NARRACIÓN DE RICKY:
- ¡Surprise! – exclamó Mariana acercándose a abrazar a Paola quien correspondió el abrazo desconcertada y sin quitarme la vista por encima de su hombro.
- Mariana, qué buena sorpresa – dijo esta vez su pareja.
- Hola Iván – mi novia se acercó a besar su mejilla dándole un pequeño abrazo – qué gusto que estés por acá.
- Sólo serán unos días – respondió él – vine en planes de trabajo.
- Mira, te presento a Ricardo – Mariana me acercó de un jalón a ellos – él es mi novio.
- ¿Ricardo? - Preguntó él frunciendo el ceño, noté que Paola se mordía el labio, símbolo de que estaba nerviosa.
- Sí – titubeé.
- Él es Iván – nos presentó mi novia – el futuro esposo de mi amiga.
Sentí como el calor me deshacía el estómago cuando estreché mi mano a la de mi contrincante. Nunca había deseado con más ansias estar en el lugar de alguien más, en estos momentos hubiera dado cualquier cosa por ser yo el prometido de Paola saludando al novio de Mariana pero desgraciadamente ningún tipo de magia podía cumplir mi tan anhelado deseo.
- Y bueno a ella ya la conoces ¿Verdad amor?
Apenas y pude articular un movimiento de afirmación cuando los ojos de Paola y los míos se encontraron de nuevo tras la afirmación de Mariana. Me sentí tan estúpido cuando al intentar acercarme a ella tropecé con su maleta calleándole casi encima, nuestras parejas comenzaron a reír mientras Pao y yo nos separábamos sonrojados por lo sucedido.
- ¿Y tienen planes para ahorita? – Paola y su novio se miraron encogiéndose de hombros – Qué bueno porque Ricky y yo los queremos invitar a cenar a nuestra casa.
- ¿De verdad? – preguntó Iván en tono halagado.
- Sí, mi novio preparó un lasaña riquísima – asentí abrazando a Mariana por los hombros – Entonces ¿Aceptan nuestra invitación?
- ¿Ya no estás enojada conmigo? – preguntó Paola con ternura.
- Por supuesto que no amiga – mi novia se acercó de nuevo a abrazarla – por eso estoy aquí, porque nuestra amistad vale mucho para dejarla perder por cualquier tontería – mi ex novia me miró nerviosa sobre el hombro de Mariana.
- Pues gracias por venir hasta aquí para invitarnos – dijo Iván – Y si Pao no está muy cansada pues vamos.
- Es que... creo que mi mamá y Arturo iban a venir por nosotros.
- Por eso no te preocupes – le respondió Mariana a Paola – hablé con ellos en la mañana y estuvieron de acuerdo en que fuera yo quien viniera a recibirte – mi ex novia sonrió forzadamente, estaba casi seguro que estaba pensando una excusa excelente para escapar de la situación – Entonces ¿Vamos? – Paola paseó su mirada por encima de mí, luego de mi novia y por último de su novio, estaba derrotada, no tenía excusa alguna para escapar.
- Está bien – respondió al cabo de unos segundos entre un suspiro – vamos.
El transcurso del aeropuerto hasta nuestro departamento fue un verdadero martirio, no fue nada fácil concentrarme en manejar escuchando la conversación de mi novia y sus amigos donde el tema principal era su próximo enlace matrimonial y si a esto le sumamos el dolor que me provocaba mirar por el retrovisor como se abrazaban y besaban en cada alto, el haber llegado a salvo fue un verdadero milagro.
Hacía tantos años que su perfume no me embriagaba, que su mirada no me hipnotizaba, que su sonrisa no me robaba un suspiro que me parecía casi imposible creer que era ella quien ahora yacía sentada sobre mi sofá observando tímidamente los rincones de mi casa mientras bebía en pequeños sorbos el malibú que acababa de prepararle. Me senté al lado de mi novia justo enfrente de nuestros invitados y comenzamos a conversar indistintamente de diversos temas; Mariana se encargó de contarles con lujo de detalle nuestra historia, desde el momento en el que nos conocimos hasta el día que le pedí que se quedara a vivir conmigo y claro describiéndolo todo de la manera más exageradamente cursi que se le ocurrió, cualquiera que la hubiera escuchado juraría que nos amábamos con locura y devoción aunque esto realmente no era correspondido por ambas partes.
- ¿Y ustedes ya tienen mucho tiempo de conocerse verdad? – les preguntó mi novia al terminar de contarles su relato.
- Seis años – respondió Iván con orgullo.
- Sí me acuerdo que ya les había preguntado eso el día que los conocí en Golden Events pero ¿Cómo se conocieron o qué?
- Teníamos varios amigos en común – respondió de nuevo él, pues Paola parecía bastante incómoda con la conversación pero yo ciertamente estaba bastante interesado en conocer el origen de su relación con aquel hombre – En aquel entonces mis amigos y yo teníamos una banda que se llamaba División Minúscula y Paola y sus amigas solían ir a vernos a los ensayos.
- ¡Aww que lindo! – exclamó Mariana – ¿Y desde ahí se gustaron?
- A mí sí me gustaba – confesó Iván con una risita tonta, era demasiado absurdo pero sentí que me moría de celos al recordar que en aquella época Paola aún era mi novia – pero ella tenía novio y creo que si estaba muy enamorada de él ¿Verdad? – los tres volteamos a ver a Pao quién al sentir nuestra atención se dedicó a bajar la mirada sin poder negar que su novio tenía razón, y claro que la tenía, en aquel entonces ella me amaba, de eso estaba seguro.
- ¿Y después cómo se hicieron novios? – preguntó Mariana.
- Iván fue como mi ángel de la guarda – me quedé perplejo al oír las palabras de Paola, hubiera jurado que no se atrevería a hablar sobre esto – hubo un momento de mi vida que yo no tenía ganas de vivir más – Mariana soltó un gritito ahogado mientras yo me partía de dolor al imaginar su estado – Mi mejor amigo murió en un accidente automovilístico donde afortunadamente yo salí ilesa.
- Que triste amiga – miré a mi novia para pedirle con la mirada que guardara silencio y dejara seguir hablando a Paola – perdón...
- No te preocupes – respondió ella con un suspiro – después de eso me enteré que mi novio me había sido infiel con una de sus amigas – me mordí el labio ¿Cómo era posible que a pesar de tantos años me reprochara en la cara ese grave error? – y pues por obvias razones... terminamos – se le quebró la voz.
- Fue muy difícil para mí verla en ese estado – dijo Iván mirando con ternura el rostro de su novia – Me sentía tan mal de verla hundida en esa depresión y no poder hacer nada para ayudarla.
- Claro que lo hiciste – lo interrumpió ella – si no fuera por ti tal vez yo no estaría viva ahora – el silencio reinó mi apartamento mientras mi autoestima se caía por los suelos pues sabía perfectamente que yo era el culpable de su sufrimiento.
- No vuelvas a decir eso amor – reprochó su pareja apretándola contra su pecho, noté que Paola me veía de reojo con los ojos humedecidos – No me gusta oírte hablar así.
- Pero bueno ya no hablemos de cosas tristes – Mariana parecía incómoda – lo importante es que ahora son muy felices juntos ¿No?
- Sí – respondió Iván – Mi misión en esta vida es hacerla feliz y daría hasta mi vida por lograrlo – mi novia exclamó con ternura mientras yo torcía el gesto involuntariamente.
- Gracias – Paola se separó de sus brazos para besarlo en la mejilla, me estaba matando.
- Me encantan – dijo Mariana juntando sus manos con ternura – es hermoso ver cuando las parejas que se aman de verdad.
- ¿Y ustedes no tienen planeado casarse? – casi mato con la mirada a Iván cuando tocó ese tema tan oscilante para mí.
- Pues haber si tú logras convencer a Ricardo a dar ese paso – respondió mi novia con una risita tonta, noté que Paola fruncía el ceño.
- Por ahora no – dije firmemente – creo que es una responsabilidad muy grande como para tomarse a la ligera.
- Pero Mariana es la mujer que amas ¿No? – tragué saliva tras la pregunta de Iván ¿Cómo responderle que la mujer que amaba era la que ahora estaba sobre su regazo? Miré a mi derecha y vi que mi novia me veía ansiosa esperando mi respuesta no me quedaba otra alternativa que mentir.
- Por supuesto – Paola me miró de hito en hito – es la mujer perfecta para mí.
- Ay mi amor – Mariana se abalanzó sobre mi con un besó veloz en los labios – Tú también eres perfecto para mí.
Podía jurar que algo parecido al dolor se dibujó en el rostro de mi ex novia al contemplar nuestra escena y la entendía perfectamente pues yo mismo estaba viviendo en carne propia aquel sentimiento que me golpeaba el pecho cada vez que su novio me restregaba en la cara lo feliz que era al compartir cada uno de sus días a lado de ella ¿Acaso esto era un prueba divina para ver cuanto dolor éramos capaz de soportar? ¿Acaso todo esto era para ver quién perdía primero la cordura? Si era así, creo que yo llevaba bastante las de perder, la tensión aumentó más a la hora de la cena pues nos sentamos de tal manera que Paola y yo quedamos frente a frente distanciados únicamente por los pocos centímetros de la mesa mientras que a lado de nosotros nuestras parejas conversaban indistintamente sin prestar atención al juego de miradas y al rocé de piernas en el que mi ex novia y yo estábamos involucrados.
- Niégame que esta es la mejor lasaña que has probado en toda tu vida – Iván sonrió aún con el bocado tras el comentario de mi novia.
- No, sabes que no puedo negarlo ¿De verdad la hiciste tú? – asentí mientras bebía un poco de vino – Está buenísima.
- Gracias – le respondí – ¿Tú cocinas?
- No, creo que no es lo mío – se encogió de hombros – mi Paola es la que cocina delicioso.
- No seas mentiroso – respondió Pao con una sonrisa inocente en los labios.
- Es en serio – insistió él – diles que preparas unos tacos de sal mmm riquísimos – los cuatro reímos.
- En ese caso, sí, me quedan deliciosos.
- Me gustaría probarlos – comenté mirando inconscientemente los labios rojos de mi ex novia quien al notarlo me miró sonrojada – hablo de los tacos de sal.
- Pues obvio amor – agregó mi novia besando mi mejilla.
- ¿Y tú a qué te dedicas?
- Me recibí a penas como arquitecto – le respondí a Iván – pero aún no comienzo a ejercer mi profesión ¿Y tú?
- Yo soy publicista, trabajo en promocionar los eventos de Ocesa.
- ¿En serio? – mi novia abrió los ojos como platos – Qué padre, Paola no me había dicho que trabajabas de eso.
- Creo que no le gusta hablar mucho de mí – comentó con cierto reproche acariciando la mejilla de su novia.
- Ricardo era bajista de Panda ¿Los conoces? – noté que Iván me miró de una manera bastante extraña después de la declaración de Mariana.
- ¿Bajista? – me preguntó frunciendo el ceño mientras yo asentía – ¿Desde hace cuanto?
- Pues hicimos la banda cuando teníamos dieciocho – Iván me miró con los ojos abiertos de par en par – pero decidimos dedicarnos a los nuestro a penas hace unos días.
- ¿Cómo dices que te apellidas?
- Treviño – respondí dudoso, Paola se mordió el labio mirando hacia el suelo mientras que su novio hacía a un lado el platillo y me miraba con la boca entre abierta; algo andaba mal aquí ¿Sería que Iván había descubierto quién era realmente yo? La idea me retorció el estómago – ¿Por qué la pregunta?
- Te me haces muy familiar...
- Tal vez llegaste a ver algún video de su banda en la tele – sugirió Mariana pasando desapercibida la enorme tensión que se había generado – Es más, te voy a enseñar uno de los videos que grabaron para ver si los conoces – Paola y yo nos volteamos a ver con complicidad y puedo asegurar que Iván se dio cuenta de ello.
- No te preocupes, si quieres mejor luego – sugirió mi ex novia golpeando mi rodilla por debajo de la mesa.
- No, no ahorita lo pongo rápido – Mariana se paró rápido de la mesa corriendo al estante donde teníamos todos nuestros discos.
- Entonces eres Ricardo Treviño ex bajista de Panda – asentí a la afirmación de Iván – ¿Cuántos años tienes?
- Veinticuatro – musité – ¿Y tú?
- Veintisiete...
Durante un par de segundos la tensión aumentó entre nosotros tres, mientras mi novia estaba a espaldas de nosotros buscando el dvd de la banda, en la mesa Iván y yo nos debatíamos en un duelo de miradas donde la protagonista principal era nuestra amada Paola Luna. Ahora sí estaba seguro de que mi rival sabía perfectamente quién era yo ¿Sería aquí el inicio de nuestra guerra?
- ¡Aquí está! – la exclamación de Mariana nos hizo sobresaltar a los tres – ¿Te acuerdas de la canción que te enseñé la otra vez amiga? – Paola no pudo responder, se limitó a asentir con la cabeza – Pues este es el vídeo que grabaron.
- ¿Cómo se llama la canción? – preguntó Iván.
- Buen día – respondió mi novia mientras yo me llevaba una mano a la frente tratando de controlar mi jaqueca – Fue de las primeras que escribieron ¿Verdad amor?
- Mariana quita eso por favor – supliqué – pon la canción que quieras menos esa.
- Ay es que esa es mi favorita – se acercó para sentarse en mis piernas – miren, escúchenla.
- Mariana, por favor - insistí pero fui completamente ignorado.
Mi novia presionó el botón de reproducir e inmediatamente las cuatro voces adolescentes de mis amigos y yo retumbaron en la casa. El vídeo mostraba claramente la historia de la canción donde yo era interpretado por mi mejor amigo Pepe y Paola por su entonces novia Diana, en las escenas se mostraba a la pareja disfrutando de su tiempo juntos en diversos lugares de la ciudad mientras mis amigos y yo los seguíamos a todos lados tocando cada quién sus instrumentos según como iba la melodía, pero al final la chica abandonaba a su novio al irse a vivir a otra ciudad justo como había pasado en la vida real pues estaba inspirada justamente en esto. Mi corazón comenzó a golpear fuerte contra mi pecho, esa canción era tan especial en mi vida que con sólo oírla me provocaba un nudo en la garganta pues me recordaba todos los motivos por los que la banda y yo nos desvelamos toda una noche para hacerla y ahora que ese motivo estaba justo frente a mí con un anillo de compromiso (que no era el mío) puesto en su mano y con su prometido a un lado no pude contener más mis sentimientos y una lágrima creciente de lo más profundo de mi ser resbaló lentamente por mi mejilla, la limpié deprisa para que nadie se diera cuenta de lo vulnerable que me encontraba ahora pero desgraciadamente Iván no pasó desapercibido mi acto pues de reojo noté que seguía viéndome fijamente sin dejar de fruncir el ceño.
Afortunadamente mi novia y su amiga estaban demasiado distraídas con el televisor para percatarse de la enorme tensión que se había generado entre nuestro invitado y yo. Cuando la canción estaba a punto de acabar Paola se levantó repentinamente de prisa atrayendo con esto nuestra atención. La miré directo a los ojos y pude leer en su expresión lo mucho que estaba sufriendo en estos momentos, se veía bastante pálida y agobiada nada se parecía ya a la chica que horas atrás había visto en el aeropuerto fascinada entre los brazos de su novio ¿Por qué ni ella ni yo éramos capaces de ponerle fin al sufrir?
- ¿Puedo entrar a tu baño?
- Claro – mi novia se levantó de mis piernas dirigiéndose a ella – mira, está allá.
Ambas desaparecieron tras la pared que dividía el comedor de nuestra habitación dejándonos a Iván y a mí completamente solos, lo miré fijamente sintiendo como la envidia envenenaba cada rincón de mi ser, él de igual forma me estudió perfectamente pero extrañamente no me veía con odio, ni desprecio ni nada derivado a algún sentimiento negativo por el contrario me veía pasivo y relajado, como si yo fuera lo que él estaba esperando encontrar.
- Tú conocías a Paola desde antes ¿Verdad? – abrí los ojos de par en par deseando que Mariana no lo hubiera escuchado.
- No – negué recordando que tenía una excusa perfecta – De hecho yo ni siquiera sabía que se llamaba así, mi novia me dijo que se llamaba Andrea.
- ¿Andrea? – exclamó frunciendo el ceño – ¿Por qué Andrea? – me encogí de hombros aunque la respuesta era lógica.
- ¿Tú la amas de verdad? – bastó un segundo para arrepentirme de lo que había preguntado.
- Con toda el alma – respondió seguro mientras mi estómago se incendiaba – ¿Tú también? – lo miré de hito en hito sin poder responder nada, era totalmente inútil seguir negando mis sentimientos, me tenía preso.
- ¿Qué pasó? – brinqué un poco asustado cuando la voz de mi novia sonó a mis espaldas.
- Nada – me limité a responder.
- Me decía Ricardo que ¿Tú le dijiste que Paola se llamaba Andrea? – Mariana se mordió el labio tras la pregunta de Iván, después volteó a verme con la cara llena de mil colores – ¿Por qué?
- Es complicado – respondió torciendo el gesto – Pero bueno – volteó para dirigirse a mí – ahora que sabes como se llama en verdad no tendré que mentirte más – puse los ojos en blanco.
- ¿Pero por qué le mentiste? – insistió Iván, Mariana lo miró avergonzada unos segundos y después de un suspiro respondió.
- Porque no quería que Ricardo recordara su pasado – la miré completamente perplejo, quería gritarle que no hablara más, que no me delatara pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta, estaba perdido.
- ¿Su pasado? – mi novia asintió a la pregunta de mi rival – ¿Por qué?
- Paola era el nombre de una ex novia de Ricky – respondió ella provocándome con esto un repentino dolor estomacal - una a la que aún no ha olvidado.
El tiempo se detuvo, todo comenzó a girar a mi alrededor ¿Había forma de seguir negando quien era yo? Iván me miró con la boca entre abierta como si no creyera sus propias conclusiones, ahora que sabía la verdad estaba seguro que haría hasta lo imposible por alejarme de Paola pero ahora lo que más me preocupaba era el hecho de que fuera capaz de confesarle a Mariana que la mujer que tanto despreciaba era la misma que desde hace algún tiempo llamaba amiga. Miré a Iván con tono suplicante que estoy casi seguro él supo interpretar bien ya que me respondió con un movimiento lento de afirmación como prometiéndome que guardaría silencio ¿O acaso lo había interpretado mal? Me sobresalté levemente cuando sentí los brazos de mi novia masajear suavemente mi espalda, alcé el rostro para toparme con el suyo que al instante se aproximó al mío hasta que sus labios hicieron cohesión contra mi frente.
- Perdón por haberte mentido – musitó cerca de mi oído – pero no quería que tuvieras un motivo más para recordarla.
- Eso es una estupidez – respondí lo más bajo que pude.
- ¿Y por qué dices que aún no la olvida? – preguntó Iván como si todo aquello fuera una conversación casual.
- Porque no hay noche que no despierte gritando su nombre – respondió Mariana para mi sorpresa bastante tranquila, sentí como los colores se me subían al rostro tras la confesión de mi novia ¿Qué pensaría ahora Iván de mí? – al principio era doloroso pero creo que ahora ya me acostumbré.
- Te entiendo perfecto – respondió él – al final terminas acostumbrándote al dolor que te provoca la situación – lo miramos con incredulidad ¿Acaso se refería a Paola?
- ¿Te pasa lo mismo con ella? – exclamó Mariana pero Iván se limitó a responder con una sonrisa torcida ¿Qué significaba eso? – No puede ser, ella te ama mucho, ¡¡Se va a casar contigo!!
- Parece difícil de creer ¿Verdad?
- ¿A qué te refieres? – pregunté exaltado pero sólo obtuve de respuesta el mismo ademán que segundos antes le había hecho a mi chica.
El silencio reinó de nuevo cuando nos percatamos del sonido lento que provocaban los pasos de Paola al aproximarse hasta nosotros, los tres volteamos al mismo tiempo hacia la dirección donde segundos después apareció ella con un aspecto por demás espantoso, si hace unos minutos se veía pálida ahora su piel lucía como cera bajo la luz de la lámpara además parecía que a penas y era capaz de sostenerse en pie, algo no andaba bien.
- Iván – llamó a su pareja con voz débil – tenemos que irnos...
- ¿Te sientes mal? – preguntó él en tono de preocupación mientras ella asentía con una mano sobre su frente.
- Vámonos por fav...
Iván y yo nos paramos deprisa al ver como el delicado cuerpo de la mujer que amábamos se desvanecía hacia el suelo, afortunadamente llegamos antes de que pudiera golpearse la cabeza contra el suelo o algo peor. Mi novia comenzó a dar de alaridos mientras nosotros tratábamos de hacerla reaccionar, el corazón comenzó a golpear fuerte contra mi pecho al ver lo vulnerable que parecía Paola entre mis brazos, sus ojos parpadeaban lentamente y en ocasiones los veía totalmente blancos cosa que me aterró además de que su respiración se escuchaba bastante entrecortada lo que hacía que la situación me pusiera más tenso ¿Qué debía hacer ?
- ¡Amiga , amiga! – gritó Mariana acercándose a nosotros – ¿Qué tienes?
- Trae alcohol rápido – le ordené desesperado y enseguida corrió hacia el baño.
- Paola mi amor – la llamó Iván sosteniendo su cabeza en ambas manos – mi vida, reacciona por favor.
- Está desmayada – dije con la voz densa.
- Tenemos que ayudarla – me dijo nervioso – ¡¡Rápido Ricardo!!
- Ahí viene Mariana ya.
- Toma – dijo mi novia tirándose al piso para entregarme el trapo que sostenía en las manos con bastante alcohol.
Coloqué dicho objeto debajo de su nariz rogando mentalmente que esto funcionara, los segundos que transcurrieron hasta que volvió en sí se me hicieron una eternidad pero al fin sus hermosos ojos marrón se clavaron en los míos dilatando mis pupilas con mi reflejo dentro en ellos, suspiré aliviado. En estos momentos tenía tantas ganas de quedarme así con ella entre mis brazos y no soltarla más, de recitarle al oído millones de "Te amo" y besarla sin parar una y otra vez hasta que nos llegara el amanecer justo como aquella noche de verano que pasamos juntos por primera vez, aunque claro todo esto era solo un frustrado deseo de mi patético corazón ¿Acaso no me daba cuenta que su novio y la mía estaban presentes aquí?
- Mi amor, mi amor – Iván me la arrebató de los brazos y aunque quise poner resistencia al final cedí a soltarla – ¿Ya estás mejor ?
- Amiga ¿Qué te pasó?
- Déjenla respirar – comenté al ver que Paola exhalaba con dificultad.
- ¿Me desmayé? – preguntó con voz débil.
- Sí – respondió mi novia – ¿Te sentiste mal? – torcí el gesto tras la pregunta absurda de mi novia.
- Sí, no sé qué me pasó – comenzó a incorporarse con la mano en la frente – me dieron ganas de volver el estómago y luego cuando salí del baño me dio un mareo muy feo.
- ¿Te habrá caído mal algo de la cena? – Paola negó a la sugerencia de Mariana.
- No sé, de repente me sentí muy mal...
- ¿Quieres que vayamos con un doctor? – preguntó Iván.
- No, ya es muy tarde – le respondió – mejor vámonos a la casa... quiero descansar.
- ¿Los llevo? – pregunté – ahorita ya es muy tarde para que tomen un taxi.
- Si no es molestia...
- Claro que no – le contestó mi novia a Iván – ahorita los llevamos.
- Gracias – dijo Paola con una sonrisa débil.
- No te preocupes amiga, voy por un suéter y ahorita los llevamos.
Mi novia se paró deprisa y desapareció tras la puerta de nuestra habitación. Mientras tanto Iván y yo ayudamos a que Paola se pusiera de nuevo en pie sosteniéndola ambos de cada lado, la situación era extraña pero parecía que a su pareja no le molestaba mi exagerada preocupación ni la protección extrema que tenía sobre su novia, al parecer el saber quien era ralamente yo no le molestaba nada por el contrario parecía tan tranquilo con la idea como si se hubiese enterado que yo era un primo lejano de Paola y no un ex novio loco de amor por ella.
- ¿Aún la amas verdad? – me preguntó Iván casi en un susurro.
- ¿Qué? – contesté perplejo – ¿Por qué quieres saber eso?
- ¿De qué hablan? – preguntó Paola con voz adormilada y aún un poco inconsciente.
- Sólo respóndeme si o no – lo miré con el ceño fruncido sin entender por qué me preguntaba eso – anda, prometo no hacer nada contra de ti.
- Sabes quien soy yo ¿Verdad? – él asintió tranquilamente – Pero Mariana no debe saber nada... por favor.
- No diré nada si me respondes con la verdad ¿La amas? – miré el rostro de Paola que yacía débil sobre el hombro de su novio, se veía tan dulce y perfecta que las palabras me salieron por si solas del corazón.
- Incondicionalmente – musité – como lo he hecho toda mi vida – esperaba un golpe en la cara como reacción a lo que acababa de confesar pero sorpresivamente nada de eso ocurrió, por el contrario recibí una enorme sonrisa proveniente del rostro de su prometido ¿Acaso no me había oído bien?
- Perfecto – me miró a los ojos – sólo eso necesitaba oír.
Hubo algo en su mirada que me llenó de confianza, algo que hizo disminuir mi absurdo desprecio por él y fue ese mismo algo que me hizo comprender que a partir de este momento Iván y yo buscaríamos juntos la felicidad de la mujer que amábamos en vez de comenzar una guerra campal como yo lo había pensado ¿Acaso él estaba dispuesto a perderla si ella aceptara amarme? La idea me produjo un revoloteo en mi estómago.
El Sol apenas comenzaba a filtrarse por la ventana cuando el timbre del teléfono me despertó levemente sobresaltado. Maldecía en voz baja mientras me lanzaba a tomar la bocina que yacía cerca de mi buró pero al oír la voz que me llamó por el otro lado todo cansancio desapareció dejando a su paso una oleada de incertidumbre y curiosidad.
- ¿En dónde te veo? – murmuré lo más bajo que pude.
- En el Café de San Marcos ¿Está bien?
- Perfecto ¿A qué hora?
- En media hora.
- Son las 7:30 am – exclamé.
- Por favor, es la única hora que puedo y me urge hablar contigo.
- Está bien, te veo allá a las 8:00 am.
- Ok, ahí te espero – colgué la bocina mientras me paraba de un brinco de la cama.
- ¿Quién era? - preguntó mi novia adormilada.
- Era Pepe – respondí colocándome los primeros pantalones de mezclilla que encontré – Quiere que vaya a ayudarle con unas cosas.
- ¿Le pasó algo?
- No, es que compró un equipo nuevo y quiere que le ayude a instalarlo.
- ¿A esta hora de la mañana? – se enderezó de la cama mirándome con el ceño fruncido.
- Ya sabes como es Pepe de desesperado – torcí el gestó mientras tomaba deprisa mi sudadera roja del suelo – Vengo al rato ¿Si?
- Tengo sesión de fotos con Sally a las 2:00 p.m.
- ¿Paso por ti al estudio?
- Me encantaría – sonrió.
- Ok, entonces ahí te veo – me acerqué a besarla de prisa en los labios – Que tengas buen día bonita.
- Tú también mi amor, me saludas a Pepe.
- Gracias – tomé una gorra y salí deprisa de la habitación.
Llegué al lugar indicado antes de lo acordado, en mi cabeza habitaban cientos de preguntas que rogaban ser respondidas en este mismo instante y si bien me iba, así sería. Los minutos para que mi cita llegara se me hicieron una eternidad pero por fin a las 8:06 a.m. un taxi se estacionó detrás de mi auto y al instante bajó de él aquel desconocido que tanto me intrigaba conocer.
- Gracias por venir – musitó cuando al fin estuvimos frente a frente.
- ¿Qué es eso tan importante que me tenías que decir? – miró a su alrededor como si temiera que alguien pudiera escucharnos.
- ¿Podemos subir a tu auto? – fruncí el ceño – Es que no quiero que nadie nos vaya a ver.
- ¿Ella no sabe que viniste a hablar conmigo?
- No – exclamó – Paola no debe saber que te busqué para hablar.
- ¿Por qué? ¿Tiene algo de malo lo que me vas a decir? – suspiró cabizbajo.
- No – negó con la cabeza – pero aún no es el momento apropiado para que ella lo sepa.
- No te entiendo ¿Qué es lo que ocurre?
- ¿Podemos subir a tu auto? – asentí con la cabeza mientras desactivaba la alarma con el control de las llaves – Gracias.
Bastaron sesenta minutos de intensa conversación para que mi posición en el tablero de la vida cambiara de manera radical. La realidad que mantendría mi destino entrelazado al de Iván y Paola para siempre apareció causando un fuerte impacto emocional aún increíblemente insólito e indescriptible. Sin duda alguna era desdichadamente afortunado de ser el elegido para formar parte de este plan del cual ahora por juramento tendría que guardar silencio hasta que llegara el momento de comenzar a actuar, pero ¿De verdad estaría preparado física y mentalmente cuando eso pasara?
Un escalofrío recorrió mi piel hasta erizarme el vello de los brazos y la nuca ¿Qué pasaría si no encontraba el valor de afrentar la situación sin dañar a terceras personas? Deseaba mi felicidad, esa misma que hace años había tenido y ahora aparecía de nuevo la oportunidad para recuperarla, pero esa no era la manera en la que esperaba obtenerla... no era tan egoísta para ignorar lo infelices que serían mis seres queridos en este proceso de reconstrucción y pensar solamente en el glorioso futuro que se me esperaba si todo salía como Iván y yo lo planeamos.
- Entonces ¿Puedo confiar en ti Ricardo? – mi nuevo aliado me miró suplicante con los ojos humedecidos por el llanto que aún lograba contener.
- Sabes que por Paola sería capaz de hacer cualquier cosa...
- Lo sé – torció el gesto – Sé que la amas tanto como lo hago yo, por eso hice hasta lo imposible por encontrarte y... pedirte este gran favor.
- Cuenta conmigo – afirmé – nunca la dejaré sola.
- Gracias – palmeó mi hombro – y por favor prométeme que mantendrás en silencio esta conversación hasta que llegue el momento adecuado.
- Lo prometo – tragué saliva para deshacer el nudo en la garganta que se me había formado.
- Bueno – suspiró – debo irme, Paola despertará pronto y se preguntará donde estoy – asentí con la cabeza – Tienes un mes para hacer que se arrepienta de casarse conmigo.
- ¿Estás seguro?
- Completamente... es lo mejor para los dos.
- Es muy complicado lo que me pides – fruncí el ceño – cuando supe que se iba a casar sentí odiarte sin ni siquiera conocerte... y ahora que te conozco y me pides que haga que Paola cancele su boda contigo pues... no me siento tan feliz como debería, ni siquiera me siento capaz de lograr eso.
- Sabes bien el motivo por el que te pido que lo hagas – asentí de nuevo con un fuerte dolor en el pecho – jamás me atrevería a pedirte algo tan fuerte de no ser por la situación en la que me encuentro.
- No sé si logre convencerla...
- Me duele admitirlo pero... sé que ella aún te sigue amando – no pude evitar exclamar llenó de éxtasis.
- Eso no... yo... ella no... ¿Cómo... cómo sabes eso?
- He dormido con ella en los últimos dos meses, y me pasa exactamente lo que a ti con Mariana – fruncí el ceño – Paola no deja de decir tu nombre mientras duerme – lo miré de hito en hito – pensé en reclamarle pero después de consultarlo con mi prima Rebecca decidí que lo mejor era guardar mi dolor y no comentarle nada.
- ¿Qué tiene que ver tu prima con ustedes?
- Ella fue su piscología durante tres años, conoce a Paola incluso mejor que ella misma ¿Cómo crees que logró salir de la depresión que la separación contigo le produjo? – guardé silencio – Mi prima fue la que me hizo entender que fuiste el gran amor de Paola y jamás ninguna persona logrará hacer que te olvide, ni siquiera el hombre con el que aceptara casarse...
- ¿Eso te dijo ella? – pregunté incrédulo.
- Si... nunca estuvo de acuerdo en nuestra relación porque sabía que había un desnivel en la balanza, pero a mí nunca me importó yo siempre amé a Paola aún sabiendo que yo no era correspondido del todo.
- Por eso me buscaste a mi ¿Verdad? – asintió – sabías que yo era el único que podía ayudarte en tu plan...
- Así es, sino te hubiera encontrado estaba perdido.
- No te preocupes, estoy dispuesto a afrentar las consecuencias de lo que se avecina.
- ¿Lo juras? – asentí – ¿Por la felicidad de nuestra Paola?
- Sí, por su felicidad.
El pacto estaba cerrado, ya no había marcha atrás... ahora sólo quedaba pensar en como hacer que Mariana saliera ilesa de esta situación aunque ciertamente dudaba encontrar la manera adecuada para que eso sucediera, pero ahora sólo me importaba el bienestar de mi Paola
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Mi destino a tu lado - Pxndx fic
FanfictionCuando Paola y Ricardo se conocieron en aquel verano de su infancia, jamás imaginaron lo que el destino les tendría preparado para entrelazar la vida de ambos en un mismo camino hasta el final de sus días. La relación que desde la adolescencia comen...