Capitulo 35 " La fiesta de Disfraces"

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NARRACIÓN DE PAOLA:

Odiaba el momento en que el destino convirtió a mi mejor amiga en la novia de mi ex novio ¿Por qué tenía que ser justamente ella quien se enamorara perdidamente del hombre que aún yo amaba? ¿Por qué tenía que ser yo la mujer que ella tanto detestaba y maldecía a diario? ¿Por qué tenía que haberme encariñado tanto con ella para ser incapaz de hacerle algún daño? Detestaba no poder gritarle en la cara cuanto envidiaba su lugar, cuanto deseaba ser ella aunque fuera por solo un momento, gritarle que me mataba de celos la forma tan dulce y cursi con la que se expresaba de Ricardo y la manera tan sutil que tenía para contarme su vida íntima al lado de él ¿Qué no se daba cuenta el daño que me hacía? Obviamente no, pues ella no sabía que yo era la mujer que su novio mencionaba en sueños, que yo era a la que le había prometido amor eterno, con la que compartió los mejores momentos de su infancia y adolescencia, a la que llamó por primera vez "amor", a la que le dijo el primer y más sincero "Te amo", con la que hizo el amor por primera vez en su vida y a la única que aún a pesar de los años seguía amando igual que lo hacía ella.... suspiré. Esto no debía saberlo nunca.

- Tienes que ir Paola – insistió de nuevo mi amigo Pepe por el otro lado de la bocina.
- No puedo – respondí por enésima vez – y tu mejor que nadie sabes el porqué.
- Fingiremos que nadie te conoce cuando Mariana nos presente contigo.
- Como crees – torcí el gesto – es una locura, ella nunca debe de saber quien soy yo en realidad.
- Y no lo sabrá, te juro que ninguno de nosotros diremos nada – suspiré – es más si quieres te ignoraremos toda la noche con tal de que vayas.
- En serio no puedo José, no puedo arriesgarme a que Mariana se entere de la verdad.
- ¿Ni siquiera por que es la fiesta de despedida de Ongi?
- Me iré a despedir de él antes de que se vaya.
- No será lo mismo, la fiesta de disfraces que se organizó fue para que todos sus amigos estuviéramos ahí y Arturo y tú son parte esencial.
- ¿Y has pensado que dirá Mariana cuando vea que mi hermano está ahí?
- Pues le dices que si puedes invitarlo también para que sea el pretexto.
- Estás loco – exclamé – lo siento pero ni Arturo ni yo podemos ir.
- ¿Qué? No manches ¿Ahora hasta a él le vas a prohibir venir?
- Mariana lo conoce de vista, no puedo arriesgarme a que lo vea en la fiesta y sospeche algo.
- Iremos disfrazados – me recordó – no tiene porqué reconocerlo.
- ¡Ay bueno no sé! – grité un poco desesperada – sólo no cuentes conmigo.
- Que antisociable...
- Tú no entiendes nada – aventé la bocina y me dejé caer en la cama.

No podía negar que me moría de ganas por ir a la fiesta de disfraces que habían organizado como despedida a nuestro amigo Ongi, el problema yacía en que había recibido dos invitaciones para acudir a dicho evento, una por parte de Mariana y otra por parte de Pepe a nombre de todos los de la banda ¿Cómo iba a poder seguir con mi mentira después de que mi amiga se enterara de la gran amistad que tenía con los chicos de Panda? Por lógica sacaría conclusiones y descubriría mi verdadero pasado y por ende la relación entre su novio y yo, la idea me estremecía de pies a cabeza, eso no podía pasar, así que por más ganas que tuviera de asistir a la fiesta se quedaría simplemente en un deseo frustrado más.

- ¿Entonces no vas a ir?
- No puedo amiga – respondí con un espontaneó suspiro – perdón.
- No inventes Pao – torció el gesto – ¿En serio te vas a atrever a plantarme?
- No te estoy plantando, te estoy avisando con tiempo que no podré.
- Da lo mismo – puso los ojos en blanco – y según tú ¿Por qué no puedes? Iván no está aquí y tú te quedas aburrida todas las noches en tu casa ¿No?
- Tengo que planear bien la boda...
- Pero si ya está todo listo, el salón, la misa, el juez, el vestido – agitó los brazos de manera exagerada – ¿Qué mas quieres? Lo hemos planeado todo a la perfección.
- Siento que al último momento todo saldrá mal.
- Nena faltan sólo dos semanas, nada puede salir mal ¿Ok? – me encogí de hombros – Entonces ¿No quieres ir un rato a divertirte con nosotros? Te juro que los amigos de mi novio son bien buena onda de seguro te caerán súper bien – sonreí casual al recordarlos – Anda vamos ¿Si?
- Ok – respondí para que dejara de insistir, ya después tendría tiempo de inventar algún dolor estomacal para no asistir – Iré contigo.
- ¡¡Sí!! – celebró feliz dándome un pequeño abrazo – Vas a ver que nos vamos a divertir mucho, es más, si quieres dile a tu hermano que también vaya con nosotros.
- Está bien, gracias.
- ¿Y de qué te piensas disfrazar? Yo ya tengo mi traje de campanita, está padrísimo.
- Sí te pareces – reí – ¿Con todo y alas?
- Sí, me voy a peinar de chonguito y toda la cosa – volví a sonreír – aunque Ricardo no se quiso vestir de Peter Pan para combinar conmigo.
- ¿De Peter Pan? – solté una carcajada al imaginarlo – Creo que es un disfraz muy varonil.
- Gracias por tu sarcasmo – respondió entre risas – pero ya en serio el que se compró le queda mmm – se mordió el labio con ojos de lujuria – increíble.
- ¿De qué es? – pregunté con cierto celo al ver la expresión de su rostro.
- De pirata, pero no cualquier pirata eh, es uno realmente sexy – rió y yo tras ella fingiendo indiferencia.

Me sentía completamente loca ¿Cómo era posible que a estas alturas Mariana no se hubiera dado cuenta aún del infinito amor que su novio había hecho surgir de nuevo en mí? Y lo peor (o mejor) de la situación es que ese amor prohibido era totalmente correspondido por él. Eran pocas las ocasiones que Ricardo y yo habíamos podido estar solos durante estas últimas semanas, pero bastaban sólo un par de segundos para darnos cuenta de la enorme atracción que a pesar de los años aún nos seguía uniendo y el infinito amor que surgía en nuestras miradas al vernos, incluso un par de veces Ricky se había atrevido a decirme al oído los más dulces cumplidos que me estremecían de pies a cabeza como lo hacía desde que era tan sólo una niña.
Mantener la cordura ante sus hermosos ojos chocolate y su irresistible sonrisa era verdaderamente una batalla que casi a diario tenía que librar fingiendo que no me importaba ver como su novia se lo comía a besos delante de mí presumiendo el tan codiciado lugar que poseía ¿Hasta qué momento iba a explotar?
Era viernes por la noche, mi celular comenzó a vibrar con la melodía de "Buen día" que mi amiga se había encargado de pasarme hace unos días. Respondí sin ver el numero en la pantalla esperando oír al otro lado de este la voz de mi novio, pero contrario a esto escuché entre sollozos a Mariana.

- ¡¿Qué te pasó?! – grité preocupada – ¿Estás bien?
- Mi mamá – gimió – se cayó.
- ¿Tú mamá? Pero ¿Cómo?
- Mi papá me acaba de mandar un correo – tomó aire – para avisarme que mi mamá está hospitalizada porque se cayó... de las escaleras de la casa.
- Yo... lo siento – suspiré – ¿Está muy grave?
- Creo que sí – soltó a llorar de nuevo – mañana mismo tomaré el primer vuelo a Boston para ir a verla.
- ¿Puedo ayudarte en algo?
- No amiga gracias... sólo te avisaba porque no podré acompañarte al mall como habíamos quedado.
- No te preocupes...
- Y lo de la fiesta bueno... entenderás que primero está mi familia.
- Pues claro, claro te entiendo verás que todo saldrá bien.
- Ojalá, lo malo es que Ricardo no podrá ir conmigo – sentí un revoloteo proveniente de mi estómago – ya ves que lo acaban de contratar apenas y no puede faltar a trabajar ahora.
- E-e-entonces i-irás ¿Sola? – tartamudeé nerviosa.
- Sí – respondió afligida – Que mejor sería que Ricky me acompañara pero ya ves como se ponen de pesados en los trabajos y no quiero que les dé motivos para despedirlo ahorita que está de prueba.
- Si... sí.
- Entonces te iba a decir que si quieres vayan tu hermano y tú con él a la fiesta de disfraces – pegué un gritito ahogado de la emoción.
- Ahh... es... es ¿En serio?
- Claro – tomó aire – yo ya los había invitado y no quiero quedarles mal por lo que me pasó – sollozó de nuevo – además ya le comenté a Ricky y no tiene problema alguno con que vayan – me quedé muda, esto era demasiado tentador para ser capaz de rechazarlo – ¿Pao? ¿Sigues ahí?
- Am sí... perdón.
- ¿Entonces vas?
- No sé si sea lo correcto...
- No seas tontita, no tiene nada de malo que salgas a divertirte un rato – suspiré, ella no sabía a que me refería con "correcto" – En serio no te sientas mal por mí, yo misma te estoy invitando ¿Si?
- Está bien Mariana... iré a la fiesta de disfraces – esta vez hablaba en serio, no podía perderme esta fiesta por nada del mundo.

La oportunidad era perfecta, y no es que me alegrara la tragedia de Mariana sino que si ella no estaba en dicha fiesta no sólo yo podría asistir sin preocupación alguna de ser descubierta sino que además todo se acomodaría a la perfección para que ella creyera lo bien que me habían caído los amigos de su novio y no se sorprendiera cuando los invitara a todos a mi boda, "Boda" me repetí a mi misma, ¿Estaría haciendo mal al ir a la fiesta? De cualquier forma no creía que Iván se molestara por ello ya que siempre que hablábamos me insistía con frecuencia que saliera a divertirme con mis amigos incluso parecía fascinado con la idea de que Ricardo resultara ser aquel ex novio mío del cual sabía toda la historia de principio a fin, pues yo misma le había contado con lujo de detalle todo cuando aún éramos amigos y en la cena en casa de Mariana todo comenzó a delatarlo sin que ambos pudiéramos hacer nada, pero contrario al enojo o los celos que esperaba de parte de mi novio esté parecía sumamente tranquilo con la idea ¿Eso era normal?

Aquella mañana después de mi desmayo amanecí con un fuerte dolor de cabeza. Todo a mi alrededor se movía como si acabara de salir de la montaña rusa después de haberle dado cincuenta vueltas seguidas en tres minutos, los recuerdos de la noche anterior pasaban por mi mente como pequeños fragmentos de una película donde en la mayor parte de las escenas eran protagonizadas por la fuerte tensión entre Ricardo, Iván y yo ¿Había sido todo cierto? ¿Los dos hombres que yo más amaba en el mundo me habían sostenido cada uno de un lado después de mi desmayo? Sus voces resonaban en mi mente confundiéndose una con la otra hasta que hubo algo que hizo corto circuito al ser reproducida en mi interior "¿La amas?" preguntó mi novio "Incondicionalmente" respondió Ricardo... ¡Eso era una locura! No pudo haber ocurrido, Ricky no pudo ver sido tan sínico para confesar algo tan fuerte ni Iván podía ser tan tonto para seguir como si nada pasara al saber esto ¿Había tenido entonces una alucinación al escucharlos?
La puerta se abrió de pronto haciéndome sobresaltar levemente pero al ver que era Iván con una bandeja de comida en las manos me tranquilicé de nuevo, me miró sonriente cerrando la puerta tras él y acercándose lentamente hacia mí.

- ¿Cómo amaneciste hermosa? – preguntó después de depositar la bandeja sobre mis piernas y besar mi frente.
- Un poco mejor – sonreí – creí que no estabas.
- Fui a prepararte algo de desayunar, no quiero que te sientas mal de nuevo.
- Gracias – me encorvé de la cama para comenzar a ingerir los alimentos.
- Por nada – acarició mi cabello enmarañado – Oye...
- Mmm - respondí con la boca llena.
- ¿Por qué no me habías dicho nada sobre Ricardo? – casi me atraganté con la fruta que afortunadamente después de un enorme trago de jugó logré pasar – Creí que habíamos quedado en que nos contaríamos todo siempre – me quedé sin palabras, ¿Como podía negar quien era él? – y creo que eso es algo muy importante para que no me lo hayas comentado.
- Lo siento... tenía miedo.
- ¿Miedo? ¿Miedo a qué? – lo miré con gesto inocente – Por favor Paola, sabes que lo único que te he pedido siempre es que me hables con la verdad – asentí con la cabeza – Nada te costaba decirme que el novio de tu amiga Mariana resultó ser el mismo al que tú amaste tanto – agaché la mirada – o más bien sigues amando.
- Claro que no – alcé la mirada – ¿Cómo se te ocurre decir algo así?
- Si ya no sientes nada por él entonces ¿Por qué ocultármelo? – agitó las manos - ¿Qué te costaba decirme lo que estaba ocurriendo?
- Es una situación bastante complicada, además no quería que te enojaras conmigo.
- ¿Enojarme? ¿Por qué debería enojarme?
- Pues por que he tenido que volver a verlo... pensé que sentirías celos o algo así.
- Paola, eres una mujer libre, tú puedes ver y hablarle a quien sea si así lo quieres – lo miré confundida – es más, te pido que este tiempo que te quedarás en Monterrey sin mí lo sigas frecuentando tanto o más como lo hacías.
- ¿Qué? – exclamé incrédula – ¿Quieres que lo siga viendo más? – él asintió – ¿Estás loco?
- Tal vez... pero prométeme que me harás caso.
- Pero Iván yo no...
- Prométemelo – me miró fijamente.
- No lo sé... no entiendo para qué quieres eso.
- Sé que fue alguien sumamente importante en tu vida y ahora que has vuelto a encontrarlo quiero que estés segura de lo que vas a hacer.
- ¿A qué te refieres?
- Sólo hazme caso ¿Si? – acarició mi rostro con delicadeza – yo sólo quiero lo mejor para ti.
- Y lo mejor eres tú – negó con la cabeza – ¿Por qué dices que no?
- Sólo quiero que estés segura de la decisión que vas a tomar... por favor, promete que no te alejarás de Ricardo.
- Pero yo estoy segura de que...
- Prométemelo – me interrumpió.
- Está bien – suspiré – te lo prometo.

Recordar aquella conversación no me ayudó mucho, pues a pesar de que me sentía tranquila de contar con el apoyo de Iván no lograba sacarme la enorme duda de la cabeza del por qué tanto interés en que volviera a ver a Ricardo ¿Acaso mi novio dudaba del amor que sentía por él? ¿Dudaba de mis deseos de casarme con él? ¿Pensaba que quizás en este tiempo que estuviera de nuevo al lado de mi ex novio lograría que me arrepintiera de mi decisión? Un enorme hueco se formó dentro de mi estómago, si ese era el punto creo que Iván había logrado su propósito de volverme completamente loca, pues a decir verdad a pesar de estar a dos semanas de contraer nupcias con él aún no me sentía del todo convencida de que fuera el futuro que soñé, ahora que Ricardo había reaparecido en mi vida todo parecía girar en entorno a nuestros recuerdos y no en el dichoso presente que ahora vivía.
Me miré al espejo antes de salir de mi habitación y sonreí ampliamente al ver el resultado final de mi disfraz improvisado, mi vestido blanco caía en forma de diversos olanes un poco arriba de mi rodilla haciendo que la orilla de este combinara a la perfección con mis tachones de punta plateados, me coloqué la aureola del mismo tono sobre mi cabello que caía completamente lacio hasta mi cintura después me maquillé discretamente sobresaltando la parte de los ojos con una mascara intensa y coloreando mis labios de un rosa palo.

Por último tomé el par de alas blancas que había comprado esta misma tarde en una tienda de disfraces y salí de mi cuarto con el estómago revuelto de los nervios, hacía tantos años que no me sentía así.

