(1) Edmund Pevensie

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14 de Febrero

Geraldin se paseaba por los pasillos del colegio, era una fecha importante para algunos, para otros no tanto... El 14 de Febrero había llegado muy pronto, todavía podía recordar las risas y cursilerías del año pasado, odiaba esa fecha, la odiaba aún más recordando que la persona que ella amaba era su mejor amigo, el tercero de los hermanos Pevensie. Movía su cabeza en todas direcciones, hasta que localizó al chico. Entrelazó los dedos de sus manos de manera nerviosa, cuando lo vio ahí parado, llevaba una rosa en la mano izquierda, mientras que en la otra sostenía una carta, analizó su rostro, él se veía agobiado. Geraldine no tardó en aproximarse hasta donde él estaba.

—Edmund— saludó de manera tímida. A pesar de llevar años de amistad, estar cerca de él la hacía estar nerviosa, mientras su estómago sentía un leve hormigueo cuando él le dirigía parte de su atención.

En realidad, ni siquiera supo cuándo comenzó a atraerle; cuando eran niños, lo veía como un amigo, incluso él podía llegar a ser algo hiriente y caprichoso, pero luego ese lazo se fue fortaleciendo, ambos comenzaron a madurar y su aspecto físico fue cambiando. Fue hasta las vacaciones de verano que lo observó detenidamente y pudo notar que sus ojos eran más hermosos de lo que recordaba, lo mucho que le gustaba que estuvieran puestos en ella, incluso empezó a amar cómo sonaba su risa. Pero odiaba que los sentimientos no fueran mutuos. ¿Cómo podría decirle al chico que conocía desde pequeña que había comenzado a enamorarse perdidamente de él?

—¡Vaya! Hasta que apareces. Te estaba esperando, necesito tu ayuda. Por favor...

Ella observó el puchero que le hacía, no sabía cómo, pero siempre lograba obtener lo que quería. ¿Iba a ayudarlo aunque esto le doliera? Bueno, al menos alguno podría ser feliz.

—Ed, para empezar, si quieres declararte a la chica que te gusta, debes acomodar bien el cuello de tu camisa — él la miró con pena. No pudo evitar soltar una risa—. Ven acá — dijo mientras arreglaba la vestimenta del chico.

—Sí, eso..., es que estoy nervioso, no sé cómo empezar, si ella me rechaza o...

—No digas eso — cortó las palabras de su amigo. — Si no te aceptara, bueno, ella sale perdiendo, tú eres una persona genial y luces muy bien hoy — sonrió nerviosa. Quería gritar a los cuatro vientos que no solo era una persona genial, era su persona. No solo lucía bien hoy, se veía bien todos los días, cuando lo veía caminando por los pasillos del colegio, cuando iban a relajarse al parque, incluso cuando hacía deporte y llegaba cubierto de sudor hasta ella pidiendo agua.

—¿Piensas eso? ¿Crees que le guste?

—Claro que sí, Edmund, no solo lo creo, estoy segura de ello.

Él le sonrió. Sintió su corazón latir más rápido. Se aproximó más a ella y la rodeó con sus brazos, correspondiendo rápido el abrazo.

—Gracias Geral, por eso eres mi mejor amiga, siempre me haces sentir mejor. Ella cambió su expresión a una un tanto triste. Al separarse, él miró su rostro—. ¿Pasa algo, Geral? — soltó con preocupación. A veces no era capaz de descifrar lo que su amiga sentía; él sabía perfectamente cuándo algo andaba mal con Geral, pero ella siempre fue de las personas que guarda sus problemas y está ahí para hacer sentir mejor a otros.

—Solo es que..., bueno es porque el chico que a mí me gusta quiere a otra chica.

—Es un idiota entonces.

—Sí, probablemente lo sea, pero no puedo evitar amarlo... Ambos continuaron hablando hasta que Edmund desvió su vista de su amiga y se despidió.

Lo vio alejarse, iba en dirección a una chica. Él estaba a punto de declararle su amor a otra persona, y ella no iba a hacer nada? No, no podía.

Estaba tan concentrada viendo a su amigo que no notó que Peter estaba detrás de ella.

—Hola Geral, ¿qué pasa? — ella pegó un brinco del susto.

—Peter, me asustas.

—¿Qué miras tanto?

—Miro lo que ocasioné por ser tan tonta.

—¿Por qué preferiste verlo irse en vez de decirle lo que sientes? — para el rubio, la joven era como su hermana, hacía tiempo sabía del enamoramiento de la chica. De hecho, todos los hermanos lo sabían, las miradas eran evidentes, la forma en que ella se comportaba cuando estaba con él. Todos lo notaban, menos Edmund.

—No me gustaría ser egoísta, Peter, y lo sabes — el rubio cambió su mirada a una de tristeza—. Yo no podría hacerlo feliz, la vida está tomando un curso distinto para mí, se me está yendo. — Peter agachó la mirada; él y Susan eran los únicos que sabían de la condición de la chica.

Un chico se acercó hasta ellos. Geraldine lo observó, era atractivo, alto, moreno, con su cabello un poco largo.

—Gera, él es Caspian, un amigo que conocemos de...

—Vengo de muy lejos, señorita. Un placer conocerla. — le dedicó una sonrisa.

—Mi nombre es Geraldine, el placer es todo mío — respondió devolviéndole la sonrisa. Extendió su mano para saludar normal, pero él la tomó y la besó delicadamente. Sin duda, el gesto de un príncipe, pensó.

Después de una charla entre los tres, Geraldine observaba a Caspian mientras este hablaba muy animadamente con Peter. No era feo, de hecho, era muy guapo. Cuando estaba retirándose para ir a casa, se topó con Susan; solo se saludaron. Observó cómo Susan llegaba hasta Peter y su amigo, saludando a este último con un beso en los labios.

Tal vez el amor no era para ella.

|𝖮𝖭𝖤 𝖲𝖧𝖮𝖳𝖲| 𝖬𝗎𝗅𝗍𝗂𝖿𝖺𝗇𝖽𝗈𝗆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora