Capitulo 37 "Llamadas telefónicas"

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NARRACIÓN DE RICKY:


El resto de la noche pasó rápidamente en su compañía, nos quedamos en la habitación aproximadamente una hora más planeando la estrategia para romper de la manera más sutil con nuestras parejas, quedamos de acuerdo en que Mariana jamás debería enterarse que terminaba con ella para volver con la ex novia que ella tanto detestaba por el simple hecho de que jamás la olvidé y para que todo esto fuera creíble Paola volvería al Distrito Federal sin previo aviso a Mariana y entonces después de que pasara la tempestad de nuestras acciones yo viajaría hasta la ciudad para comenzar de nuevo una vida juntos.
Por su parte, ella hablaría con toda sinceridad con Iván, pues según decía lo conocía a la perfección y aunque se muriera de tristeza jamás la retendría a su lado a la fuerza y la dejaría escapar conmigo con tal de hacerla feliz; y de eso también estaba seguro yo aunque no fuera por el mismo motivo de nobleza que Paola creía pues el mismo Iván me había hecho jurarle que debía hacer lo que fuera para que Paola cancelara su boda con él y aunque aquel favor pareciera ser una bendición para mí ahora, estaba un poco aterrado con lo que se avecinaba en los próximos meses, sin embargo, estaba dispuesto a afrontar la explosión de dimes y diretes que mi unión con Paola ocasionaría, total ¿No era nuestra felicidad suficiente motivo para salir invictos de esto?

Después de tener bien planeada nuestra estrategia decidimos bajar de nuevo a la fiesta para convivir un rato más con nuestros amigos quienes al vernos comenzaron a cuestionar a Paola sobre su estado y a bromear con lo que según ellos habíamos estado haciendo en la habitación y supongo que las mejillas sonrojadas de mi futura novia no ayudaron mucho a disimular lo correcto que estaban en sus suposiciones pero ¿Qué más daba? Al final ellos serían los primeros en enterarse de nuestro regreso. Estuvimos ahí aproximadamente dos horas más y para no perder la tradición hicimos un mini show en medio del jardín para recordar nuestros tiempos como "Panda" en donde además de tocar nuestros mejores éxitos Pepe me permitió cantar la canción de Buen día en vez de él, sé que el ridículo que hice fue bastante grande pero en ese momento lo único que me importaba era que Paola recordara que era la inspiración principal de esa canción y vaya que lo logré pues al finalizar se subió a la tarima a besarme fuertemente en la mejilla y agradecerme lo que acababa de hacer ¿Había mejor recompensa que ella? No, ninguna.
El momento más nostálgico de la noche llegó cuando todos los invitados junto con nosotros le deseamos unisonoros un buen viaje a nuestro amigo Ongi quien para este entonces no pudo controlar más el llanto y comenzó a emanar una que otra lágrima traicionera al irse despidiendo de cada uno de nosotros.

- Cuídate mucho – dijo Paola abrazando fuerte a nuestro amigo – Espero que estés de regreso pronto.
- Eso fue lo mismo que yo te dije antes de tu partida a la capital – ambos sonrieron ante el recuerdo – pero no te preocupes, yo no me tardaré tanto en volver como tú, la maestría será sólo de dos años.
- Sabes que aquí te estaremos esperando ansiosamente.
- Gracias – se soltaron – A ver si cuando vuelva no me dan la noticia de que están de nuevo juntos – Paola y yo nos volteamos a ver con complicidad – ¡No puede ser! – exclamó con un grito ahogado – ¿Es en serio?
- Creo que tú mejor que nadie de aquí sabes que Ricardo siempre ha sido el amor de mi vida – Ongi y yo la miramos completamente incrédulos.
- ¡No lo puedo creer! – exclamó nuestro amigo paseando su mirada de Paola a mí – ¿Después de tantos años de verdad piensan volver?
- Yo la amo – dije seguro – tú sabes bien que jamás encontré una mujer que llenara el vacío que Paola me había dejado.
- Sí lo sé – concuerdo – pero ¿Y Mariana? – Paola se mordió el labio desviando la mirada – Además tu estabas por casarte en dos semanas ¿No? ¿Qué piensan hacer?
- Ya habrá tiempo para solucionar eso – respondí – por ahora de favor no digas nada sobre esto, aún no sabemos como decírselos a los demás – mi amigo nos miró un buen rato completamente ido.
- Por ahora considérate privilegiado por ser el primero en saber esto – agregó mi mujer.
- Guau – parpadeó de manera exagerada – no sé qué decir... bueno sí – se abalanzó para abrazarnos a ambos – Felicidades, ustedes sí que son un ejemplo de pareja eh.
- Gracias – respondimos unisonoros.
- Pero no le vayas a decir a nadie aún por favor – le advirtió ella – te lo decimos a ti para que a tu regreso no te sorprendas con la noticia.
- No te preocupes, de cualquier forma ya me esperaba algo así – nos soltó – Espero que esta vez nada ni nadie los logre separar ¿Eh? – le sonreímos asintiendo con la cabeza – bueno los dejo, aún me falta despedirme de la demás raza.
- Está bien bro – le dije mientras palmeaba su hombro – buen viaje, te vamos a extrañar.
- Yo más a ustedes, pero bueno allá estarán unas españolas guapísimas dispuestas a consolarme – rió y nosotros tras él – bueno, ahorita los veo, sigan disfrutando de la fiesta.
El resto de la madrugada pasó bastante rápido, cuando menos nos dimos cuenta ya comenzaban a notarse los primeros rayos de Sol y siendo poco más de las 5:30 am decidimos que era momento de partir además de que la mamá de Pao había llamado ya en varias ocasiones para saber el bienestar de sus dos hijos y como había quedado con ella pasé a dejar a Arturo y a Paola a su casa antes de llegar hasta mi departamento.

Estaba profundamente dormido y para mi buena suerte me encontraba soñando con ella, sólo que en esta ocasión ningún charco de sangre ni ningún vestido de novia teñido de rojo abrumaba mi momento, por el contrario ahora este sueño era perfecto en toda la extensión de la palabra. Sólo puedo decir que en él se involucraban sábanas de seda y nuestros dos cuerpos amándose dulcemente. Abrí los ojos de golpe cuando el teléfono que estaba justo al lado de mi buró comenzó a sonar con bastante insistencia, me llevé una mano a la frente mientras que con la otra tomaba la bocina de manera casi inconsciente. La voz de la operadora me indicó que tenía una llamada por cobrar de la ciudad de Boston estuve a punto de colgar la bocina pero bastó un segundo para arrepentirme, creo que era el momento de comenzar a afrontar mis problemas, presioné la tecla que entrelazaría la llamada y en seguida su voz sonó al otro lado .

- ¿Bueno? – tragué saliva antes de responderle.
- ¿Qué pasó Mariana? – respondí sin entusiasmo.
- Uy que genio, se nota que me extrañas mucho.
- Es que me despertaste – exclamé algo molesto.
- ¿Te desperté? Pero si aquí ya son las 4:00pm allá deben ser mas de las 3:00 p.m.
- Pues si pero me desvelé mucho ayer en la fiesta de despedida de Ongi.
- Sí te estuve marcando pero nunca me contestaste y luego me mandaba a buzón – suspiré involuntariamente al recordar el motivo por el cual no le contesté – Ricardo ¿Estás ahí?
- Sí aquí estoy – me aclaré la garganta – pues la verdad no escuché el celular y luego se le bajó la batería y hasta ahorita no lo he puesto a cargar.
- ¿Y qué tal te la pasaste?
- Excelente – no pude evitar la alegría que apareció en mi voz.
- ¿En serio? Creí que dirías que muy mal porque no fui contigo.
- Bueno si... pero pues entiendo que tuviste que estar con tu mamá. A propósito ¿Cómo se encuentra?
- Sigue en terapia intensiva – su voz ahora sonó triste – ayer no dormí por estar al pendiente de ella en el hospital – una oleada de remordimiento me golpeó fuerte el pecho – pero gracias a Dios hace unos minutos el doctor me informó que ya volvió en si y podrémos pasar a verla en unas horas.
- Vas a ver que todo estará bien nena, te lo prometo.
- Eso espero mi amor, como quisiera que estuvieras aquí apoyándome estoy pasando por un momento muy difícil y si estuviera ahora entre tus brazos todo sería mucho menos doloroso.
- Pero es que yo...
- Sí ya sé – me interrumpió – debes conservar tu nuevo empleo.
- Exacto – suspiré – ¿Ya sabes cuando volverás?
- No lo sé aún cielo, quisiera quedarme aquí hasta saber que mi madre estará fuera de peligro pero tampoco puedo descuidar mi trabajo porque me dieron permiso solamente hasta el miércoles y todavía me quedan pendientes algunas cosas de la boda de Paola, ya ves que ya en dos semanas se casa – pegué un gritito ahogado involuntario – ¿Qué paso amor, estás bien?
- Sí, es que se me fue la saliva por otro lado – mentí.
- Oye ¿Y qué pasó, si fue mi amiga y su hermano contigo a la fiesta?
- Emm sí... sí estuvieron ahí un rato.
- Ay qué bueno, eso es lo que le hacía falta a mi amiga porque desde que no está su novio se la pasa encerrada en su casa deprimiéndose por él.
- Se la pasaron bien, los dos se llevaron muy bien con todos – mi conciencia comenzó a gritar leperadas contra mi mismo por mi enorme cinismo.
- Genial, así podrémos salir juntos mas seguido ¿No?
- Si... supongo.
- Bueno mi vida, tengo que irme iré a la casa a cambiarme y a comer con mi papá al rato que pase a ver a mi mamá te hablo para decirte como la vi.
- Ok, cuídate mucho y me saludas a tu papá ¿Si?
- Sí mi amor, él también te manda saludos... oye...
- ¿Mande?
- Te amo, con todas las fuerzas de mi corazón – sus palabras se clavaron en mi pecho como espinas profundamente dolorosas ¿Qué clase de persona era yo para estar jugando con sus sentimientos de esta manera? – este tiempo sin ti se me ha hecho una eternidad y me ha servido para darme cuenta lo vacía que sería mi vida si no estuvieras en ella – otro pinchazo.
- Pronto volverás, no te preocupes.
Después de mi charla con Mariana (en la cual por cierto no logró hacer otra cosa que hacerme sentir el peor hombre del mundo por haberle sido infiel en su ausencia) decidí que era momento de dejar a un lado la flojera y comenzar a alistarme para mi salida dentro de unas horas. Antes de meterme a la regadera le envié un mensaje de texto a Paola donde le recordaba lo mucho que la amaba y lo ansioso que estaba por verla de nuevo, al salir de la ducha revisé mi celular con la esperanza de ver alguna respuesta por parte de aquella mujer que no lograba salir de mi cabeza pero mi bandeja de entrada estaba tan vacía como minutos antes, un vacío en mi interior me trajo consigo un mal presentimiento: algo no estaba del todo bien .
Traté de no darle mucha importancia a la situación y seguir con lo mío, al fin y al cabo en pocas horas la volvería a ver para constatar que no había nada de que preocuparse. El estómago comenzó a reclamarme alimento siendo poco más de las 4:00 p.m. de la tarde, me recalenté unos chilaquiles verdes que había preparado yo mismo el día anterior y dando las 5:30 p.m. en punto salí corriendo de mi departamento con el corazón vuelto loco desde mi pecho pues cada vez faltaba menos para volver a tener a Paola entre mis brazos y con un poco de suerte sus labios rodarían sobre mi piel de nuevo este día ¿Podía ser más afortunado?
El tráfico de la ciudad estaba bastante tranquilo para ser domingo, en menos de una hora ya me encontraba dentro del estacionamiento del aeropuerto de la ciudad donde llegaríamos todos de sorpresa para despedir a Ongi antes de que tomara su vuelo a Madrid sólo que aún faltaban cerca de veinte minutos para la hora en la que habíamos quedado de acuerdo llegar todos así que decidí relajarme un momento dentro del auto escuchando uno de mis discos favoritos mientras recordaba paso a paso cada suceso irreal de la noche anterior. Estaba recreando en mi mente el mejor momento junto a Paola algo agobiada esperando escuchar al otro lado de la bocina a Mariana pero contrario a esto la voz másculina que me llamó me hizo estremecer de pies a cabeza.

- ¿Ricardo? – repitió de nuevo al no obtener respuesta de mí – ¿Me escuchas?
- Sí, sí te escucho – titubeé mientras bajaba la música del estéreo.
- ¿Cómo estás?
- Bastante bien ¿Y tú?
- Cada día peor – respondió afligido – ya sabes por qué.
- ¿Aún no encuentran la causa?
- Sí ... pero de cualquier forma nada puede hacerse ya – suspiró al tiempo que otro escalofrío me recorría el cuerpo – ¿Y tú como vas con lo que habíamos quedado?
- Bien...
- ¿Sólo bien? ¿O ya lograste nuestro objetivo?
- Sí – tomé aire – ya logré convencerla – Iván pegó un grito ahogado al otro lado del teléfono.
- Lo sabía – exclamó con la voz entrecortada – sabía que era por eso.
- ¿De qué hablas?
- En la mañana recibí un mensaje de ella – tomó aire – donde me decía que le urgía hablar conmigo cuanto antes – gimoteó – me imaginé que era sobre ti.
- ¿Y ya hablaste con ella?
- No, aún no me siento preparado para oírla decir lo que siempre supe.
- ¿A qué te refieres?
- Pues aunque sé que alejarse de mí es lo mejor para ella no puedo evitar sentirme tan afligido al darme cuenta que al final todos tenían razón.
- No te entiendo – me aclaré la garganta – ¿Todos tenían razón en qué?
- En que ella nunca me amó como yo a ella – de nuevo sollozó y yo no supe que decir, nunca había escuchado a un hombre llorar y no encontraba las palabras idóneas para darle consuelo a su dolor.
- No te lastimes así – tartamudeé – no sabes lo valioso que eres para ella.
- ¡Pero no me ama Ricardo! – gritó – Todas las veces que juró hacerlo no sentía nada por mí.
- Si de verdad no hubiera sentido nada por ti ¿Crees que hubiera aceptado casarse contigo? – se prolongó un incómodo silencio que al final fue quebrantado por otro sollozo más de su parte.
- Cuando ella aceptó casarse conmigo estaba bastante confundida porque creía que te había olvidado por completo, pero ahora que has vuelto a su vida... bueno se dio cuenta de que yo no era más que un remplazo, un tonto que entregó su vida por hacerla feliz cuando tú te fuiste de su lado.
- Yo sé lo que hiciste por ella cuando entró en depresión, y te estoy infinitamente agradecido por ello – murmuró algo que no logré entender pero no le di importancia – y sé que de no haber sido por lo que te ocurrió, tú y ella se hubieran casado y vivido muy bien y yo... – perdí la voz al darme cuenta de lo desdichada que hubiera sido mi vida sin esta tragedia – bueno yo... me hubiera resignado a vivir sin ella.
- Para tu buena fortuna pronto dejaré de serles una carga y podrán vivir felices como siempre lo quisieron.
- No digas eso, yo nunca quise que esto ocurriera – él río sin ganas – me refiero a que jamás hubiera deseado que las cosas se hubieran dado por esta circunstancia.
- Siempre quisiste regresar con ella ¿No?
- Pues sí, pero no de esta forma – se me perdió la voz – no así...
- No hay elección – se aclaró la garganta – no sabes lo que daría por estar en tu lugar ahora – recordé que yo anhelé lo mismo que él aquella vez que lo conocí en el aeropuerto – Eres bastante afortunado Ricardo Treviño, no sólo gozas de una salud fabulosa sino que además tienes en tus manos el corazón de una mujer muy valiosa – una lágrima rodó por mi mejilla hasta llenar mi paladar con su salado sabor – Ámala como yo jamás podré hacerlo y cuídala hasta el último día de su vida sólo eso te pido.
- Te lo prometo – respondí desahogando el nudo de mi garganta.
- Gracias – colgó el teléfono sin despedirse y yo en seguida me recosté en el respaldo tratando de controlar el sentimiento tan fuerte que sus palabras habían desatado en mí.

Jamás quise que esto pasara, ni siquiera lo hubiera imaginado nunca ¿Tan cruel era el destino para traerme de vuelta al amor de mi vida gracias a una tragedia? Es cierto que la primera vez que escuché el nombre de Iván un fuerte resentimiento surgió en mi cuerpo en muestra de desprecio hacia aquel hombre que según yo me había robado a la mujer que amaba, es cierto que en algún momento llegué a pensar que aquel odio era bastante justificado dado que él había suplantado el lugar que yo ocupaba así como también era cierto que alguna vez (antes de conocerlo) deseé con todas mis fuerzas encontrar la manera de hacerlo sufrir hasta que se resignara a dejar a Paola libre para mí de nuevo pero jamás en la vida pensé que aquel hombre además de extraordinario ser humano se iba a convertir en pieza clave para la reconstrucción de mi vida y que además de todo al final del camino lo único que buscaba en mí era la propia felicidad de la mujer que ambos amábamos ¿Que no era esa la prueba de amor más grande del mundo? Su carencia de egoísmo realmente me asombraba, ni siquiera sabría decir si yo en su lugar hubiera hecho lo mismo que él hizo al buscarme, al hablar conmigo, al pedirme que hiciera lo que hiciera para convencer a Paola que su lugar era a mi lado y no al de él y todo esto con la finalidad de saber que ella tendría una vida feliz amando y siendo amada para que él pudiera partir en paz. Otro escalofrío recorrió mi cuerpo al contemplar en mi mente la tétrica imagen de Iván dentro de un ataúd, realmente me partía el alma saber que en poco tiempo su corazón dejaría de latir para siempre y a mi sólo me quedaría cumplir con su último deseo: Amar a Paola hasta mi último suspiro.

De pronto alguien comenzó a dar de golpecillos con su puño a la ventanilla de mi lado, salté un poco exaltado sobre mi asiento y al reconocer la figura de mi amigo sonreí tranquilo para ocultarle mi verdadero estado de ánimo. Abrí la puerta del coche para bajarme y saludar en seguida a Pepe con un choque de manos y un fuerte abrazo como acostumbramos siempre.

- ¿Qué onda, qué hacías allá adentro? – preguntó curioso.
- Nada, sólo escuchaba música.
- ¿En serio? – asentí con la cabeza – porque ya llevaba buen rato observándote y estabas todo ido ¿Seguro estás bien?
- Sí seguro – mentí – más bien me estaba quedando dormido, llegué muy temprano.
- Pues de nada sirvió – miró el reloj de su muñeca – porque ya es tardísimo y ya deben de estar todos allá adentro.
- Es cierto, ya vámonos – cerré la puerta de mi auto y después de activar la alarma caminé deprisa con Pepe junto a mi lado.
Durante el camino hacia el interior del aeropuerto mi amigo no dejó de cuestionarme sobre lo que había ocurrido la noche anterior cuando Paola y yo nos quedamos solos en la habitación, la verdad me conocía bastante bien y fue inútil tratar de esconderle algo, en realidad ni siquiera tuve que decir una sola palabra ya que la sonrisa que se dibujo bajo mi mentón al recordar dicho momento bastó para ser delatado frente a Pepe.

- No lo puedo creer – exclamó – No pensé que... bueno si, era de suponerse pero ¿Y Mariana? ¿Has pensado que te haría si se entera?
- Voy a terminar con ella – mi amigo negó con la cabeza – ¿Qué?
- Sabes lo clavada que está ella contigo ¿No? – torcí el gesto.
- Pues si pero es mejor terminar con ella a seguirla engañando ¿No?
- Eso si pero ¿Y Paola? ¿Ya se te olvidó que se casa en quince días?
- Es que hay algo que tú no sabes – Pepe se paró en seco deteniéndome a mí con su mano sobre mi pecho.
- ¿Qué? – exclamó – ¿Ya no se piensa casar? – negué sin hablar – No puede ser, júramelo – asentí con la cabeza – No, no, no eso si es una locura ¿Ya pensaron en las consecuencias? ¿Qué le van a decir a ellos? Digo, lo tuyo con Mariana es más sencillo pero ¿Y ella? ¿Pretendes que deje a su güey plantado en el altar?
- Claro que no, y créeme que entre Mariana y él me preocupa más como va reaccionar ella.
- ¿Y crees que su novio es un imbécil o qué? – torcí los ojos – Obvio no se va a quedar con los brazos cruzados cuando Paola lo termine a un par de días de la boda para regresar contigo, seguramente va a querer estrangularte – reí sin ganas.
- No creo que eso ocurra.
- ¡¿Qué no?! – agitó las manos de manera exagerada – Ya me di cuenta que el imbécil eres tú.
- Mira – señalé al frente – creo que allá están todos.
A pocos metros de distancia, cerca de la entrada a la sala de vuelos internacionales se encontraba un grupillo de aproximadamente diez personas que abrazaban efusivamente a un chico de camisa amarilla que enseguida reconocí. Pepe y yo nos acercamos de prisa y en cuanto nuestro amigo nos vio llegar se abalanzó sobre nosotros como si tuviera años enteros de no vernos.

- Creí que ya no llegarían – dijo con cierta nostalgia – ya anunciaron mi vuelo dos veces pero algo me decía que en el último momento aparecerían como siempre.
- Claro que teníamos que llegar Hongoso – proclamó Pepe dándole un pequeño golpe en el antebrazo.
- ¿Paola no ha llegado? – pregunté al notar que no estaba aquí.
- Claro, debí imaginar que sólo vendrías a verla a ella y no a despedirte de mí ¿Verdad?
- No, obvio no – respondí – Sólo quería saber si había llegado.
- No, ni ella ni Arturo vinieron – torció el gesto – creí que llegarían con ustedes.
- No – intervino Pepe – ayer quedaron que llegarían ellos dos aquí.
- Hola – se acercó una chica bastante bajita a nosotros – Oigan ¿No saben si iba a venir Arturo? – la miré fijamente y al ver sus ojos almendrados recordé quien era.
- Ahh, tu eres la chica gótica de la fiesta ¿Verdad? – ella asintió – Te ves muy diferente sin tanto maquillaje.
- Era un disfraz – respondió – obvio no me visto ni me peino así todos los días.
- Pensamos que te habías fijado en Arturo porque creías que era un darketón igual que tú – ella negó con la cabeza a la afirmación de José.
- Su amigo es muy guapo – los tres reímos fingiendo burla – así hubiera ido vestido de reguetonero me hubiera gustado – más risas.
- Pobre de mi amiga Ashley – dijo Ongi abrazándola – la volvió loquita saber que no me verá en dos años – ella le dio un codazo en las costillas.
- Ya ni me lo recuerdes Hongoso asqueroso, que te voy a extrañar mucho tontito.
- Uy se ve que lo quieres – comentó Pepe entre risas.
- Claro que sí lo quiero – se abrazó de nuevo a él – y ustedes también, de otro modo no estarían aquí.
Una voz femenina bastante dulce sonó por toda la sala anunciando el vuelo 193 con destino a Madrid en el que viajaría nuestro amigo. El resto de sus familiares y demás amigos se acercaron de nueva a cuenta hasta donde estábamos nosotros para desearle con un fuerte abrazo grupal todo el éxito que sabíamos obtendría con su maestría en aquella ciudad Europea.

Era irónico como conocí a aquel chico de cabellos de espiral que hoy nos dejaba un enorme vacío emocional con su ausencia. Escuché aquel apodo tan raro por primera vez cuando en tercero de secundaria una chica (la cual no me gustaba recordar) me dijo que él y Paola eran novios, la noticia me volvió loco y admito que lo primero que sentí al verlo fue resentimiento y hasta cierto punto envidia, muchísima envidia. Claro que las cosas mejoraron cuando Paola aceptó que sólo anduvo con él para darme celos y después de terminar su relación con él (que duró escasos tres días) nuestra historia se comenzó a escribir.
Salimos de la secundaria y jamás volvimos a saber de él hasta que entrando al Tec. De Monterrey para comenzar nuestras carreras, Paola volvió a encontrárselo justo cuando se fue a dar de baja por su partida a la capital; debo aceptar que cuando lo volví a ver esa oleada de celos estúpidos me golpeó de nuevo el cuerpo pues en el fondo tenía miedo de saber que seguía enamorado de la que en ese entonces era mi novia y más envidia sentí aún cuando Pepe lo invitó a formar parte de nuestra banda pues creía que ahora también podría robarme a mi mejor amigo pues José parecía fascinado con los "solos" de guitarra que tocaba Ongi.

Ahora me daba cuenta de lo estúpido que había sido al sentirme celoso de él, y ciertamente me dolía bastante su despedida ya que en estos seis años de constante amistad no sólo había demostrado ser el mejor guitarrista que Panda pudo haber tenido sino que además me había demostrado ser un excelente amigo que sin duda alguna formaría parte de mi vida hasta envejecer.
Un nudo en la garganta surgió en mi interior cuando la imagen de mi amigo desapareció por completo tras la puerta de su vuelo. Suspiré con fervor tratando de deshacer aquel sentimiento que me oprimía el pecho y al parecer no era el único que experimentaba esto pues a mi lado Pepe parecía igual de dolido que yo e inclusive Ashley y los padres de Ongi comenzaron a llorar sin apartar la vista de aquella puerta por la que se había ido.

- Ya – me palmeó la espalda Pepe – ni que se hubiera ido para siempre.
- Cállate, tú estás igual.
- La neta sí – suspiró – se siente gacho.
Mi celular comenzó a vibrar dentro del bolsillo de mi pantalón, contesté deprisa sin siquiera ver la pantalla y en cuanto la fascinante melodía de su voz hizo eco en mi cabeza toda aflicción desapareció trayendo en su lugar aquella chispa de felicidad que sólo ella podía generar en mí.

- ¡Mi amor! – exclamé con repentina alegría – ¿Dónde estás? Estaba preocupado por ti.
- Estoy bien – contestó sin ganas, ese no era el tono de voz que esperaba escuchar – no te preocupes.
- ¿Por qué no viniste a despedir a Ongi?
- Me surgió un imprevisto – titubeo – ¿Ya se fue?
- Hace sólo unos minutos – suspiró.
- Oye me urge mucho hablar contigo ¿Puedes?
- Claro bonita, para ti siempre ¿Estás en tu casa?
- No, no y tampoco quiero que me vuelvas a buscar ahí – su respuesta me dolió, algo no andaba bien.
- ¿Por qué? ¿Pasa algo malo?
- No – tomó aire – te veo a la entrada del Parque Fundidora.
- Está bien ¿A qué hora?
- A las 8:30 – respondió cortante.
- Está bien amor, allá te veo.
- Ok, nos vemos.
- Oye, oye...
- ¿Qué?
- Te amo – esperé ansioso una respuesta similar de su parte pero contrario a esto colgó la bocina sin siquiera despedirse.
La alegría que segundos antes me había surgido se desbordó por completo al término de mi llamada ¿Por qué me había colgado así? Si no la conociera podría jurar que estaba enojada conmigo pero ¿Por qué? Era imposible, la noche anterior había sido tan inolvidable para ambos que me costaba bastante creer que la mujer que ayer me había dicho dulcemente "Te amo" una y otra vez fuera la misma que hoy fríamente me había llamado y dejado colgado sin explicación alguna. Otro mal presentimiento me recorrió el pecho ¿Qué había cambiado para que me tratara así ?

- ¿Era Paola? – preguntó Pepe a mi lado mientras yo asentía con la cabeza aún perplejo por la actitud de Paola – ¿Y qué te dijo? ¿Por qué te quedaste así?
- No, nada – me tallé la cara con la mano – sólo que le urge hablar conmigo.
- ¿Y qué te preocupa? Ayer te aseguró que se quedaría contigo ¿No? – asentí de nuevo – ¿O qué? ¿Crees que se eche para atrás? – abrí los ojos como plato a causa del temor que me causo su pregunta.
- No, no, no ...no creo – traté de convencerme a mí mismo.
- Ayyy cálmate – me palmeó la espalda – hasta te pones pálido bro – rió – de seguro quiere hablar de como van a mandar al diablo a sus parejas – fruncí el ceño – estoy bromeando.
- Bueno ya me voy ¿Te veo después?
- Claro ¿A qué hora sales del trabajo mañana?
- A las 7:30 p.m.
- Pues haber si nos vamos a echar unos pistos para que me cuentes bien que piensan hacer.
- ¿A pistear? ¿En lunes? – torcí el gesto – no manches, voy a llegar todo ebrio el martes a trabajar.
- Bueno, tampoco te estoy diciendo que nos perdamos en el alcohol pero si tú no puedes tomar por tus labores es tu bronca yo si puedo y quieras o no me vas acompañar aunque sea con un tequila.
- Está bien – sonreí a medias – entonces mañana te hablo en cuanto salga del trabajo.
- Espero tu llamada bro – chocamos las palmas.
Me acerqué a despedirme de Ashley quien al instante me encargó mucho recordarle a Arturo que la llamara cuando lo viera, después me despedí de los padres de mi amigo y salí corriendo del lugar .
La noche había caído sobre la ciudad cuando llegué al lugar indicado, la gente comenzaba a irse debido no sólo por la hora sino por la terrible tormenta que las nubes grises y repentinos estruendos provenientes del cielo nos anunciaban aproximarse. Me senté en una de las bancas cerca de la entrada con las rosas rojas que le había comprado en el camino sobre mis piernas esperando con ansias verla aparecer, pero a pesar de ser más de las 8:30 p.m. no había señales de ella en el lugar. Pasaron unos minutos más y las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer sobre mi piel, para este entonces el parque se había quedado completamente solo salvo por mí y la figura perfecta de una mujer que a desde lejos reconocí aproximarse con lentitud hacia mí.

Mi destino a tu lado - Pxndx ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora