Capitulo 32 "Sentimientos encontrados"

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NARRACIÓN DE RICKY:

- ¡Ricardo! - exclamó con sorpresa.
- Buenas tardes Noelia – mi ex suegra me miró de arriba abajo con una sonrisa radiante en el rostro y después me envolvió en un abrazo efusivo.
- Que gusto verte otra vez hijo – se separó de mí – Pero mira que alto estás, y esa barba – acarició mi mentón – ahora sí eres todo un hombre.
- Gracias – sonreí apenado – Pensé que no me reconocería.
- ¿Cómo crees? – río – Te conozco desde que tenías nueve años ¿Crees que olvidaría esa carilla traviesa?
- Usted también se conserva igual – era lógico que no era así, pero a decir verdad siempre fui muy barbero con ella.
- Uy bueno fuera pero ya estam....
- ¿Quién es mamá? – la voz que sonó al fondo de la casa me hizo estremecer de emoción, aquel sonido era la más hermosa melodía que jamás haya escuchado.
- ¿Venías a ver a Paola? – preguntó Noelia en un susurro mientras yo asentía con la cabeza – ¡Hija ven! – gritó al interior – creo que alguien te vino a visitar.

El sonido que causaron sus pasos al acercarse me aceleró el corazón, ahora me daba cuenta que no estaba listo para hablar con ella ¿Por donde empezaría? ¿Qué le diría? No podía decirle lo que mi interior me estaba gritando ("Aún te sigo amando, por favor no te cases") tampoco podía abrazarla y perderme en aquellos labios carmesí que tanto deseaba y mucho menos podía tomarla de la mano para huir juntos en busca de una nueva vida sin hacerle daño a terceros ¿Y entonces que haría? Mi mente, corazón y cuerpo quedaron en shock cuando su hermosa imagen apareció frente a mí, las piernas comenzaron a temblarme y las manos a sudarme ¿Por qué tenía que ser tan vulnerable frente a ella? A pesar de que había pasado media década desde la última vez que la vi, los efectos que causaba su presencia frente a mí seguían siendo los mismos al igual que mi irracional amor por ella.

No puedo describir con palabras la dicha que me embriagaba por dentro el poder tenerla una vez más cerca de mí, a pesar de que en su rostro angelical habían quedado dibujadas levemente una que otra cicatriz de aquel accidente automovilístico para mi seguía siendo la mujer más hermosa y perfecta que jamás haya visto pues sólo a ella la podía percatar más allá de su físico, más allá de su alma y de su corazón y eso era justamente lo que me hacía ver que no había otra mujer en el mundo que pudiera comparársele jamás, ella era la ideal, ella era la idónea para mí.

- Bueno yo los dejo solos – la voz de la mamá de Paola me hizo salir de shock ¿Cuánto tiempo llevaba contemplando como estúpido su belleza? – ¿O quieren pasar?
- No – respondió ella sin quitarme la vista – aquí nos quedamos.
- Está bien, ahorita los veo – su madre desapareció tras la puerta principal.

El silencio que se prolongó después de esto fue bastante incomodo pero a la vez bastante intuitivo pues yo mejor que nadie sabía interpretar los silencios de mi ex novia.

Podía decir lo que pensaba antes de que ella dijera una sola palabra nadie en el mundo la podía conocer mejor que yo. Me bastó sólo un segundo para percatarme de lo que su mirada se negaba a revelar: ella al igual que yo moría de ansias por envolver mi cuerpo con un fuerte abrazo, por besarme de nuevo como la primera vez, por gritar a los cuatro vientos cuanto me amaba, por tomarme de la mano y no volverme a dejar escapar jamás. Si ambos deseábamos más que nada en el mundo llevar acabo estos hechos ¿Por qué no lo hacíamos? La respuesta llegó a mi cabeza justo cuando bajé la mirada y contemplé el anillo de compromiso que relucía en ella. Un ardor casi insoportable atacó mi pecho ¿Podía odiar a alguien que ni siquiera conocía? Porque ciertamente sentía odiar al tipo que me había robado al amor de mi vida.

- Si Mariana se entera que estuviste aquí nos va a matar a los dos – parpadeé un par de veces mientras analizaba las primeras palabras que su perfecta voz habían pronunciado.
- No se va a enterar – suspiré – No te preocupes.
- ¿Por qué tenías que ser justamente tú el novio de mi amiga? – reprochó con un nudo en la garganta – ¿Por qué?
- El destino se aferra a reencontrarnos de una manera muy complicada – torció el gesto – Yo tampoco lo podía creer.
- Tienes que irte, no quiero tener problemas con Mariana yo...
- No los vas a tener – la interrumpí – además Mariana cree que te llamas Andrea ¿No?
- No seas tonto, te dijo que me llamaba así porque no quería recordarte a...
- ¿A ti? – ella asintió – ¿Mariana te ha dicho algo sobre ti? – frunció el ceño –Bueno, sobre mi ex novia.
- No – negó sonrojándose un poco, estaba mintiendo.
- Mientes ¿Qué te ha platicado? – desvió la mirada – ¿Que aún sigo soñando contigo? – alzó la vista mirándome de hito en hito – ¿Que no dejo de pronunciar tu nombre mientras duermo? ¿Qué no hay día de la semana sin que despierte acalorado repitiendo una y otra vez "Paola"? – de pronto me sentí acalorado, ahora debía pensar que era un patético hombre obsesivo – Lo hago inconscientemente... pero es verdad, no puedo dejar de soñarte Paola.
- Mariana sufre mucho por eso ¿Sabes?
- Lo sé, pero no puedo evitarlo – moví las manos desesperado – ¿Cómo programo a mi cabeza para que deje de pensarte tanto?
- No me hagas esto – negó con la cabeza mientras sus ojos se humedecían – Por favor, no me hagas esto.
- ¿Estás bien? – me acerqué a ella tratando de tomarla del brazo pero ella se zafó bruscamente – ¿Qué pasó?
- No podemos vernos – se llevó la mano a la boca – Tienes que irte ya por favor.
- No me voy a ir – respondí firmemente – no hasta que me aceptes de nuevo en tu vida – ella negó con la cabeza cubriéndose la boca – ¿Qué no lo ves Paola? Si mi destino no fuera a tu lado jamás nos hubiéramos vuelto a encontrar pero todo estaba marcado, todo estaba finamente calculado para que tú y yo volviéramos a estar juntos.
- ¡Ya no hables más! – gritó – ¿Qué no entiendes? Yo ya estoy comprometida y tú vives en unión libre con mi mejor amiga ¿A qué demonios vienes a decirme esto? Nosotros no tenemos ningún destino y si lo teníamos lo destruimos el día en que me abandonaste en el hospital.
- ¡¿Que yo te abandoné?! – grité ofendido – ¿Quién fue la que me rechazó por que estaba enamorada de alguien más? ¿A caso crees que mi vida ha sido perfecta desde entonces? – la primer lágrima rodó por su mejilla – Sé que yo te fallé, sé que cometí mil errores y que no merecía tu perdón pero de cualquier forma – tomé aire – de cualquier forma tú ya tenías a otro en mi lugar ¿O no ? – ella negó con la cabeza mientras las lágrimas mojaban su rostro – No sabes lo difícil que ha sido para mí desde aquel día seguir viviendo... Tú no sabes por todo lo que he pasado sin ti...
- Tú tampoco sabes nada de mí – chilló – no sabes la cantidad de meses que me la viví empastillada y de terapia en terapia, no sabes del infierno que pasé justo después de tu partida, no sabes cuantas veces pasó por mi cabeza el ya no querer vivir más – un escalofrío recorrió mi cuerpo – ¿Crees que eres el único que ha sufrido? Pues te tengo noticias, el mundo no gira a tu alrededor Ricardo.
- No entiendo por qué tanto dolor, si tenías el consuelo del tal Juan Carlos ¿No?
- ¿Juan Carlos? – se limpió los ojos – yo nunca estuve enamorada de ese idiota – abrí los ojos con sorpresa – Y tampoco estaba enamorada de nadie más cuando te dije eso.
- ¡¿Qué?! – grité – ¿Cómo...? ¿Pe-pero por qué? ¿Por qué me dijiste eso?
- Por qué tenía miedo – sollozó – Te amaba y me fallaste cruelmente, sabía que nuestro amor a distancia no tenía ningún sentido, sabía que mientras estuviéramos lejos tu fidelidad sería sólo una promesa al aire pero si te decía esto jamás lo ibas a entender por eso dije que estaba enamorada de alguien más y... – el nudo en la garganta le impidió hablar – y cuando me di cuenta de lo que había hecho te habías ido ya... ya era demasiado tarde para arrepentirme.
- ¿Era eso? – una serie de sentimientos surgieron en mi pecho tras su confesión ¿Esto quería decir que ella nunca me había dejado por alguien más?
¿Qué el único problema entre nosotros era la distancia? Mi amor por ella se hizo más fuerte, ahora definitivamente debía recuperarla – ¿Terminaste conmigo sólo por la distancia? – ella asintió – Pero ahora estás de nuevo aquí – sonreí – ya no hay nada que temer.
- Estoy aquí porque me voy a casar – alzó la mano para mostrar su anillo – y en cuanto me case regresaré a vivir al D.F. y tú... tú y yo jamás volveremos a vernos – una lágrima más.
- Creo que estás olvidando algo – alcé mi mano para hacer cohesión con la suya, la calidez que esta me proporcionó fue fascinante – Hace unos seis años en tu cumpleaños número dieciocho le prometiste a alguien más ser su esposa ¿Lo recuerdas? – más lágrimas rodaron por sus mejillas – ¿A caso no prometimos juntos siempre estar? Algo tan fuerte como lo que tuvimos no se puede acabar sólo así – acaricié su rostro con mi mano libre – Mi destino es a tu lado Paola... no me niegues la oportunidad de volverte a recuperar.

Paola me miró a través de las lágrimas cristalinas que bañaban sus hermosos ojos marrones, siempre había detestado verla llorar y por ende no soportaba la idea de que yo fuera el causante de dicho llanto pero ahora no sabía interpretar si esto era bueno o malo ¿Por qué razón lloraba? Fue entonces que me quedé helado cuando lo que menos esperaba en este momento ocurrió....
Cerré los ojos con fuerza mientras me hundía junto a Paola en aquel paraíso que sólo nosotros éramos capaces de crear, me embriagué una y otra vez con el endulzante aroma que desprendían los oscuros mechones de su negra cabellera mientras mis brazos se aferraban a su cintura como si de esto dependiera mi vida, su vida...nuestra vida.

Hacía más de media década que no me sentía tan dichoso como en este momento, no recuerdo con exactitud cuando fue la última vez que mi alma se había regocijado en tanta paz, en tanta armonía y sobre todo en tanto amor.
Era verdaderamente increíble lo que un abrazo de su precedencia provocaba en mí, tal vez envolver el cuerpo de alguien más con los brazos no era más que un acto afectivo controlado por el cuerpo pero con ella este acto no podía ser para nada insignificante, por lo contrario era mi menester más especial y fascinante ¿Cómo había podido sobrevivir tantos años sin su cuerpo tan cerca del mío? ¿Cómo era que jamás me había dado cuenta lo esencial que era un simple abrazo de Pao en mi vida? ¿A caso todos estos años había vivido como zombi y ahora por fin recuperaba de nuevo mi razón de existir? Una corazonada en mi interior me indicaba que así era además sabía perfectamente lo bien correspondidos que eran mis sentimientos por ella ¿Cómo podía negarme después de esto que aún me seguía amando? Si sentía claramente como su corazón se estaba volcando de felicidad contra su pecho y las ansias con las que sus brazos me tenían preso pareciera como si jamás quisiera volver a soltarme como si quisiera atarme a ella y no dejarme escapar jamás justamente como también yo lo deseaba.

- ¿Por qué las cosas tienen que ser así? – sollozó en mi oído mientras su aliento me erizaba la piel – ¿Por qué Ricardo?
- Aún estamos a tiempo – respondí con dificultad hundido en sus cabellos – Aún podemos tener un mismo destino.
- No, no ya es demasiado tarde – sus lágrimas mojaban mi nuca – Ya no hay nada que podamos hacer... nada.
- No digas eso, tenemos una promesa pendiente... No la puedes olvidar Paola... por favor.
- No podemos casarnos – exclamó – ya no somos ese par de adolescentes locos ¿No lo ves?
- Paola – me separé de ella para recargar mi frente sobre la suya – Yo estoy dispuesto a hacer todo por ti... todo lo que tú me pidas.
- Ya no digas más – respondió entre lágrimas, me mataba verla así – Por favor... sólo debemos olvidar todo lo que vivimos y continuar con nuestra vida.
- ¿Olvidar? – fruncí el ceño – Paola han pasado más de seis años y ninguno de los dos hemos podido olvidar ni un sólo momento juntos ¿Crees de verdad que casándote lograrás olvidarte de que existo?
- Yo no me casaré por eso – se separó bruscamente de mí – Yo a Iván lo am...
- No te atrevas a decir que lo amas – la interrumpí, ahora por fin conocía el nombre estúpido de mi rival – por que sabes que mientes.
- ¡Sí lo amo! – gritó – lo amo de verdad Ricardo.
- Eso no puedes ser – negué con la cabeza – no puedes amar a dos personas a la vez – frunció el ceño – tú me amas solo a mí.
- Eso no es cierto... yo... yo... no puedo... yo...
- Paola Luna Garza nadie. escucha bien, nadie en este mundo te conoce más que yo – acaricié su rostro húmedo – tus sentimientos nunca han sido un secreto para mí y sé que con ese simple abrazo volviste a sentir toda esa alegría que hacía años no sentías – dio un gritito ahogado – ¿Verdad?
- No podemos seguir viéndonos – se limpió las lágrimas – es lo mejor para los dos.
- Yo no puedo dejar de verte – exclamé casi en tono de suplica – y aunque tu quisieras alejarte estoy casi seguro que el destino se encargaría de reencontrarnos de nuevo como sucedió ahora.
- Vete por favor – me tomó de los hombros empujándome suavemente – no quiero que Mariana sepa que ... por favor vete.
- Mariana sabe muy bien que te amo, no hay nada que ocultarle.
- ¡Pero ella no sabe que soy yo! – gritó exaltada – y por nada del mundo quiero que se entere de eso, la... la destrozaría mucho.
- Ella comprendería que a la que amo es a ti y...
- ¿Que ella comprendería qué?
- Que te amo – suspiré.
- No, no digas eso – cerró los ojos con fuerza – ¿Que no sabes cuanto te ama Mariana? Si ella se entera que tú me... no, no vuelvas a decirlo.
- Es la verdad Paola – agité mis manos – además Mariana bien lo sabe y...
- No la lastimes Ricardo, eso es lo único que te pido.
- Yo jamás la he lastimado ¿Tanto pecado es amarte?
- Ya por favor, no quiero que...

La melodía de su celular interrumpió nuestra conversación, Paola sacó su teléfono del bolsillo y al ver en la pantalla el registro del número que le marcaba se llevó una mano a la frente torciendo el gesto mientras su rostro palidecía ¿A caso era quién yo creía que era? ¿Mi rival tenía que arruinar justamente este momento en el que estaba tratando de reconquistar al amor de mi vida?

- ¿Bueno? – respondió mientras yo escuchaba atento a unos pasos – Hola amiga... bien y ¿Tú?...¿Llorando? No para nada... no en serio no Mariana ¿Cómo crees? – un agujero en el estómago me tragó al oír el nombre de mi novia - ¿Y ya terminaste tu sesión de fotos?... guau qué padre... sí, ya me siento un poco mejor gracias.... ¿A cenar? No, no creo poder hoy pero... ¿Tu novio? – me volteó a ver de reojo – debe andar por ahí cerca no te preocupes... Sí, ya mañana vamos por las invitaciones... sí, sí estoy emocionada... ¿Con Iván?... pues yo creo que viene el próximo fin de semana... Sí yo creo que se llevarían bien – rió a secas – claro... ¿Entonces te veo mañana si?... Cuídate, y perdón pero luego salimos ¿Si?...Ok bye – colgó.
- ¿Mariana? – pregunté en arqueando una ceja.
- Sí – torció el gesto – está como loca porque no le contestas el celular.
- Lo dejé en el coche – señalé el auto que estaba a unos pasos – ¿Que más te dijo?
- Que quería que fuera a cenar a su departamento hoy con ustedes – puse los ojos en blanco – obviamente le dije que no podía pero a ella se le ocurrió la fascinante idea de salir a cenar los cuatro el próximo fin de semana.
- ¿Los cuatro? – fruncí el ceño – Te refieres a...
- Sí, a mi novio, Mariana tú y yo – suspiré profundamente.
- Muero por conocer a la persona que está apunto de robarme lo que más amo.
- Ya no digas eso, sólo haces el encuentro más difícil.
- Está bien, si eso quieres, actuaré indiferente ante ti aunque no te prometo poder lograrlo.
- Tienes que – suspiró – Mariana no se debe enterar nunca que yo soy la Paola de tus sueños.
- Exactamente eso eres – sonreí estúpidamente – La mujer de mis sueños... literalmente.
- Ya basta... por favor.
- ¿Me dejas confesarte algo antes de irme? – se encogió de hombros mientras yo tomaba el valor para pronunciar mis siguientes palabras – Yo te vi venir... sabía que volverías mucho antes de volverte a ver – frunció el ceño confundida por mis palabras – justo una noche antes de volver a verte apareciste en mis sueños una vez más, tan perfecta y hermosa como eres luciendo un magnifico vestido de novia – sonreí a medias mientras ella exhalaba sorprendida – y ¿Sabes qué? Me decías que habías vuelto por mí, que habías regresado para cumplir nuestra promesa, que habías vuelto para ser mi esposa
- Pero Ricky, eso es impo...
- Nada es imposible – la interrumpí – ese sueño debe significar algo ¿No crees?
- Es sólo una casualidad Ricardo – sollozó – Sólo fue un sueño y nada más.
- No lo creó así – de pronto las sangrientas imágenes que transformaron mi sueño en pesadilla aparecieron en mi mente pero preferí no comentarle nada al respecto para no asustarla – Piensa bien lo que vas a hacer Paola, aún estamos a tiempo de corregir nuestros errores del pasado.
- No ya no – movió la cabeza de manera exagerada – Ni Mariana ni Iván se merecen que los abandonemos.
- ¿Y qué, nuestra felicidad no importa? – una larga pausa se formó tras mi cuestión, creo que era inútil tratar de hacerla entrar en razón – Bien, debí suponer que yo sería él único que haría el último intento por salvar lo nuestro – suspiré – Qué imbécil soy, creo que fue un error haber venido – di media vuelta dispuesto a marcharme.

Caminé hacia mi auto con la cabeza hecha un lío, había una parte dentro de mí que mantenía encendida la esperanza de que de un momento a otro Paola correría para detenerme y justo después de suplicarme que no la dejara nunca más me besaría con aquella misma intensidad que mis labios anhelaban poseer, pero claro todo esto quedo sólo en un espejismo más creado por mi masoquista y cruel imaginación. Encendí el motor en seguida no sin antes echar un último vistazo a la mujer que se encontraba parada a unos cuantos metros de mí observándome con el rostro mojado ¿Por qué debía amarla tanto? ¿Por qué tenía que volver sólo para recordarme que nuestro destino no era estar juntos? ¿A caso gozaba de mi agonizante dolor? Tenía tantas ganas de que un enorme agujero negro se abriera a mis pies y me tragara por completo para no sentir más esta enorme aflicción que me consumía el alma segundo a segundo ¿Qué sentido tendría la vida sin Paola dentro de ella? Absolutamente ningún sentido.


Mi destino a tu lado - Pxndx ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora