- No quiero que este momento se termine nunca-susurro, mientras jugueteo con sus manos.
- Ni yo- responde estrechándome más entre sus brazos, haciendo que cerrase los ojos.
Una lágrima desliza por mi mejilla, porque sabía que, aunque ahora lo tenía todo, había algo que no encajaba en mi vida.

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