Capítulo Ocho (parte uno)

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Las lágrimas caían sin cesar por mis mejillas, Magnus se me refregaba por las piernas y me rodeaba.

Quería acariciarlo pero es que no tenía fuerzas.

Fui al baño lentamente a lavarme el rostro, no quería llorar sólo despertarme de esta pesadilla.

Esto no podía ser cierto.

El agua helada me ayudó a calmarme un poco, salí del baño aún temblando y sollozando.

Fui hasta al lado de mi cama y me quedé observandola, no tenía sueño pero las ganas de echarme a llorar no me faltaban.

Me decidi por ir a trabajar.

Di la vuelta y me quite la remera algo sudada y sucia.

Cuando levante la vista di un brinco de casi un metro hacia atrás asustada.

Delante mío había una versión mejorada de mí.

El pelo lacio y controlado, las mejillas algo rosadas, un maquillaje perfecto, las calzas ya no marcaban en mi barriga ajustando sino todo lo contrario me quedaban sueltas.

Abrí los ojos hasta que sentía que se me iban a salir de mi cara. Esto no era verdad. Mi mano se levantó con velocidad incrédula y me acaricie la mejilla, esta era todo pómulo. Mi cuello alto y estilizado como lo recordaba de hace unos años cuando era más adolescente.

Mis piernas largas, envidiables.

Abrí la boca y sentía que se iba a chocar contra el suelo.

Pero lo peor era mi abdomen.

Bueno no peor... digamos lo mejor.

Que? Curvas?

Si bien siempre fui de caderas anchas y pechos grandes, esto era demasiado.

Mi cuerpo parecía sacado de revista.

Y de golpe me sentí desvanecer.

Era de noche, sudaba y temblaba en el piso de mi departamento.
Un ruido molesto y lejano me hizo abrir lentamente los ojos, pude notar la luz de la farola de la calle.
Me senté con dificultad.

Que mierda?

Reconocí el ruido como mi celular, me levanté lo más rápido que pude y luego intente varias veces desbloquearlo con el patrón pero tenía las manos sudadas.

Me senté en la cama y tome una toalla me saque el sudor y lo pude desbloquear.

Tenía catorce llamadas perdidas de Santiago, Camila y hasta de Klaus. También como cien mensajes de WhatsApp.

Entre al grupo primero y les envíe a los chicos del trabajo para que se quedarán tranquilos que me había desmayado y tenía fiebre, pero que estaba bien y si le podian avisar a Maria.

Por suerte Santiago me informó que María dijo que me tomará los días necesarios.

Puse a cargar el teléfono por que ya no tenía bateria.

Si bien me había tranquilizado bastante aún temblaba un poco por el frío, decidi darme una ducha rápida y volver a la cama.

Ya no distinguía la realidad de la fantasía.

Como es que había dormido horas en el suelo?

Debería ir al medico, y con suma urgencia.

Luego de una corta ducha, me puse mi pijama y vi un poco de tele, me había subido la fiebre de nuevo así que tome un ibuprofeno.

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