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La ceremonia del sombrero seleccionador había terminado y el director Dumbledore dio un pequeño discurso de bienvenida antes de hacer aparecer un enorme banqueta de comida en todas las mesas de la inmensa sala.

Ariadne estaba muy sorprendida de como alguien podía hacer un hechizo tan grande. "A que mola" le sonrió el pelirrojo que estaba sentado a su lado (que en este caso era George) al ver la cara de asombro que ponía. "En mi casa a veces también se hacen banquetes grandes, pero esto es sensacional." Comento impresionada antes de desdoblar la servilleta y ponerla en sus piernas de forma correcta.

Empezó a comer junto a los demás en la mesa mientras, entre todos, se conocían un poco. Los gemelos les iban explicando un poco algunos cotilleos de los profesores y les contaban de que forma les habían gastado bromas (de algunas anécdotas la chica se sorprendió al saber que no habían sido pillados).

Mientras todos seguían con su comida, de la nada, apareció la cabeza de un fantasma en medio de la mesa delante de ellos haciendo que algunos se asustaran. Ariadne se dio cuenta de que, poco a poco, fueron apareciendo más fantasmas por todo el gran comedor pero, por lo que le había explicado su prima más mayor de cuando ella y sus hermanos habían estudiado allí, eso era de lo más normal.


"Hola Sir. Nicholas. ¿Qué tal el verano?" Saludó Percy de forma adulta. El fantasma se quejó de sus vacaciones por no haber sido aceptado para asistir a la Cacería Decapitadora. A todos les dio mucho asco cuando separó casi toda su cabeza de su cuerpo; estaba casi decapitado.

Ariadne no pudo ver como se la quitaba y se la ponía; le daba mucha grima así que se tapó los ojos con sus manos. Cuando el fantasma se fue volando, George le dio un par de golpecitos con el codo para avisarla. "¿Te dan miedo los fantasmas?" Dijo Fred mientras movía las manos imitando a uno haciendo reír a Ron, Harry y su hermano gemelo.

[...]

Al terminar, los de primero fueron mandados con los prefectos para que les guiaran a lo que iban a ser sus salas comunes y nuevos dormitorios. Subieron hasta el séptimo piso a trabes de escaleras que se movían de dirección cada cierto tiempo, pero lo que más le agrado ver a Ariadne fueron los cuadros llenos de vida que había colgado por todas las paredes.

Saludaba a cada pintura que veía hasta que pararon delante de un gran cuadro llamado La Dama Gorda que, una vez Persy le dio la contraseña, se abro como una puerta para que todos pudieran entrar al interior de la sala común de los leones a trabes de un agujero circular.


Una vez dentro, todos querían husmear, pero el pelirrojo a cargo les llamo la atención para que le escucharan así haciendo que todos se pusieron al rededor suyo. "Bienvenidos al salón de Gryffindor. Los dormitorios de los chicos, arriba y a la izquierda. Los de las chicas igual pero a la derecha. Encontraréis las maletas en vuestras habitaciones".


Ariadne subió a su nueva habitación junto con Hermione. Ambas chicas se habían presentado de manera oficial en el recorrido para llegar a la sala común. Al principio, la chica del pelo encrespado no le había causado muy buena impresión porque había sido un poco repelente, pero decidió no darle importancia y hacerse su amiga.

Una vez llegaron, vieron a tres chicas más en la habitación; iban a ser sus otras compañeras de cuarto. Todas se presentaron amistosamente, a excepción de Hermione, que se fue directa a su baúl pasando de Lavander Brown, Parvati Patil y Fay Dunbar (sus nuevas compañeras); sus personalidades habían chocado un poco.

Igualmente, no se entretuvieron mucho hablando y conociéndose, ya que debían deshacer su equipaje antes de ir a dormir. Ariadne estaba contenta con el tamaño de la habitación (a pesar de que pensaba que el cuarto de su casa era más grande). El baño, por suerte para todas, era de buen tamaño, con barias duchas y cada chica tenía su propia repisa y fregadero para las manos.

-Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas- {George Weasley}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora