NARRACIÓN DE PAOLA:
- Ya no me vean así – suspiré apenada – Ricardo fue alguien muy importante en mi vida y deben comprender que no es fácil volver a verlo y...
La melodía de mi celular interrumpió mi tan mal planeada excusa de lo que acababa de ocurrir hace unos segundos, me paré deprisa de la mesa al mismo tiempo que respondía el teléfono.
- ¿Bueno?
- Nena ¿Qué paso? – exclamó Mariana al otro lado.
- Hola, pues nada ¿Por qué?
- ¿Cómo que por qué? ¿Ya olvidaste que día es hoy?
- Mmmm ¿Viernes?
- Sí ¿Y qué teníamos que hacer hoy? – mi cabeza comenzó a dar vueltas tratando de recordar algo que no fuera el rostro de Ricardo.
- Las invitaciones – exclamé golpeando mi frente con mi propia mano.
- Sí ¿En serio lo olvidaste? – mi silencio me delató – Paola no inventes ¿Cómo pudiste olvidar algo tan importante? Si Ricky y yo nos fuéramos a casar ni de broma olvidaría el día en que me entregarían mis invitaciones – solté un gruñido involuntario, detestaba oírla hablar de él de esa forma – ¿Qué pasó? ¿Estás enojada?
- No, no es eso es que... – exhalé – nada olvídalo.
- ¿Entonces qué? ¿ Te veo en Golden Events?
- Sí voy para allá , no tardo.
- Ok, aquí te espero en la recepción.
- Sí, bye - colgué para después dejarme caer de golpe sobre el sillón.
- ¿De verdad olvidaste que hoy te entregaban tus invitaciones? – torcí el gesto tras la pregunta de mi mamá.
- No inventes – agregó Arturo – ¿Pues en donde traes la cabeza mujer ?
- Ya me voy – me levanté de prisa ignorando sus comentarios.
- ¿No quieres que te acompañe mi amor?
- No gracias mami, prefiero ir sola con mi organizadora si no te importa.
- Está bien hija, me llamas al celular por cualquier cosa.
- Ok, los veo al rato.
Eran las 2:00 pm en punto cuando el taxi me dejó frente a la entrada de Golden Events, saludé a la recepcionista al pasar a su lado y vi que Mariana ya me esperaba sentada sobre el sofá café de la recepción, me acerqué a ella lentamente mientras contemplaba con cierta envidia lo hermosa que era. Tenía el cuerpo perfecto y el rostro digno de cualquier princesa de cuento ¿Cómo podía competir contra ella? ¿Quién era yo a comparación suya? Ricardo tenía una novia increíble en todos los sentidos ¿Cómo era posible que pudiera seguir pensando en mí cuando tenía una modelo de revista muriendo de amor por él? A mi parecer sonaba ilógico y sumamente increíble.
- Al fin te dignas a aparecer – exclamó mi amiga después de besar mi mejilla – ¿Por qué no me contestabas? Te estoy marque y marque desde ayer.
- Es que me quedé dormida – mentí, pues por obvias razones no podía contarle sobre mi reencuentro con los chicos de Panda.
- ¿Dormida? ¿A las nueve de la noche? – asentí con la cabeza – ¿Qué te pasa Pao? Andas muy rara ¿Segura que te sientes bien?
- Sí, sí es sólo que estoy nerviosa con los preparativos y eso.
- Ay nena no te preocupes todo va a salir bien, en unos meses serás la señora de Vázquez – torcí el gesto – ¿Qué pasa? No te ves muy feliz con la idea.
- Es que no sé si estoy haciendo bien al casarme – mi amiga pegó un gritito ahogado.
- ¿Por qué dices eso? – me encogí de hombros ¿Cómo podía confesarle que todo este terror hacia el altar se había generado desde el día en que conocí a su amado novio? – Nena cualquier mujer sería dichosa de que el hombre que ama le proponga matrimonio, simplemente yo daría la vida por que Ricardo me hiciera su esposa – una ráfaga de celos me incendió el estómago – Pero bueno, el caso es que deberías estar feliz justo como el día en el que te conocí.
- Es que me siento muy sola – confesé mientras una lágrima recorría mi mejilla y otra más rasgaba filosamente mi alma.
- Nena no digas eso – exclamó con ternura mientras trataba de darme consuelo entre sus brazos – ¿Es por que extrañas a Iván? – asentí sollozando en su hombro, aunque el verdadero motivo de mi desesperada desolación era porque los brazos de su novio ya no tenían derecho a acobijarme como lo hacía ahora ella – ay amiga te entiendo, pero piensa que después de que se casen estarán juntos para toda la vida y jamás volverás a sentirte sola – suspiré, ciertamente no creía que al casarme el fantasma de Ricardo decidiera desprenderse de mi alma.
- Tienes razón – mentí – perdón es que últimamente me he sentido muy sensible...
- No te preocupes – nos separamos despacio – estoy segura que ahorita que nos den las invitaciones te sentirás mucho mejor – torcí el gesto – y ya quita esa carita de niña regañada.
- Está bien – sonreí a medias – ¿Nos vamos?
- Claro.
Caminé como zombi hasta donde se encontraba su auto, Mariana venía a mi lado hablando emocionada sin parar pero yo ya no podía escucharla, mi mente estaba tan perturbada con el perfecto recuerdo de Ricardo que no quedaba ninguna noción más que para esto. Recliné mi cabeza sobre el asiento de su automóvil cuando una melodía descomunal inundó todos mis sentidos, el sonido de las guitarras eléctricas junto con la voz de los cuatro chicos cantando a coro mi canción preferida me sobresaltó el corazón. Yo conocía mejor que nadie esa letra, esas notas, esas voces y sobre todo conocía perfectamente la razón que había inspirado a hacer dicha canción.
- Ay no sabía que mi novio había dejado este disco puesto ¿Conoces a Panda? – me quedé perpleja ¿Cómo confesarle a Mariana que la canción que ahora sonaba en su auto había sido escrita para mí cuando me fui de la ciudad? – ¿No los conoces? – apenas y pude articular un movimiento negativo con la cabeza – Panda era la banda de unos amigos, Ricardo era el bajista pero como no tuvieron mucha promoción poca gente los conoció y apenas decidieron desintegrarse – presioné los labios mientras asentía – Escucha esta canción, está hermosísima.
Mi amiga subió el volumen hasta el máximo y la canción de "Buen día" retumbó en mis oídos hasta llegar al corazón, la voz de mi amigo Pepe se introducía hasta mis más profundos recuerdos. Cerré los ojos y de nuevo aparecieron los cuatro adolescentes cantando frente a mí sobre la tarima improvisada de aquel garaje, Ricardo vestía sus clásicos pantalones de 3/4 con una playera La Coste en color rojo que hacía resaltar el hermoso tono de su blanca piel, me estremecí de nuevo al recordar la dulce forma con la que sus hermosos ojos marrón me miraban mientras interpretaba nuestra canción.
Me escabullí entre el túnel de memorias que se abrió con la música de fondo tocando para mí y entonces el niño de nueve años con sonrisa deslumbrante y mirada inocente apareció en mi cabeza, fui recordando paso a paso su desarrollo hasta llegar a la edad de quince años cuando me pidió ser su novia en aquella inolvidable fiesta de cumpleaños ¿Cómo olvidar la primera vez que sus labios rodaron por mi boca? ¿Cómo no recordar la felicidad que me embriagó el alma al oírlo decirme por vez primera un "Te amo"? ¿Cómo desaparecer aquel momento que nos entregamos uno al otro por primera vez? Un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo al recordar aquella noche de verano que pasamos juntos hasta el amanecer ¿Qué diría Mariana si fuera capaz de leer mis pensamientos? Un sentimiento de culpabilidad me hizo suspirar, mi amiga jamás debía saber quien era realmente yo y sino quería que esto ocurriera lo mejor sería alejarme de ella lo antes posible.
- ¿Pao estás bien? – sobresalté exageradamente al sentir su mano sobre mi pierna.
- Sí ¿Por qué?
- Estás muy pensativa últimamente ¿Segura que es por lo que me dijiste hace rato?
- Sí Mariana por favor ya no me estés preguntando – respondí irritada.
- Está bien... ¿Te gustó la canción? – torcí el gesto molesta.
- ¡No, no me gustó! – grité – ¿Puedes bajarle a tu escándalo? Me duele la cabeza.
- ¿Qué te pasa? ¿Por qué te pones así? – me miró con el ceño fruncido – no es mi culpa que estés de malas.
- No es eso, es que tú música – me interrumpí a mi misma, estuve a punto de decirle los recuerdos que esa canción había traído a mí – perdón... ¿Puedes bajarle?
- Está bien la quitaré – apagó el estéreo de golpe haciendo que la voz de Pepe se distorsionara.
El silencio que se prolongó fue bastante incómodo, ahora me daba cuenta lo difícil que me resultaba estar a su lado sin tener que irritarme por alguno de sus comentarios relacionados a mi ex novio. Antes de saber que la modelo que tanto alegraba mis días con sus ocurrentes ideas y buena vibra era la novia de Ricardo todo era perfecto entre nosotras, incluso la consideraba una de mis mejores amigas pero ahora sin darme cuenta un sentimiento negativo hacia ella había crecido en mi interior sin que yo pudiera hacer algo para evitarlo ¿Era envidia? ¿Celos? ¿Coraje? No sabía definir con exactitud todo ese fuego que me hervía la sangre cada que ella hablaba de Ricardo, no sé si era la ternura con que pronunciaba su nombre o el brillo que desprendían sus ojos al verlo lo que más me llenaba de furor el alma.
Llegamos al lugar indicado en menos de lo que esperaba, caminamos una a lado de la otra sin dirigirnos la palabra. La situación era extraña pero por más que quisiera no sabía como comenzar una nueva conversación pues en mi mente solo aparecía la idea de que la mujer que iba a mi lado era la novia de el que por siempre sería el amor de mi vida.
- Hola, Buenas tardes - saludó Mariana al chico de la recepción – Venimos por unas invitaciones.
- Buenas tardes ¿Traen su factura?
- Sí aquí está – contestó ella entregándole una hoja rosa que sacó de su bolsa.
- Perfecto – exclamó el chico – en un momento se las entrego – se giró y desapareció tras una puerta de madera.
- ¿Ya estás bien?
- Sí – respondí evitando su mirada.
- De verdad no te entiendo Paola ¿Estás enojada conmigo? – negué con la cabeza aún sin verla – ¿Entonces qué tienes? Ya ni siquiera quieres hablarme.
- ¿Tenemos algo de qué hablar?
- ¿Cómo? – exclamó indignada – Somos amigas, siempre tenemos de qué hablar.
- No, no podemos ser amigas – confesé sin pensar.
- ¿Por que no? Creí que así era y...
- Tú solo eres mi organizadora – la interrumpí alzando la mirada al fin – pagué por tus servicios porque yo no tengo ni la más mínima idea de como planear una estúpida boda.
- ¿Qué te pasa? – me miró asustada – Creí que tú y yo habíamos forjado una amistad más allá de una relación laboral ¿Y ahora me sales que para ti soy una simple organizadora? – me quedé callada – Si sólo buscas una chacha que se encargue de planear tu boda creo que debes buscar a alguien más porque yo soy mucho más que eso Paola.
- Pues creo que eso haré – aseguré – le pediré a Golden Events que me cambie de organizadora porque la que tengo se mete mucho en mis asuntos personales.
- No puedo creerlo Paola – me miró indignada – yo te confié tantas cosas porque te consideraba mi amiga – la voz se le quebró – ya veo que tú a mí no – la primer lágrima rodó por su mejilla – espero que tu boda salga bien porque yo ya no puedo ayudarte – me quedé en silencio sin saber que decir – Adiós.
Me quedé perpleja viendo como se alejaba poco a poco del lugar, cuando al fin reaccioné y fui capaz de darme cuenta de lo que había ocurrido ya era demasiado tarde, Mariana había desaparecido en su auto sobre la avenida y ya no había nada que yo pudiera hacer para solucionar mi error ¿Por qué demonios había actuado con ella de esa manera? ¿Por qué le había dicho tantas cosas que realmente no pensaba? ¿Por qué me había dejado controlar por los impulsos de mi afligido corazón? Si bien era cierto que sentía detestarla por quitarme al hombre de mi vida también era cierto que era la mejor amiga que ahora tenía aquí y era mucho más grande el cariño que le tenía que mi estúpida obsesión por el que ahora era su novio.
- Listo – la voz del chico a mis espaldas me hizo sobresaltar levemente – ¿Ya se fue la señorita Paola Luna?
- No, soy yo.
- Ah perdón, yo pensé que era la chica de cabello rubio que estaba aquí – se encogió de hombros – es que la vi muy entusiasmada y pensé que venía por sus invitaciones y...
- No, no, no ella es sólo... mi amiga – suspiré – ¿Cuánto le debo?
- Nada – lo miré con el ceño fruncido – su amiga ya había terminado de liquidar lo que restaba.
La culpabilidad me soltó una fuerte bofetada mientras el arrepentimiento hacía acto de presencia en mi interior. En definitiva acababa de perder a mi mejor amiga y sin razón alguna ¿A caso ella era culpable de haberse enamorado de un hombre tan espectacular como lo era Ricardo y que este le correspondiera? Que estúpida había sido, ahora realmente me arrepentía de lo que había dicho y hecho hacía sólo unos minutos ¿Había forma alguna de reparar mi error?
- ¿Le entrego sus invitaciones?
- Ah sí – parpadeé un par de veces mientras tomaba el paquete – Gracias.
- Al contrario, y muchas felicidades señorita Paola – le sonreí agradecida y di media vuelta dispuesta a salir del lugar.
El aire golpeó mis mejillas enrojecidas con tal delicadeza que me recordó a una caricia. Cerré los ojos con fuerza para tratar de olvidar lo ocurrido pero al hacerlo el rostro confundido de Mariana apareció dentro de mi cabeza, sus ojos esmeralda emanaban diminutas lágrimas cristalinas producto de mis punzocortantes palabras mientras que con su afligida voz me recriminaba el error de nuestra amistad.
Tomé aire con fuerza hasta llenar cada espacio de mis pulmones con oxígeno, abrí los ojos de golpe y me dediqué a contemplar el sobre blanco con letras doradas que sostenía en la mano "Nuestra boda" musité para mí misma casi sin aliento. Me costaba creer que aquel pequeño pergamino fuera el escrito de mi propio destino, todo estaba claro: mi nombre se posaba justo a lado del de mi futuro marido por debajo del nombre de nuestros padres anunciando nuestra unión justo después de una breve oración católica de amor.
No es que Iván no fuera el hombre con el que he soñado casarme ni mucho menos que no estuviera segura de amarlo simplemente era que de un momento a otro mi relación perfecta se había visto opacada por la distancia y haciendo que con esto el frío comenzara a colarse entre nuestros corazones y ahora parecía que éramos de nueva a cuenta los mejores amigos y confidentes de la adolescencia y no una pareja comprometida a punto de llegar al altar.
A Iván le debía la vida entera, sino fuera por el jamás hubiera tenido la fuerza para salir de aquella terrible depresión que me causó la muerte de Javi y mi separación con Ricardo, si no fuera por él quizá ahora mi cuerpo se encontraría en estado de putrefacción dentro de un ataúd tres metros bajo tierra y mi alma penitente sin opción a muerte vagaría eternamente por las calles de aquella ciudad. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al pensar en mi cruel final ¿Cómo no iba a amar al hombre que me salvó la vida con su paciencia, ternura y comprensión? ¿Cómo no iba a dedicarle el resto de mis días a la persona que por más de seis años había sido mi ángel de la guarda?
Hace sólo un par de semanas me sentía la mujer mas dichosa del mundo pues la idea de envejecer a lado de Iván me parecía un sueño hecho realidad, mi novio era el hombre perfecto: caballeroso, atento, comprensivo, inteligente, detallista, complaciente y por si fuera poco creía en su fidelidad más que en la biblia misma ¿Qué había hecho yo para merecer algo así? Definitivamente Iván era una bendición, pero una bendición que desde mi reencuentro con Ricardo se había visto opacada y ahora su brillo no se comparaba ni la centésima parte con el fuerte resplandor del fantasma de mi pasado.
¿Cómo podía sacar de mi cabeza tantos momentos de felicidad a lado de Ricky? ¿Cómo suplicarle al corazón que arrancara de sus adentros tantas promesas de amor sin cumplir? ¿Cómo restarle importancia a mi primer beso, al primer "Te amo", a mi primer encuentro de amor? ¿Cómo borrar todas esas dulces miradas que día a día me dedicaba, todas esas sonrisas esplendidas que tanto me derretían y sus palabras dulces que se incrustaban hasta lo más profundo de mi corazón robándome millones de suspiros? ¿Cómo olvidar la sensación que me proporcionaba al sentir la cálidez de sus manos rodando por mi piel y el dulce néctar que emanaba de sus labios cuando se encontraba con los míos? ¿Cómo exigirle al corazón que enterrara de nuevo esos sentimientos y me permitiera amar única y exclusivamente a Iván?
Mi celular comenzó a vibrar sobre mi pecho haciéndome sobresaltar de manera exagerada, contesté casi de manera inconsciente y cuando mis oídos identificaron la voz varonil que me llamaba al otro lado del teléfono mi ritmo cardiaco aumentó en un reflejo de sorpresa.
- ¿Cómo estás mi amor? – preguntó con voz dulce.
- Bien, bien – le respondí a Iván tratando de recuperar el aliento – ¿Y tú?
- No tan bien como quisiera, me haces mucha falta – suspiré.
- Igual tú a mí.
- Lo bueno es que pronto nos veremos ¿Ya te dieron las invitaciones?
- Sí – titubeé con el paquete temblando en mi mano – de hecho me las acaban de entregar.
- ¿En serio? ¡Qué bien! – exclamó entusiasmado - ¿Mariana está contigo?
- Ah si... ella se encargó de todo.
- Que bueno mi vida, al menos así ya no te sientes tan sola en los preparativos.
- Mi amor...
- ¿Qué pasó?
- Tengo que decirte algo...
- Te escucho – dijo impaciente.
- Bueno es que yo...
- ¿Qué pasó mi amor? ¿Está todo bien?
- Sí, es que... bueno ¿Te acuerdas de los amigos que te contaba que tenía aquí?
- Claro que tenían una banda o algo así ¿No?
- Sí ellos – afirmé – los de Panda.
- Sí, sí los recuerdo ¿Por qué?
- Pues Arturo se encargó de buscarlos y ayer en la noche me reuní con ellos otra vez – se prolongó el silencio.
- ¿Y él estuvo ahí? – preguntó con voz serena.
- ¿Quién es él?
- Ya sabes bien quien ¿Es necesario que lo diga? – suspiré – ¿Volviste a ver a Ricardo? – su pregunta me causó una descarga eléctrica por todo el cuerpo, ¿Cómo negarle todo lo que mi reencuentro con Ricardo había provocado en mí? ¿Cómo seguir con la farsa de mi amor exclusivo por él?
- No, él no fue – quise sonar lo más segura y tranquila posible pero la voz se me quebró al final, tomé aire – no lo he vuelto a ver.
- ¿Y no quieres verlo de nuevo?
- ¿Por qué preguntas eso? ¿Tú quieres que lo vuelva a ver?
- Sé que fue una persona importante en tu vida y... bueno no sé si tienes el interés de saber qué fue de su vida – me recargué en la pared tratando de ignorar que estaba siendo atacada en mi punto más débil.
- Él ya es pasado para mí, además no sé por qué estamos hablando de él yo sólo te dije que me había encontrado con mis viejos amigos.
- ¿Pepe, Ongi y Kross? – me sorprendí que aún recordara sus nombres, pues hacía más de tres años que no hablaba con Iván de ellos.
- Sí ellos, y Diana también ¿Te acuerdas?
- Claro, me hablabas mucho de ella antes – suspiró – bueno pues ahora que ya los volviste a ver los podrás invitar a nuestra boda ¿No?
- Sí, aunque espero que los puedas conocer antes.
- Yo creó que sí porque voy a ir un par de días a Monterrey la próxima semana.
- ¿En serio? – exclamé con sorpresa.
- Sí, tengo que ir a checar unos lugares para unos eventos próximos de Ocesa.
- Perfecto, yo pensaba viajar al D.F. para entregar las invitaciones nuestros familiares.
- ¿Y cuando vendrías?
- Ya tengo mi boleto para el próximo lunes.
- Yo tengo que viajar el viernes podríamos regresarnos juntos ¿No?
- Me parece buena idea – suspiré – ¿Y cuantos días estarás acá conmigo?
- Solamente tres, pero podemos aprovechar las tardes para estar juntos.
- Sí, vaya que hace falta.
- ¿Me extrañas? – preguntó con voz inocente.
- Ahora más que nunca ¿Y tú a mí?
- Paola, eres mi razón de existir, yo ya no puedo extrañarte sólo necesitarte – sonreí, amaba la ternura que tenía siempre para expresarse.
- Yo también te necesito amor, no sabes lo bien que me haría aunque sea un abrazo tuyo en estos momentos.
- Pronto estaremos juntos hermosa, quiero pasar cada instante que me quede de vida a tu lado.
- ¿Hasta envejecer? – hubo unos segundos de silencio – ¿No?
- Sí – titubeó – si Dios así lo quiere, sí.
- Te amo Iván – las palabras me salieron por si solas del corazón, juro que no mentía al decir que lo amaba.
- Sabes que todos tenemos una misión en la vida, y la mía es hacerte feliz mientras me sea posible.
- Eres increíble, no sé que hice para merecerte.
- Ya no digas eso, me haces sentir demasiado valioso y la verdad que el que debe de estar agradecido soy yo por que un ángel tan valioso como tú sólo existe uno sobre la humanidad – sonreí.
- Ya te quiero ver.
- Imagínate yo – suspiramos – bueno mi vida te dejo, debo entrar a una junta y ya se me hizo tardísimo.
- Está bien amor, gracias por hablar.
- Gracias a ti por existir, te amo mi Paola no lo olvides.
- Tú tampoco – presioné el botón de colgar y dejé caer el teléfono dentro de la bolsa.
El aire me golpeó la cara de nuevo, era increíble lo que esta llamada había provocado en mí, era como si el sonido de su voz se hubiera incrustado hasta mis entrañas para disminuir el dolor que me consumía el alma gracias al estúpido amor por Ricardo pues ahora que sus tiernas palabras me habían llenado el corazón de suspiros me sentía de nuevo a cuenta afortunada de ser la futura esposa de aquel hombre tan maravilloso ¿Estaba loca? Tal vez sí, pues ni yo misma comprendía el amor tan fuerte que sentía por ambos.
NARRACION DE RICKY :
Llevaba días enteros sin dormir, horas infinitas malviajándome en mis propios recuerdos, minutos extensos de maldito arrepentimiento y millones de segundos desperdiciados fingiendo un amor que no podía corresponderle de igual forma a Mariana. Estaba en un laberinto de confusiones y me desesperaba demasiado que por más que buscaba la salida esta no se dignaba a aparecer pues la única que podía salvarme de esta desolada situación era la misma que me mantenía hundido en ella.
Hacía más de una semana desde la última vez que tuve a Paola frente a mí, que la sostuve fuerte contra mi pecho, que le confesé como un demente el amor absoluto que seguía sintiendo por ella y que como un buen perdedor había aceptado su rechazo y su fácil debilidad para dejar perder esta batalla donde ambos salíamos derrotados.
Para mi mala fortuna mi novia y ella habían tenido una discusión por demás absurda que las había distanciado bastante en los últimos días, al grado que Mariana había renunciado a seguir siendo su organizadora de Golden Events así que no tendría excusa alguna para acompañarla a su trabajo y encontrarme de casualidad con su amiga "Andrea", aunque para ser sinceros planear estar con mi novia y Paola al mismo tiempo sería el acto más masoquista y egoísta que pudiera hacer ¿Que hombre utiliza a su novia para reencontrarse con la mujer que ama? Solamente un demente como yo lo haría.
José se había encargado de platicarme todo lo acontecido en su reunión de reencuentro, me dijo que la había visto bastante feliz durante toda la noche pues todos quedaron de acuerdo en que no se hablara nada de mí para no incomodarla y aunque me dolió un poco el saber que en aquellos momentos mis mejores amigos y el amor de mi vida anularon mi existencia comprendí que fue lo mejor para no revelarle al mundo lo que estaba casi seguro ambos seguíamos sintiendo. Por otra parte la pesadilla que había tenido por primera vez el día que volví a ver a Paola se había vuelto bastante constante esta última semana y ahora que sabía la verdad entendía la razón de mis demenciales sueños, pues en todos ellos la veía con un reluciente vestido de novia que la hacía lucir por demás hermosa , pero después todo se veía abrumado por el rojo espeso de la sangre que seguía emanando de algún lugar desconocido pero a pesar de lo tétrico que se volvía nuestro escenario Paola seguía con el rostro paciente y la sonrisa en los labios como si todo a nuestro al rededor fuera felicidad y no una terrorífica masacre.
Desperté acalorado gritando su nombre una vez más, abrí los ojos de golpe esperando encontrarme con el rostro decepcionado de mi novia pues últimamente las discusiones eran cosa de todos los días ya que Mariana aún no lograba entender que yo no tenía el control sobre mis sueños y cada despertar eran gritos y más gritos que afortunadamente esta vez no se hicieron presentes pues al despertar me di cuenta que me encontraba completamente solo en mi habitación.
No sé bien lo que ocurría pero me sentía bastante bien estando solo en casa, ni siquiera a la hora del desayuno sentí extrañar a mi novia a pesar que desde que se había venido a vivir conmigo acostumbrábamos a comer a diario juntos ¿Qué pasaba? ¿Acaso la estaba dejando de querer? La idea retumbó en mi cabeza durante varias horas ¿Qué sería de mi vida si el cariño que sentía por Mariana desapareciera? Seguramente quedaría perdido en el holocausto de la soledad pues si la dejaba de querer a ella el amor tan profundo que sentía por Paola aumentaría al grado de que si no era mi destino con ella no lo sería con nadie pues jamás podría ver a otra mujer como posible pareja además de que mis malditos sueños me robarían la posibilidad de mantener una relación seria con alguien más. Definitivamente sin Mariana en mi vida estaba perdido, pero ¿Cómo podía obligarme a no dejarla de querer?
Me encontraba recostado sobre el sillón contemplando el paisaje de la ciudad atreves del enorme ventanal de mi apartamento cuando la puerta de la cerradura se abrió, giré la cabeza inconscientemente y la figura perfecta de mi novia apareció frente a mí quién dejó caer las bolsas de Liverpool que traía en sus manos para correr deprisa hacia mi lado.
- Hola mi amor – se dejó caer de rodillas para quedar a la altura de mi rostro el cual comenzó a llenar de múltiples besos – ¿Ya desayunaste?
- Sí, gracias.
- Menos mal que no quemaste la cocina – sonreí a medias.
- ¿Fuiste de compras?
- Sí – se paró del suelo para después dejar caer su cuerpo delicadamente sobre el mío – es que ya se viene Navidad y luego ando bien apurada con los regalos.
- ¿Y compraste todos? – pregunté jugando con los mechones de su cabello.
- Sólo algunos – besó mis labios despacio – el tuyo tiene que ser muy especial.
- Sólo quiero que estés a mi lado, con eso es más que suficiente.
- Ay eres un lindo mi vida – me besó de nuevo – también fui a otro lado.
- ¿A dónde? – pregunté sin mucho interés imaginando que respondería cualquier lugar sobre belleza o moda.
- Fui a buscar a mi amiga – tragué saliva esperando que continuara – ¿Ves que me había enojado con Andrea? La chica de los eventos que te presenté la otra vez – asentí impaciente – Pues me ha estado llame y llame y no le he contestado por mero orgullo – suspiró – pero me di cuenta que es una tontería estar enojada con ella.
- Y.... ¿La viste? – a penas y era consciente de articular correctamente mis palabras.
- No – torció el gesto – la fui a buscar a su casa pero el que me abrió fue su hermano y me dijo que Paola se había ido hace unos días al D.F.
- ¿Para siempre? – la interrumpí casi exaltado.
- No, sólo se fue unos días para entregar las invitaciones de su boda a los familiares de allá – sentí como el fuego me quemó el estómago.
- ¿Y cuando volverá?
- Esta misma noche – sonrió – y se me ocurrió una increíble idea – fruncí el ceño esperando su respuesta – ¿Qué tal si vamos por ella al aeropuerto y la invitamos a cenar?
- No inventes – aparté a Mariana bruscamente de mí – ella no puede venir aquí.
- Mi amor ¿Qué te pasa? – me miró confundida y fue hasta entonces que entendí lo estúpida que había sido mi reacción.
- Perdón – me disculpé mientras acariciaba sus brazos – pero es que se me hace extraño que la quieras invitar ¿No se supone que estás enojada con ella?
- Es que creo que exageré un poco las cosas – suspiró – mi amiga estaba de mal humor ese día y yo la hostigué mucho con mi música y mis preguntas.
- ¿Tu música?
- Sí – torció el gesto – es que tu habías dejado el disco de Arroz con leche puesto – mi estómago se retorció – y ya sabes cuanto me encanta la canción de Buen día que viene ahí – asentí mientras otro dolor estomacal me retorcía – pues quería que mi amiga los conociera también entonces le subí a todo volumen y...
- ¿A la canción de Buen día? – la interrumpí preso del pánico ¿De verdad el destino era tan cruel para poner a Paola en esa situación?
- Sí esa – puso los ojos en blanco – pero Andrea se puso como loca y me gritó que le bajará a mi escándalo.
- ¿Se enojó porque pusiste esa canción? – "Lógico" me gritó mi subconsciente, si esa era la canción de despedida que Panda y yo le habíamos escrito.
- Pues es que de por si ya andaba algo irritada y luego yo con mi música la puse de peor humor – me llevé la mano a la frente tratando de tranquilizar la jaqueca que comenzaba a atacarme – ¿Te sientes mal mi amor?
- Me quiere doler la cabeza...
- Bueno entonces voy a preparar de comer ya – se incorporó lentamente del sillón – ¿Y al rato me ayudas a preparar la cena?
- ¿Entonces si la vas a invitar? - una guerra campal de sentimientos se estaba llevando acabo dentro de mí, pero al final mis deseos vencieron victoriosos a mi lado racional.
- Pues sí, creo que será una linda sorpresa cuando nos vea llegar al aeropuerto ¿No crees? – asentí con el sudor en la frente.
- ¿Y su hermano o su mamá no irán por ella?
- Iban a ir pero como les dije que iría yo me dijeron que ya no para que pudiéramos platicar a gusto las dos.
- ¿Y a qué hora llega?
- A las 8:00 pm ¿Me acompañarás? – tardé varios segundos en responder pero al final la razón se vio quebrantada una vez más por mis deseos de verla otra vez.
- Claro, no te voy a dejar ir sola.
Las horas siguientes se me hicieron una eternidad, el tic tac del reloj me recordaba minuto a minuto el tiempo que faltaba para volver a ver a la mujer que amaba. El día se nos fue preparando todo para nuestra invitada especial, mi novia se había encargado de dejar la casa limpia y reluciente mientras que yo después de regresar del Súper me dediqué a preparar el único platillo que según mis allegados me quedaba delicioso y esperaba con ansias que Pao degustara de la misma forma la lasaña que le había cocinado. No sabía si lo que estaba haciendo era lo idóneo pero el hecho de saber que esta noche cenaría en compañía de Paola y Mariana me mantenía bastante jubiloso.
Llegamos al aeropuerto una hora antes de su llegada, los nervios que me recorrían el cuerpo de pies a cabeza me hicieron recordar aquellos años de mi infancia en los que con solo verla pasar era motivo de que las rodillas y manos comenzaran a temblarme sin razón alguna. No pude evitar recordar con nostalgia todos los momentos de tristeza que había vivido en este mismo aeropuerto, donde más de una ocasión había perdido al amor de mi vida; la primera hacía más de seis años cuando su familia y ella se mudaron a la capital dejándome con el corazón partido en esta gran ciudad, la segunda fue cuando por mi momento de vulnerabilidad la perdí para siempre pues a pesar de venir a rogarle su perdón hasta aquí ella jamás logró olvidar mi traición y justamente en la cafetería en la que ahora me encontraba con mi novia Paola había decidido terminar en definitivo nuestra relación y la tercera y más dolorosa fue cuando volví del Distrito después de ir a verla al hospital con la esperanza de que aceptaría volver conmigo, claro que esto no pasó y regresé a Monterrey completamente solo y justo así es como me he sentido desde ese entonces, siempre he estado acompañado mas no significaba que no me sintiera solo de cuando en vez.
- Mi amor ya son las ocho – la voz de Mariana me hizo escabullir de mis recuerdos – Ya vámonos a la sala de espera ¿No?
- Sí, está bien – titubeé un poco nervioso mientras me paraba de la silla.
Mi novia entrelazó su mano a la mía y comenzamos juntos la caminata que me llevaría a reencontrarme con la mujer que realmente amaba. Los pasillos se me hicieron infinitamente largos y las ansias de verla otra vez creció dentro de mi pecho a cada paso que daba, Mariana también parecía emocionada de volver a ver a su querida amiga pero ni ella ni nadie podía superar la felicidad que a mí me embriagaba el alma.
La pantalla que contenía la información de cada vuelo anunciaba que el avión proveniente de la capital había aterrizado hace tres minutos, mi novia y yo nos abrimos paso entre la multitud de gente que había aparecido frente a nosotros en busca de nuestro objetivo.
Comenzaba a desesperarme un poco cuando una chica con abrigo blanco y gorrito del mismo color que se encontraba a unos cuantos metros de distancia llamó mi atención, estaba a espaldas de mí pero yo podía reconocer esa larga cabellara obscura y su figura magestual aunque hubieran mil gentes alrededor de ella. Estaba apunto de avisarle a Mariana que había encontrado a su amiga cuando algo que no me esperaba dejó mis palabras atoradas en la garganta haciendo que mi mano soltará de manera inconscientemente a la de mi novia. De un segundo a otra toda mi felicidad se había drenado de mi cuerpo para dar paso a un insoportable dolor creciente de mi pecho que me dejó completamente inmóvil y perplejo, jamás pensé en encontrarme con algo así.
Un chico de estatura media, bastante delgado y vestido de manera casual se acercó deprisa a la mujer de mi vida para estrujarla entre sus brazos mientras esta colgada de su cuello le proporcionaba un apasionado beso que estaba seguro él disfrutaba como nunca. Sentí que la tierra se abrió bajó mis pies provocando un enorme hueco en mi estómago al mismo tiempo que la tristeza invadía cada parte de mi ser. Había vivido esto antes y recordaba perfectamente la sensación que tuve al ver a mi entonces novia besar a mi mejor amigo José pero lo que ahora sentía no tenía comparación siquiera con lo que sentí en aquel entonces, pues ahora no era enojo ni rabia ni decepción lo que me consumía el alma sino por el contrario era el dolor en carne viva lo que ahora experimentaba al darme cuenta que Paola ya no era más para mí, que su alma, corazón y cuerpo pertenecían al hombre que ahora disfrutaba de su labios como si nada más en el mundo existiera, ignorando por completo lo que su espectador estaba sintiendo al contemplarlos.
- ¡Mira, ahí están! – gritó Mariana señalando al frente.
Las piernas no me respondían normalmente, las sentía como dos hilachos sincronizados por el viento cuando mi novia me jaló del brazo para acercarnos a la pareja que al oír nuestros pasos dejó de besarse para voltear a vernos. Nunca podré olvidar el rostro de Paola al darse cuenta de mi presencia ahí, me miró de hito en hito sin dar crédito de que realmente era yo quien se encontraba parado junto a ella suplicándole piedad con la mirada al mismo tiempo que trataba de disimular frente a nuestras parejas que me estaba muriendo por dentro. Cuando al fin pude ver el rostro de mi rival la herida hizo mayor, había algo en su aspecto que no me agradaba del todo y no es que pareciera una persona mala sino por el contrario se veía bastante débil y vulnerable con esa cara tan demacrada y su cuerpo tan delgado ¿Cómo ese tilico iba a ser capaz de proteger a mi Paola? Si se veía a simple vista que ni siquiera el mismo podía defenderse. Debía admitir que aún sin saber su nombre ya sentía bastante rencor hacia aquel hombre que ahora (y sin saberlo) me había robado lo que más amaba en este mundo
ESTÁS LEYENDO
Mi destino a tu lado - Pxndx fic
FanfictionCuando Paola y Ricardo se conocieron en aquel verano de su infancia, jamás imaginaron lo que el destino les tendría preparado para entrelazar la vida de ambos en un mismo camino hasta el final de sus días. La relación que desde la adolescencia comen...