- Guau, ¡Te ves hermosa!
- Gracias – le respondí a mi hermano con una sonrisa en los labios – tú también te ves muy guapo así de darketón.
- Lo sé – sonrió – siempre tuve la frustración por vestirme así.
- ¿Te pintaste los ojos?
- Sólo un poco, tomé tu delineador negro de tu bolsa por cierto.
- Mientras no te quieras poner gloss en los labios todo está bien.
- Si soy dark no travesti – reímos al mismo tiempo que un claxon sonaba afuera de la casa – creo que ya llegó.
- ¿Ya se van? – preguntó mi madre saliendo repentinamente de la cocina.
- Sí, creo que ya llegaron por nosotros – respondí.
- Guau se ven muy bien los dos con sus disfraces – se acercó a nosotros – ¿Cómo a que hora llegan?
- No lo sé – respondió mi hermano – a lo mejor nos quedamos a dormir allá o no sé – mi madre me miró frunciendo el ceño.
- ¿Tú también te quedarás allá hija?
- No... no te preocupes, yo le diré a Pepe o a Kross que me vengan a traer – el claxon sonó de nuevo – bueno ya nos vamos.
- Cuídense mucho – se acercó dibujando en el aire una cruz sobre nuestros cuerpos – cualquier cosa me hablan.
- Sí – respondimos Arturo y yo besando su mejilla para posteriormente salir de la casa, mi gran noche estaba por comenzar.

La noche estaba perfecta, la Luna llena iluminaba la ciudad como un enorme farol sobre las estrellas que relucían como pequeños diamantes en la oscuridad. El viento que resoplaba no era tan helado para decir que hacía mucho frío sin embargo al estar frente al auto que nos esperaba a unos pasos la piel se me erizó a tal grado que sentí como las rodillas me temblaban chocando entre ellas ¿Era normal sentirme tan nerviosa como si fuera de nuevo una niña de doce años que saldría a una fiesta por primera vez? Mi ritmo cardiaco aumentó más cuando la puerta del auto se abrió y de un segundo a otro apareció un hombre alto de excelencia corporal que vestía con una camisa impecablemente blanca, unos pantalones holgados negros con bota y una capa a la altura de la rodilla en la misma tonalidad, cuando lo miré a los ojos y vi una sonrisa deslumbrante aparecer entre su barba de candado me pregunté a mí misma ¿Podía seguir negándole todo el amor que sentía por él? Una corazonada me dijo que no podía seguir siendo así, al menos esta noche. No sé con exactitud cuanto tiempo nos quedamos pasmados y completamente deslumbrados viéndonos el uno al otro pero si no hubiera sido por el chasquido de los dedos de Arturo podía jurar que podíamos habernos perdido en nuestras miradas toda la noche sin notar siquiera el transcurso del tiempo.

- Ay, ay esas miraditas guárdenselas para después – me sonrojé un poco al no poder disimular mi alegría ante mi hermano.
- ¿Desde cuando te volviste un hermano tan celoso? – preguntó Ricky con una de mis sonrisas favoritas entre sus labios.
- ¿Celoso yo? – rió – sólo les pido que se controlen delante de mí, ya si quieren andar pintando cuernos es su bronca – Ricardo y yo nos miramos nerviosos.
- ¿Nos vamos? – pregunté paciente.
- Sí – me respondió él con su perfecta voz – No le avisé a los demás que irían para que ahorita que lleguemos se lleven las sorpresa – Arturo y yo asentimos – Bueno pues vámonos.

Caminamos los cuatro en dirección a su auto, Ricardo abrió la cajuela para guardar mi par de alas blancas y después subimos al coche de modo que mi hermano se sentó del lado del copiloto y por ende yo atrás de él para poder visualizar con discreción por el espejo retrovisor el hermoso y perfecto rostro del conductor. El camino fue bastante ameno, agradecí infinitamente que mi hermano no sacara al tema nada sobre mi boda, nuestras parejas o alguna otra cosa que me incomodara hablar delante de Ricky, esta noche estaba decidida a disfrutarla al máximo y olvidarme de todos los problemas que me acongojaban, esta noche era mía y no podía estar más feliz de compartirla con el hombre que incondicionalmente amaba y nuestros demás amigos.

Llegamos a la casa de Ongi en menos de veinte minutos, dejamos el carro dos cuadras antes debido a que su fraccionamiento estaba lleno de tantos invitados que habían llegado mucho antes que nosotros así que nos tocó caminar un poquito pero no me importó ya que teniendo a Ricardo a mi lado podía sentirme capaz de cruzar el desierto entero sin beber una sola gota de agua. La música electrónica resonaba fuerte desde una calle antes de llegar, al igual que los gritos y risas de todas las personas que ya disfrutaban adentro de la fiesta, cuando estuvimos enfrente de su puerta me coloqué el par de alas detrás de mi espalda mientras Ricardo se ponía un especie de antifaz negro y un sombrero del mismo tono que lo hacían ver por demás guapísimo.

- ¿El zorro? – pregunté arqueando una sola ceja.
- Sí – respondió mostrándome su perfecta dentadura – ¿No te habías dado cuenta?
- Bueno, es que como traías sólo la camisa y el pantalón creí que vendrías de pirata como Mariana me había dicho – bastó un segundo para arrepentirme de haberla mencionado y al parecer Ricky también se incomodó al recordarla. Mi hermano quien estaba al tanto de mi situación me miró con un mal gesto que no supe interpretar muy bien.
- Me iba a vestir de pirata como ella quería – me respondió – pero al final decidí cambiar por este.
- Te ves bien sexy – comentó mi hermano acariciando el pecho de Ricardo mientras yo reía.
- No seas gay – le contestó divertido alejándolo de un empujón – Voy a tocar el timbre ya.

En cuestión de segundos el enorme portal se abrió ante nosotros dejando ver a todos las diversos personas que disfrutaban de un divertido ambiente, absolutamente todos iban disfrazados ya fuera de algún personaje o de alguna una temática bizarra llamando la atención por su increíble creatividad y otros más por lo graciosos que lucían.
Salté exageradamente cuando un arlequín nos saludó con un enorme grito detrás de nosotros pero el susto que me provocó se vio aliviado por la risa que me causo el disfraz que lucía mi amigo Ongi esta noche, sus chinos caían sobre su gracioso sombrero (blanco con negro) de cuatro picos con cascabeles en juego a su traje, realmente parecía un bufón de la época medieval.

- ¡¿Paola?! – gritó sorprendido al verme – No puede ser, en serio eres tú – me abrazó fuertemente para después dirigirse a mi hermano – Arturo ¿Qué hay? – chocaron las manos – Qué chido que sí vinieron, me había dicho Pepe que no podrían.
- Cambio de planes – respondió Arturo señalándome con la mirada.
- ¿Y Mariana? – sentí un hueco en el estómago tras la pregunta de Ongi a Ricardo.
- Tuvo unos problemas con su familia – contestó él – se fue a Boston hoy en la mañana.
- ¿Problemas? – Ricky asintió – No manches, pero ella está bien ¿Verdad?
- Sí no te preocupes, yo creo que regresa el lunes por la tarde.
- Oye – lo llamó mi hermano – ¿Y los demás ya llegaron?
- Sí, sí – contestó Ongi – están por acá con sus chavas, vengan.

Los tres comenzamos a caminar tras de él esquivando a la multitud de gente que bailaba, platicaba, y reía por todas partes de la casa. De vez en cuando la mano de Ricardo rosaba la mía como queriendo entrelazarla a esta, no sé si lo hacía a propósito o en realidad todo era producto de la enorme atracción que tenían nuestros cuerpos al estar cerca el uno del otro. Llegamos hasta donde un pequeño grupo de personas conversaban divertidas mientras bebían de una lata plateada que parecía ser cerveza, el chico disfrazado de mimo alzó la vista al sentir nuestra presencia y en cuanto notó que yo estaba ahí abrió sus ojos de par en par como si no diera crédito a lo que veía .

- ¿Paola? – preguntó Pepe incrédulo al igual que lo había hecho Ongi hace unos momentos, yo asentí mientras mi amigo hacía a un lado a la chica vestida de gatúbela para acercarse a mí – No lo puedo creer – me estrujó en un abrazo – En serio eres tú.
- Perdón por haberte colgado esa vez – me disculpé – pero es que me sentía muy estresada y...
- No importa – me interrumpió – lo importante es que sí vinieron – ahora se dirigió a mi hermano para saludarlo con una palmada en la espalda – Te ves bien chido así de dark.
- Ya ves – respondió Arturo – Lamentablemente no puedo decir lo mismo de ti – los cuatro reímos.
- ¿Y tú qué onda bro? – ahora se acercó a saludar a Ricky – ¿Dónde dejaste a Mariana? – de nuevo las miradas incómodas me envolvieron.
- No pudo venir – contestó tranquilamente él – viajó a Boston esta mañana para ver a su mamá.
- Ahh – exclamó Pepe mirándome con el ceño fruncido – ahora entiendo por qué viniste.
- Hola Ricky – dijo la chica vestida de gatúbela acercándose a besar la mejilla del Zorro – ¿No vino Mariana?
- No pudo venir Evelyn – le respondió con fingida tristeza – le salió un imprevisto a último momento.
- Oh qué lástima – dijo ella torciendo el gesto – Yo quería verla vestida de campanita.
- Mira mi amor – Pepe la tomó de la mano – ¿Te acuerdas de ellos? Son Arturo y Paola, los amigos con los que fuimos la otra vez a su casa.
- Ah sí, ya los recuerdo – se acercó a saludarnos – Pepe me había dicho que no vendrían, que bueno que cambiaron de opinión.
- Bueno ya – exclamó Ongi – ¿Qué les traigo? Hay cerveza, vodka, tequila, frutsi y jugo gerbar – reímos.
- Yo quiero un tequila – respondió Ricky.
- Yo cerveza – agregó mi hermano.
- Yo un vodka con jugo de piña ¿Tienes?
- Claro que sí Pao – respondió nuestro anfitrión – ahorita se los traigo ¿Va?

Después de que nuestro amigo se desapareciera entre la multitud de gente Pepe se encargó de presentarnos con el resto de sus amigos con los que conversaba antes de nuestra llegada, los chicos parecían ser por demás agradables y resultó bastante fácil entablar conversación con ellos además de que mi hermano parecía más que encantado con la chica gótica que resulto ser una amiga de la universidad donde había estudiado Ongi. Debía admitir que estaba bebiendo un poco más de la cuenta, pero ahora no era el momento de preocuparme por eso ya que lo único que pedía esta noche era un poco de libertad y diversión como hacía tantos años no la tenía y no había mejor forma de hacerlo que estando aquí con la persona que amaba y estaba segura él me amaba igual pues las miradas entre nosotros se habían hecho más descaradas al paso de la fiesta y ahora que estábamos en pleno ambiente ya que nuestros amigos al fin nos habían dejado solos era el momento de comenzar a disfrutar de nuestra compañía y sin más presiones que la de disfrutar este momento de libertad juntos.

- ¿Te diviertes? – me estremecí cuando su cálido aliento impactó cerca de mi oído.
- Como nunca – respondí sin poder evitar que una sonrisa apareciera en mis labios.
- Yo también, hacía años que no me sentía tan pleno como me siento ahora.
- Es como en aquellos años ¿Lo recuerdas? – sonrió divertido.
- Los años que pasé a tu lado han sido los mejores de toda mi vida ¿Crees que los olvidaría? – me sonrojé ante su respuesta, pero esta noche quería olvidar mi timidez y dejar fluir el amor que hacía años tenía oprimido dentro de mí – Me encanta que a pesar de los años aún sea capaz de encender tus mejillas – rió aprisionando uno de mis pómulos entre sus dedos, la acción fue bastante sencilla pero mi cuerpo reaccionó de una manera inesperada al sentir el roce de sus manos con mi piel.
- Al menos aún puedes seguir burlándote de mí.
- No me burlo, es sólo que al verte así me haces recordar mucho a aquella niña con uniforme de secundaria que se sonrojaba al escuchar los cumplidos de su estúpido y tímido amigo enamorado – sonreí ante el recuerdo – y es increíble que a pesar de los años aún siga sintiendo todas esas emociones inexplicables al estar junto a ti – no pude evitar que me arrancara un suspiro, moría de ganas por gritarle en ese momento cuanto lo seguía amando y besarlo hasta que nuestros labios se desgastaran por completo aunque claro, todo esto quedó en un deseo frustrado pues era una verdadera locura perder el control justo ahora que estábamos rodeados de tanta gente.
- No te cansas nunca de enamorarme más ¿Verdad?
- No, y nunca me cansaré de hacerlo – sonrió pícaro.
- ¿Bailamos? – sugerí tratando de escapar de mis propios deseos.
- Por supuesto – sonrió ampliamente mientras entrelazaba por vez primera su mano a la mía y nos dirigíamos a la pista de baile.

Todo estaba perfecto, era como si hubiéramos entrado en una máquina del tiempo y ahora Ricky y yo volviéramos a ser un par de adolescentes perdidamente enamorados descubriendo por vez primera el sentimiento de amor que comenzaba a unirlos, sé que era ridículo verlo de de esta manera pero no tenía otra forma de describir lo que el simple tacto de sus manos me hacían sentir, lo que una sonrisa en sus labios podía provocar en mí y lo estúpidamente feliz que me hacía el mover nuestros cuerpos desincronizadamente al ritmo de la música que envolvía el ambiente. Nada importaba más, sólo él y yo, sólo nuestro desenfrenado amor, nuestro deseo mutuo y las ansias de permanecer juntos toda una eternidad. La gente salía sobrando, inclusive nuestros amigos que nos veían disimuladamente desde el otro lado de la casa ya no existían más para mí, ahora en mi mente solo estaba él, el niño que desde la infancia comencé a amar, el chico con el que juré una y otra vez una eternidad juntos y el hombre que le había entregado mi cuerpo, alma y corazón segura de que lo nuestro sería para siempre.

La música dejó de sonar un instante haciendo que los invitados comenzaran a exclamar un poco disgustados, Ricky y yo nos paramos en seco girando hacia la dirección donde se encontraba el equipo de sonido que ahora parecía ser controlado por Ongi quién al verme alzó su pulgar dedicándome una sonrisa que no supe interpretar muy bien. De pronto una descarga de emociones se desató en mi interior cuando la balada de Steve Wonder comenzó a resonar por toda la casa, Ricardo me miró con un brillo especial en los ojos que no pudo disimular, sabía que el mismo recuerdo que había aparecido en mi cabeza se había aparecido en la suya también, pues esa canción era la misma que hacía poco más de nueve años habíamos bailado juntos en mi fiesta de quince años justo antes de que me pidiera ser su novia.

- ¿La recuerdas? – preguntó titubeando.
- Perfectamente – suspiré – "Sólo llamé para decirte...
- Que te amo" – completó el título de la canción sonriendo al mismo tiempo que yo.

Sus manos se amoldaron perfecto en mi cintura mientras mis brazos se entrelazaban con fuerza a su cuello, me recargué en su pecho para sentir un poco más de su calor al tiempo que nuestros cuerpos se movían lentamente al ritmo de nuestra canciòn.Cerré los ojos recordando aquella noche de verano que Ricardo había hecho de mi fiesta el cumpleaños más inolvidable de mi vida ¿Qué nos había pasado? ¿Por qué dejamos que la distancia acabara con todo lo que sentíamos? ¿Por qué no fuimos lo suficientemente fuertes y maduros para afrontar la situación? Nos amábamos, de eso no había duda pero ¿Sería demasiado tarde para reparar todos nuestros errores? "Nunca es demasiado tarde" me respondió el subconsciente, entonces ¿Aún estaba a tiempo de recuperar mi verdadera felicidad? ¿Aún podía salvar mi destino a su lado? Una corazonada me dijo que así debía ser, tenía que luchar.

Mi destino a tu lado - Pxndx ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora