capitulo 10

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Pasó una semana entera desde que Elizabeth y ellos volvieron a Londres. Ella había evitado a Louis por el miedo que tenía de lo que él podría decirle, pero esa vez él estaba decidido. Era su papá o algo así, ella no podía ignorarlo así y él tenía que hacerse cargo. Llamó a la puerta, pero nadie abrió. Pensando que él la ignoraba, entró al cuarto. Ella no estaba ahí, estaba en la cocina masticando hielo.
Vio varias fotos en uno de los estantes. Había dos bebés en una, los gorritos decían E y T. Ese debía ser Tomás, su mellizo. En la siguiente foto ella reía de la mano de una mujer mayor, debía ser su abuela o algo así. Parecían familia. En la siguiente foto ella estaba en la puerta del colegio con dos colitas de la mano de un chico un poco mas grande que ella que le sonreía, en su otra mano había una chica que parecía de su misma edad. Otra foto de ella y un chico de chiquitos abrazados. Ella con dos nenas. Ella con un hombre serio y barbudo. Un grupo de chicas tomadas de las manos de espaldas. Ella dándole un besito a un chico de pequeña. Una foto de un salón de clase lleno de chicos y ella sonriendo en el medio de todos.
Le gustaron las fotos y le sacaron una lágrima mientras las recorría una y otra vez. Siguió por la habitación y encontró un estereo con distintos cd's. Estaban todos los de ellos, Demi, Little Mix, entre otros que él no conocía. Siguió camino viendo todo. Encontró los cuadernos apilados en el escritorio. Había varios que se juntaban y los ataba una cinta de distintos colores. Había unos sueltos y él les echó un vistazo. Eran novelas. Despues vio unos cuardernos mas grandes llenos de historias, frases, textos, poemas. 

Uno llega a cansarse de todo y empieza a pensar. ¿Quién podría extrañarlo? Nadie es capaz de extrañar a un fantasma.

SUICIDIO.

Amo eternamente a ese puente sobre las aguas quietas y cristalinas, pero me temo que debo dejarlo ir.

Puedes tomar el lapiz rosa y pintar el mundo entero pero los colores no se distinguen cuando llega la oscuridad.

Cerró el cuaderno y vio una pequeña agenda. La puerta se abrió y Elizabeth lo miró con cautela.
-¿Buscabas algo?- preguntó, no le gustaba que tocaran sus cosas sin permiso.
-A vos.
En ese instante ella se arrepintió de haber dicho algo, él parecía molesto. Se sentó en la cama y le dijo a ella que se sentara a su lado con un simple gesto de su mano. Resopló y se aproximó.
-Creo que comes muy poco.- dijo él al fin.
-Yo creo que está bien lo que como.
-Pero yo no, y soy tu papá.
-¿Vas a obligarme?¿Vas a gritarme hasta que termine hasta el último grano de arroz en mi plato?- gritó con lagrimas en los ojos.-¿Vas a hacer que me quede toda la noche frente a un plato que no voy a comer?¿Vas a golpearme por querer estar delgada?
Él no comprendió su enojo repentino y se sintió muy confundido. Ella se rodeó con sus propios brazos mientras las lágrimas brotaban de sus ojos  y perdía la vista en las paredes. 
-Eso hacía él.- susurró.- Eso solía hacer cuando se enteraba de mi existencia. Se enojaba con facilidad cuando estaba. Me obligaba a comer, siempre lo hacía.
Él la rodeó con su brazo haciendo que ella apoyara su cabeza en su pecho y le frotó el brazo una y otra vez con insistencia.
-Yo solía llorar porque era una imagen cruel para una chica de 10 años. Él decía que iba a darme motivos para llorar, entonces me golpeaba. Tenía fuerza, pero lo que más me dolía era esa imagen de padre que quedaba grabada en mí.
Louis no sabía qué hacer y ella volaba en sus pesamientos, en sus recuerdos.
-¿Sabes? Al principio cuando decidieron volverse mis padres tuve miedo, muchísimo miedo. No quería que fueran como él. Empecé a conocerlos y ahora no creo que sean como él, pero es difícil borrar esos recuerdos.
-Nosotros no somos como él. Nada de eso va a volver a pasar. Te amamos y, perdón, pero eso no era un buen padre.
Ella asintió y lo abrazó. Louis quería borrar todos esos recuerdos de la mente de su nueva hija pero sabía que eso no iba a pasar.

Gorda de mierda, esos kilos no los perdes ni internándote en un gimnasio.

Las princesas son delgadas.

Louis  miró a la chica que había cerrado los ojos.
-No te duermas.- dijo rápido.
-Louis, me despertaste.- se quejó.
-No voy a permitir que mi hijita se duerma con lágrimas en los ojos.
Ella se enderezo y besó la mejilla de Louis.
-Te quiero, papi.- dijo y él se enterneció y le encantó cómo ella le llamaba. Besó su cabeza y se paró.
-Te quiero, preciosa.- ella se acostó y él besó su frente y la tapó.
Bajó y se encontró con Harry en la cocina.
-¿Sabes que esto nos va a cambiar muchísimo?- preguntó Louis.
Harry lo miró y sonrió ladeando la cabeza y mirando la escalera.
-Vale la pena.
Los dos sabían que era cierto.
Todos despertaron a causa de los gritos provenientes del cuarto de Elizabeth. Zayn corrió en boxers hasta la habitación de la chica. Cuando llegó la vio acurrucada en una esquina de la habitación abrazando sus piernas y escondiendo su cabeza entre estas. Los cinco jóvenes la miraban sin saber qué hacer. Se escuchaba la respiración agitada de la chica y su llanto desesperado.
Niall se acercó y la rodeó con los brazos, pero ella empezó a suplicar que no le hicieran nada. Él se apartó y Harry tomó su lugar.
-No vamos a hacerte nada, mirame, todo está bien, nada va a pasar. Princesa, mirame, todo está bien, estamos acá.
Ella empezó a tranquilizarse. Pero las imágenes volvían a su mente y se aferró fuerte al brazo de Harry como si esa fuera la única forma de alejarlo todo. Louis se acercó a ella.
-Él no está acá. Ellos no están, Elizabeth. Ellos no están, nada va a pasarte si estás con nosotros.
Ella lo miró a los ojos y el temor se reflejó en los ojos de la chica. Tenía mucho miedo. Harry la aferró más a él.
Liam empezó a mirar la habitación, había frases nuevas.

Si nos vamos vas a venir con nosotros.

El final esta cerca.

Puedes oír a los filos gritar, los necesitas.

Por mas que te escondas los recuerdos te persiguen.

No soportaría decepcionarlos.

Lleva tanto tiempo sola que una muestra de cariño le aterra.

Esta es la historia de una chica con un pasado oscuro, una chica que no tendrá un futuro.

No quiso seguir leyendo, le dolía. Miró a la chica y le pareció que tenía solo cinco años, con sus cabellos despeinados y su carita llena de miedo. Se aferraba al brazo de Harry como una nena que no quiere entrar al jardín y descubrió la pequeña que llevaba dentro y esa pequeña tenía muchísimo miedo.

InvisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora